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Función

López Tarso recibe ovación de pie en Bellas Artes

El público que acudió al homenaje reconoció la carrera de Ignacio López Tarso, fallecido a los 98 años, como se hace en los escenarios. Actores y directores hablaron de su valía

NANCY MÉNDEZ C. | 13-03-2023
Homenaje en Bellas Artes
El Cuarteto de Cuerdas de la Sinfónica Nacional y el mariachi pusieron el toque melancólico en el homenaje en Bellas Artes para el actor, quien falleció a los 98 años. Fotos: Karina Tejada

Para Ignacio López Tarso, el mejor alimento para un actor, su mejor paga, era el aplauso del público. Y fue así como el público se puso de pie para ovacionarlo, agradecer su vida, obra y trayectoria, y despedirlo, durante el homenaje póstumo de cuerpo presente que recibió en el Palacio de Bellas Artes, el escenario en el que debutó en sus inicios con una obra de Shakespeare.

Quien fuera protagonista de películas como Macario, El hombre de papel, Rosa blanca, El gallo de oro, Días de otoño y Cri Cri, el grillito cantor falleció este 11 de marzo a los 98 años de un paro cardiaco y su partida conmocionó al gremio artístico, pero también a decenas de seguidores que se dieron cita en el máximo recinto de las artes del país.

El Cuarteto de Cuerdas de la Orquesta Sinfónica Nacional interpretó obras de Mozart y de Manuel M. Ponce, en el inicio del homenaje de despedida.

Sin embargo, a las 18:53 horas de este domingo, fueron opacadas por los aplausos que resonaron en el lobby del Palacio de Bellas Artes, a la llegada de los restos mortales del actor, quien tuvo 75 años de trayectoria artística; más de 54 películas, más de cien obras de teatro y hasta 44 créditos en televisión, además de lecturas dramatizadas en streaming, grabaciones de corridos e incursión en doblaje.

Su hijo Juan Ignacio Aranda y los familiares más cercanos, como su nieto, el baterista Antonio Sánchez, escucharon atentos el despliegue de la extensa ovación, muestra de cariño, admiración y reconocimiento de quienes fueron parte fundamental de su vida: el público.

El féretro fue abierto y, una vez ahí, frente a una enorme fotografía del actor de obras como Una vida en el teatro, Doce hombres en pugna, Un Picasso y El padre, los asistentes de a pie caminaron en espera de pasar frente a él, sin posibilidad de verlo de cerca, pero sí de observar a distancia, y ser partícipe, de tan emotiva despedida.

La secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, fue la primera en tomar el micrófono para hablar de la vida y obra de Ignacio López Tarso.

“Susana, Gabriela, donde estés, Juan Ignacio, Antonio, Mariana, Sofía, Jimena, Karina y sus bisnietos Sabina, Pablo, Yuliana, gracias por aceptar este homenaje en el principal recinto de las artes de México.

“Despedimos a un gigante. Querido maestro, nos hizo creer que era inmortal. Hasta su último día estuvo usted en una marquesina de un teatro. Ese camino, de artista, lo buscó con empeño.

“Como ningún otro, usted representa la grandeza del arte actoral mexicano del siglo XX. Último integrante de una generación dorada que encumbró al teatro mexicano con la riqueza de su repertorio. Llena ahora el escenario celestial con sus maestros, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo y con sus compañeros, otros grandes, Dolores del Río, María Félix, Ignacio Retes, José Solé, Carmen Montejo, Ofelia Guilmáin, José Gálvez, Mercedes Pascual y muchos más. Muchos de ellos, compañeros suyos de la Academia de Arte Dramático del Instituto Nacional de Bellas Artes.

“Su rostro es un icono de las pantallas y de los escenarios. Generaciones lo recordaremos por Macario, primera película nominada al Oscar, obra maestra de Roberto Gavaldón, pero quedará en la memoria siempre El hombre de papel, que retrató la verdad de la pobreza y no se diga La vida inútil de Pito Pérez o la magistral actuación en Nazarín, de Luis Buñuel, y la melancolía de un amor imposible, de un hombre justo en Días de otoño, que retrato a la Ciudad de México.

“Hoy lo despedimos aquí, en el máximo recinto para las artes de México, el Palacio de Bellas Artes, el lugar donde un joven estudiante debutó con el Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare. Hoy así inicia su eterno de papel, el de actor para siempre. Todos los aplausos para usted, maestro inmortal”, destacó Frausto.

MANCUERNA EN EL TEATRO

Tocó después el turno del director Salvador Garcini, quien conoció a López Tarso en Los albañiles, en la que ambos actuaron. Fue su último director teatral.

“Yo amé, amo y amaré eternamente a don Ignacio. Después, tuve la enorme oportunidad de dirigirlo en el Rey Lear en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón. Una obra que duró 200 representaciones y que hizo una gira por todo México, con 93 funciones.

“Nos enseñó a hacer teatro y a que la cultura es para todos. Fue una experiencia extraordinaria, porque él tenía 56 años y hacía a un hombre de 80, con una lucidez, entrega, categoría y talento extraordinarios. Siempre estaba inspirado y nunca fallaba ninguno de sus textos. Cada vez iba mejorando más y más. ¡Es un genio, el mejor actor de México y del mundo entero! Vivió más horas en el escenario que en su propia vida. Siempre estaba en un escenario, amando a una ficción, sabiendo que el público lo amaba y cuando subía al escenario se transformaba”, compartió, quien lo dirigió en La tempestad, El cartero, Aeroplanos, Un Picasso, El padre y Una vida en el teatro.

Garcini reveló que López Tarso le pidió hacer una obra de teatro con su hijo Juan Ignacio Aranda y ésa fue la última que realizó de manera presencial.

“Me dijo ‘yo necesito hacer una obra de teatro con mi hijo, es lo que más quiero y deseo’. La hicimos y fue gloriosa y hermosa, la entrega y el amor que tuvo con su hijo, fue increíble.

“Yo le siempre le decía que su cerebro tenía más textos que los de cualquier biblioteca. Era más extensa su mente y sus palabras, que cualquier libro. Tenía todas las palabras del mundo y las decía con elegancia, precisión y amor. Lo que más amó López Tarso, aparte de su familia, fue al público”, enfatizó.

Luisa Huertas  recordó una de las frases del actor: “El teatro es alimento, necesidad”.

Tras Sergio Corona, quien trabajó con él en la obra Aeroplanos, Leticia Calderón recordó cuando trabajaron juntos en la telenovela Esmeralda.

“Tengo la gran fortuna de poder decir que entre los dos hubo una gran amistad y cariño. Agradezco a la vida el poder coincidir. Le agradezco mucho esas largas pláticas a mi Melesio, gracias por ser mi amigo. ¿Quién me va a traer mis fresas ahora? Siempre seré tu reinita, ¡siempre!”, dijo Calderón.

César Costa dijo que fue “un hombre extraordinario, divertido, con un gran sentido del humor y una gran profundidad; un hombre con una disciplina férrea, una memoria extraordinaria”: “Gracias por todo lo que nos has dado”.

DE SUS NIETOS

Siguieron sus nietos Mariana López y Antonio Sánchez.

“Mi abuelo jamás hablaba de la muerte, no porque le tuviera miedo, sino porque le gustaba demasiado vivir y vivió mucho y bien, en la exacta medida de lo que para él significaba. La familia era nuestro centro y en medio de ella, mi abuelo.

“Nos quedamos con uno de sus mandatos: honrar su memoria cada domingo en la intimidad de nuestra familia. El legado de su trabajo se queda en todos los mexicanos en la historia. Nosotros, nuestra familia, seguiremos nuestro camino, orgullosos de portar un pedacito de ti”, dijo conmovida su nieta Mariana López y compartió que los domingos eran para ir a comer con él, a su petición.

Antonio Sánchez relató una anécdota de cuando inició su vocación como baterista y después acuñó estas palabras.

“Mi abuelo fue un ser tan grande que es difícil describir todo lo que él era, pero para mí siempre será increíble darme cuenta de la cantidad de vidas que tocó en su prodigiosamente extensa carrera. Siempre tenía tiempo para hablar con cualquier persona que se le acercara a pedirle un autógrafo y se veía como lo disfrutaba.

“Fue como un padre para mí. Mi padre biológico estuvo ausente desde que yo tenía un año, así que él fue la figura varonil que yo admiraba, veneraba y respetaba. Su amor e influencia se quedará conmigo para toda mi vida. Gracias abuelo por el legado que nos dejaste como artista y ser humano. Siempre vivirás en todos nosotros y fue un privilegio quedarme a tu lado hasta tu último aliento”, expresó el baterista.

 

“Excepcional protagonista”

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, lamentó el fallecimiento de Ignacio López Tarso.

Desde su cuenta en Twitter, el mandatario federal dedicó un mensaje al artista mexicano.

“Lamento el fallecimiento de Ignacio López Tarso. Excepcional protagonista de películas y otros géneros del arte de la actuación. Me quedo con Pito Pérez, basada en la novela de José Rubén Romero y el texto que repite en esa filmación Tin Tan: Pobrecito del diablo, qué lástima le tengo, porque no ha oído jamás una palabra de compasión o de cariño” compartió López Obrador, quien envió abrazos a sus familiares y amigos.

Isabel González Aguirre

Anhelaba poder seguir en el teatro

El actor aseguró a Excélsior que necesitaba estar en un escenario para mostrar su trabajo y ejercitar la memoria.

Por Jorge Gutiérrez Chamorro

Una de las muchas pláticas de Excélsior con Ignacio López Tarso fue en 2021, cuando los teatros tenían sus puertas cerradas por la pandemia y él se presentaba en obras por medio de plataformas digitales: “Hace año y medio que no veo al teatro, que no piso un escenario que no tengo comunicación con el público más que por la vía virtual, pero la presencia del público es lo importante, lo extraño y no se puede hacer nada al respecto” comentó el primer actor.

Además de hacer teatro, televisión y cine fue narrador de corridos revolucionarios ya que recordaba que sus papás le cantaban: “Yo inventé un personaje que es el testigo presencial de todo lo que narra, si está narrando la muerte de Zapata él estaba ahí y el vio como lo engañaron, como él se fue solo a la hacienda y entonces lo acribillaron a balazos, lo mataron por la espalda le dispararon por todos lados, testigo de eso entonces yo era un narrador de la historia”

Entre sus anécdotas más anheladas, se encuentra la escena de las velas en la película que lo consolido como uno de los grandes actores mexicanos. Macario, en 1960: “Cuando llega Macario a la cueva donde está la muerte, la muerte lo lleva para enseñarle lo que es la humanidad, que son esas velas que a veces cuando hay problemas como el que tenemos ahora por la pandemia, cuando tenemos problemas como este de ahora las velas se apagan.

“Es una escena que dura cinco minutos en pantalla y que a nosotros nos llevó más de una semana filmarla. Sacar  el humo, sacar las velas volver a meter las velas, prenderlas al mismo tiempo”

También habló de la censura a la película La rosa blanca en México en 1961: “Fue una decisión del secretario de Gobernación que según pensaba que sería ofensivo para Estados Unidos. La actitud del cine mexicano lo de la expropiación petrolera a mí me parece una tontería esa posición de gobernación que duró creo 15 años”.

Con mucho cariño recordó su trabajo en cine junto a Francisco Gabilondo Soler Cri Cri.

“Yo era admirador de Cri Cri y me sabía las canciones de modo que acepté con mucho gusto.

“Lo mejor de la película fue conocer a Gabilondo Soler. Un día que saliamos de la XEW, donde yo estuve filmando y él estuvo ahí conmigo. Cuando terminé de filmar salimos a tomar una copa y a comer algo ahí cerca en un bar y salimos por la calle y entonces los niños me pedían el autógrafo a mí y decían que Cri Cri es este señor, danos tu firma ándale y yo les firmaba.”

En 2021 su mayor anhelo, como lo hizo toda su vida, era regresar al teatro a trabajar: “Estoy esperando volver al teatro, tengo 96 años y ya no puedo hacer lo mismo que hacía. Necesito seguir practicando el teatro, es practica constante como la memoria que es practica constante.

“Esperaré a que pase la pandemia para volver a un escenario”.

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