De rodillas ante Mario Iván Martínez

Daniel Giménez Cacho se hincó ante Mario Iván Martínez en señal de admiración por su trabajo tras verlo en el Diario de un loco, obra que celebró diez años desde su estreno y que cerró su reciente temporada en el Teatro Helénico, justo donde abrió por vez primera el telón.

Hace mucho que no veía en escena a Mario Iván y es... no voy a hacer una lista de adjetivos, pero lo que más me admira, porque lo conozco, es cómo logras mantenerte así de creativo, de vital, de intenso, de maravilloso. Pasan los años y tú sólo haces crecer, crecer y crecer. ¡Bravo! Porque yo sé lo difícil que es seguir encontrando. Este oficio como que se gasta. Uno encuentra una cosa y ya se gastó. Entonces, ¡que estés haciendo esto después de diez años!

También me pregunto si llevas diez años pelón (bromeó). Se siente como si hubieras estrenado hoy y eso es admirable. ¡Admirable! Mantener esta frescura después de diez años, ¡estoy muy emocionado por lo que vi! Siento que aprendí muchas cosas hoy como actor y como director. Así es que...”, dijo Giménez Cacho y cerró la frase con la acción, caminó hacia Mario Iván y se hincó.

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Mario Iván correspondió a su amigo, manteniéndose a su altura, para después abrazarlo y cerrar esta manifestación de afecto y reconocimiento con un beso en la mejilla.

ENVIDIA DE LA BUENA

El actor Roberto Sosa, también padrino de fin de temporada de la obra y primo de Martínez, habló del trabajo visto en escena.

Después de este trabajo que lleva diez años podríamos hacer diez años de soliloquios y monólogos hablando de lo que acabamos de ver. Vengo (vestido) como el personaje que acabamos de disfrutar y de sufrir, y hay muchas voces en mi cabeza en este momento. Una, como espectador en donde no puedo deshilarme en halagos, en loas, en aplausos y bravos por el enorme histrión que es Mario Iván”, dijo Sosa, lo que desembocó en una ovación para el protagonista del Diario de un loco.

Otra voz que traigo dentro de mi cabeza es como actor. Ver la pulcritud escénica, de movimientos, el manejo de los objetos. La pulcritud del trazo, de la voz, del movimiento corporal, de la conciencia espacial. Es como cuando ve uno a los gimnastas rusos: vuelan por el aire, hacen ocho marometas y parece fácil.

Yo he tenido la fortuna de estar en este escenario y el público se percibe muy cercano. Lo que hace Mario Iván actoralmente parece fácil y es de un virtuosismo que cualquier adjetivo sería diminuto”, expresó Sosa.

Cerró después con otra de las voces en su cabeza tras ver el trabajo de Martínez, la filial, la de primo hermano.

Reconocer a Mario Iván, que lo conozco desde hace 53 años, con este niño lúdico, fantasioso, capaz de, constantemente, explorar en el juego, en arriesgarse a cambiar de personajes, a convertirse en otros. Desde niños, él nos dirigía y jugábamos a hacer radionovelas y teatro. Era divertidísimo.

No dejo de ver esa capacidad de diversión en él al interpretar y eso es una virtud. Su profesionalismo, entrega, lo que ha hecho como actor a nivel empresa, individuo, creador es enorme”, completó.

También reconoció a su prima hermana Luly Rede, directora de la obra, de quien, dijo, participó en su tesis.

Los veo trabajando juntos, tan de la mano, tan hermanados, tan cómplices, tan entregados, que, fuera del actor, del primo y del espectador, ¡me dan una envidia diabólica! Como nos dice Mario Iván a través de sus personajes. Y sí, nos invitan a leer a Gógol, como dice el personaje, ‘aunque sea el título’. Gracias por invitarme a formar parte. ¡Gracias!”, destacó.

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