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Función

Bradley Cooper, su ángel

La cantante de pop Lady Gaga contó que el actor y director de 'Nace una estrella' es un visionario porque creyó en ella ciegamente y le hizo vivir su sueño de ser actriz

FABIÁN W. WAINTAL / Foto: Tomada de Facebook | 11-10-2018

LOS ÁNGELES.

Hace tiempo que Lady Gaga es una verdadera estrella en el mundo de la música, pero gracias a Hollywood ahora nace una estrella... del cine. Y asegurándose alguna no­minación al Oscar (como Mejor Música, seguro), es­trena una nueva versión de Nace una estrella, si­guiendo los mismos pasos de Barbra Streisand y Judy Garland cuando habían fil­mado sus propias versiones en 1954 y 1976, suman­do ahora también el debut como director de otra estre­lla, Bradley Cooper.

Y es que mientras Gaga cantaba La Vie en Rose en un evento benéfico, Coo­per la fichó para sacar esa estrella cinematrográfica que la artista llevaba den­tro. Apenas lo vio, sintió una química instantánea con el también actor, contó en en­trevista con Excélsior.

La buena sintonía entre ambos se pudo ver, de he­cho, en el Festival Interna­cional de Cine de Venecia donde se presentó la cinta. “Fue un verdadero orgullo estar en Venecia... porque parte de mi familia es de allí y todo fue todo un sueño, porque yo siempre quise ser actriz”, dijo.

EL CAMINO DE STEFANI

El nombre de Lady Gaga es exclusivamente para los fans. En la intimidad, has­ta Bradley Cooper la lla­ma Stefani, mientras en el pasaporte figura el largo nombre completo de Ste­fani Joanne Angelina Ger­manotta, con la fecha de nacimiento del 28 de Mar­zo de 1986, en Nueva York.

Desde la niñez canta­ba y tocaba el piano, aun­que no era tan popular con su excentricidad, cuando a los 11 años se burlaban de ella en el Convento del Sa­grado Corazón donde iba a estudiar. Acostumbrada a aceptar las peores críticas, no tuvo reparos en pararse arriba del escenario de di­ferentes bares, para empe­zar a cantar en público. Y cuando cumplió los 19, dejó los estudios y se fue de la casa de sus padres en bus­ca de su propio éxito como cantante.

Alrededor del 2006 sur­gió el nombre Gaga, cuan­do firmó el primer contrato para grabar un álbum con Def Jam Records, aunque la despidieron apenas tres meses después. Cualquiera en su situación, pudo haber renunciado a su sueño. Pero en su caso, aceptó el desa­fío de transformarse con espectáculos burleques, bailando en bares con un diminuto traje de baño.

Con el tiempo consiguió un puesto como aprendiz de compositora del sello disco­gráfico Famous Music Publis­hing que terminó comprando los estudios Sony, donde ella también compuso cancio­nes para Britney Spears, Fergie y las Pussicat Dolls. Fue el cantante Akon quien con­venció a otro sello discográfi­co para que Lady Gaga grabara su propio álbum The Fame. Y poco a poco fue naciendo la estrella que transportó la fama a la música de sus canciones con The Fame Monster, Bad Romance y Paparazzi. Para el 2011 había recaudado más de 200 millones de dólares con su gira internacional, con una fortuna personal que ya superaba los 25 millones. En cine, también había debuta­do como actriz, con los roles secundarios de Machete Kills y Sin City: A Dame to Kill For, pero con Nace una estrella, definitivamente nace una... de Hollywood.

“El desafío de interpre­tar a Ally es que, al prin­cipio de la película, ella renuncia por completo a sus sueños. Y cuando decidí cantar profesionalmente, yo tenía 19 años, salía a arrastrar mi pia­no de un bar a otro hasta que conseguía algún trabajo don­de pudiera cantar en públi­co. Yo realmente creía en mí. Ally no cree en ella al princi­pio, pero le ayuda su relación con Jack (Bradley Cooper) y el amor que tiene por él. Eso le da vida”, señaló.

“Yo nunca quise ser sensual como otras mujeres. Que­ría ser original como artista, y supongo que es lo mismo con el personaje de Ally en el cine. Ella navega por su propia carrera, tratando de encon­trar un lugar a medida que se transforma”, dijo.

Judy Garland ya había pro­tagonizado su propia pelícu­la de Nace una estrella con James Mason, en 1954, donde una estrella de cine ayudaba a alcanzar la fama a una can­tante y actriz, mientras el alco­holismo lo mandaba a él por la peor montaña rusa del fracaso.

En 1976, Barbra Streisand impuso su propia producción, consiguiendo también en la ficción la popularidad, gra­cias a la ayuda de una estrella de rock (interpretada por Kris Kristofferson), quien también termina fraca­sando por el alcoholismo. Y aunque la nueva versión de Lady Gaga es bastante diferente, combina las dos primeras versiones donde Bradley Cooper es un mú­sico que ayuda a subir a la fama a una joven actriz y cantante, mientras su pro­pia carrera cae también por el alcoholismo.

“Con Bradley estába­mos tan sincronizados con los personajes que todo se sintió muy real. Teníamos hasta público en vivo cuan­do cantamos. Fue muy fácil para mí transportarme a ese lugar nuevo, de rol prota­gónico en una película. Me acuerdo muy bien en el ro­daje, creo que fue en la últi­ma escena cuando Bradley se acercó y me dijo ‘ok, ahora en esta quiero que salgas y te diviertas’. Nunca lo voy a olvidar. Realmente sentí como si hubiera esta­do cantando por primera vez. Fue todo muy especial”, señaló, en referencia a si se sintió diferente cantando como actriz, pues el canto para su personaje era una cosa nueva.

Y, por si no fueran po­cas flores las que le echa a Cooper, Gaga dijo que éste es increíble como cantante y que desde el primer mo­mento en el que abrió su boca, parado frente al pia­no de casa, no podía creer la voz tan increíble que des­prendía el intérprete. “Él me aceptó como actriz y yo como músico. Supongo que se nota en el rol de Jack, en el cine”, expresó, y aña­dió que lo mejor que tiene (Cooper) como director es la concentración al “estilo ninja” con una visión en­cuadrada, pero con total espontaneidad, lo que ayu­dó a que Gaga se quitase el miedo.

“Bradley demuestra lo increíble que es como di­rector porque él quiso ver­me sin nada, sin una gota de maquillaje. Me acuerdo muy bien cuando bajé las escaleras de mi casa antes de filmar la primera prue­ba de cámaras. Bradley te­nía una toalla húmeda en su mano y me quitó el poco maquillaje que tenía. ‘No quiero nada de maquillaje’, me dijo. Y esa vulnerabili­dad fue algo que me sacó de mi personaje. Fue una experiencia muy especial. Me hizo sentir tan libre... Al mismo tiempo, él es un vi­sionario, porque permitió que viviera mi sueño. Yo siempre quise ser actriz y puede haber 100 personas en una habitación donde 99 no crean en mí, pero yo sólo necesité una sola y fue él: Bradley Cooper”, sentenció.

hch

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