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Expresiones

Luisa Josefina Hernández: “Es nuestra ibsen, nuestra Chéjov”

La comunidad teatral revaloró el legado, la honradez y la generosidad de la legendaria dramaturga en un cálido homenaje

Virginia Bautista | 21-01-2023
El homenaje a Luisa Josefina Hernández en el Palacio de Bellas Artes se realizó sin cuerpo ni cenizas, a petición de la dramaturga, novelista y docente. Foto: Daniel Betanzos


 

Un tributo a la obra de la escritora mexicana Luisa Josefina Hernández (1928-2023), quien murió el lunes pasado a los 94 años, a su vida y a su compromiso como intelectual y creadora. En esto se convirtió el homenaje luctuoso que ayer convocó en el Palacio de Bellas Artes a sus familiares, amigos, colegas y alumnos.

Entre flores, coronas fúnebres, alfombra roja, aplausos, voces entrecortadas, abrazos y la música del Cuarteto de Cuerdas de la Orquesta Sinfónica Nacional, directores de escena, dramaturgos, actores, diversos artistas y promotores culturales revaloraron el legado, la generosidad y la honradez de la novelista, dramaturga, traductora y docente.

La ceremonia se realizó sin su cuerpo presente ni sus cenizas, por voluntad de la autora de Los grandes muertos, explicó en entrevista su nieto, el director y dramaturgo David Gaitán.

“Nunca trabajó en su autopromoción. En un gesto final pidió que se le cremara y que sus cenizas fueran enterradas en un lugar específico de Cuernavaca”.

El director de escena José Caballero fue uno de los primeros oradores. “Tengo sentimientos mezclados. Tristeza por la ausencia definitiva, agradecimiento por lo compartido, admiración por su vida y la obra que nos hereda, orgullo de haberla conocido y gozado de su afecto y su confianza.

“Pero también alegría por las charlas memorables, el té y las galletas. Por tener al alcance sus novelas y sus piezas para disfrutarlas una y otra vez. Y porque sé que nuestra amada maestra cumplió con su misión lúcida y serena”, destacó.

José Caballero la recordó como una mujer “siempre franca, directa, con su elegante sentido del humor. Una gran artista que apreciaba tanto la escritura como las habilidades manuales, el piano como la cocina, la academia como la charla en la intimidad.

“Es nuestra Ibsen, nuestra Chéjov, nuestra Brecht, nuestra Shakespeare. Pues quién como ella, en cualquier dramaturgia del mundo, ha llevado a la escena las contradicciones de su nación con la maestría que lo ha hecho en la saga de Los grandes muertos. Y, sin embargo, falta que lo sepan todos en este país”, añadió.

Advirtió que fue una autora tan celebrada como mal leída e insuficientemente escenificada.

“Tenemos una tarea. Hacernos dignos de la obra de Luisa Josefina Hernández, renovar sus ediciones, difundir sus enseñanzas y llevar sus obras a la escena”.

El también dramaturgo Miguel Sabido confesó que si algo bueno hizo en su carrera, “en mi vida completa”, se lo debe a su maestra. “Fui el primer alumno que entró a la primera clase de Luisa Josefina en la Facultad de Filosofía. Su honradez intelectual era asombrosa. Héctor Mendoza, José Luis Ibáñez, Ludwik Margulles, Hugo Argüelles y yo, éramos sus incansables escuchas. Nos empujaba a crear con honradez y responsabilidad”, recordó.

Aurora Cano, directora de la Compañía Nacional de Teatro, señaló que “ante todo fue una gran artista. Sin embargo, detrás de su obra hay alguien que piensa el teatro como nadie. Reconocían su lucidez, pero también su liderazgo intelectual. Pensó el teatro con rigor analítico. Fue una generadora de conocimiento dialéctico y sus hallazgos permearon en creadores escénicos e investigadores”.

Gaitán leyó una carta que le escribió a su abuela cuando presentó el libro de memorias que escribieron juntos en 2017. Y, al final de la ceremonia, comentó que Hernández dejó, entre sus textos inéditos, una compilación de cartas, Epístolas demenciales, que está lista para publicarse, y las novelas El rayo verde y El parentesco.

Lucina Jiménez, directora del INBAL, dijo que “asumimos el compromiso de editar, en coordinación con su familia, todas aquellas obras que hubiesen quedado en el tintero del trabajo editorial.

“Asomarse a la obra de Luisa Josefina escrita a medio siglo es una manera profunda de entender nuestra realidad contemporánea. Es una tarea fundamental que las nuevas generaciones exploren su obra. Y lo haremos no sólo en las escuelas de arte, sino en todos los espacios donde la literatura nos permita generar esa conversación”, indicó.

Después de hora y media, los amigos de la leyenda del teatro no se querían ir.

 

 

 

 

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