Ida Vitale consigue siete de los premios literarios más importantes en lengua española

La distinguida poeta uruguaya se alzó ayer con el Premio Cervantes; en unos días recogerá también el Premio FIL Guadalajara 

thumb
Foto: AFP

CIUDAD DE MÉXICO.

En una situación inédita, la poeta, traductora y ensayista Ida Vitale (Montevideo, 1923) ha conseguido siete de los premios literarios más importantes en lengua española a lo largo de la última década. Ayer ganó el Cervantes, para convertirse en la quinta escritora en obtener este galardón, el mayor en castellano.

La noticia le tomó por sorpresa en su nuevo apartamento en la capital uruguaya, donde no ha logrado ordenar su biblioteca, luego de abandonar su residencia en Austin, Estados Unidos. El reconocimiento, confesó, le ha llegado en un momento inesperado, porque parecía que el momento de los premios ya se había cerrado.

La sensación es que tengo que corresponder a tanto premio, no sé si ya estaré en condiciones”, apuntó la autora que el próximo 24 de noviembre viajará a Guadalajara para recibir otro importante laurel: el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances.

En entrevista con Excélsior, la autora de poemarios como La luz de esta memoria, Cada uno en su noche y Elegías en otoño habló sobre el peso de la mitología y la falta de lectores, la responsabilidad de las escuelas y la desaparición de bibliotecas y adelantó que vendrá a México para presentar Shakespeare Palace, su más reciente libro (Editorial Lumen), en el que cuenta su relación con la Ciudad de México, donde vivió entre 1974 y 1984.

También habla de su gusto por la música de Bach, Schubert y Shumann y reconoce que nunca le ha gustado escuchar música como fondo. “Yo cuando pongo música todo lo demás se acaba y ahora todo ha sido tan complicado, por la mudanza. Lo que sí puedo decirte es que, respecto a la música, soy muy amplia por un lado y muy intolerante en otro”.

¿Qué le falta de su mudanza?, se le pregunta a la poeta que justo llega del mercado. “Parece que las mudanzas nunca terminan, he llegado a esa conclusión. Ya me han colocado más o menos los libros que tenía en Uruguay, pero me vine con la biblioteca que tenía en Austin y estoy invadida, casi ni entro yo. El apartamento es más lindo y está a una cuadra del mar, pero es un poco más chico y ahora sé que uno va creciendo en la medida del contenedor”.

¿Necesita una biblioteca ordenada para escribir? “Yo soy un bicho bastante ordenado, en teoría. Por lo menos sé que necesito cierto orden para buscar las cosas, pero aún tengo un cuarto de huéspedes con la cama de pie, lleno de cajas, con libros buenos y libros que hay que eliminar. Es el caos. Pero siempre habrá tiempo”.

¿Ya tiene discurso para la FIL? “Aún no. Aquí la vida es día a día y todavía no llego a eso. Se supone que tengo que hacer un discurso, leer algo, pero todavía hay tiempo”.

¿Tiene fe en las ferias del libro? “Supongo que la gente necesita de los gritos de alarma que no vengan sólo de la televisión y del teléfono celular. Eso tiene sentido. Peor es cuando no se habla para nada del libro, aunque la realidad es que las librerías van desapareciendo en el mundo”.

¿Le gusta el concepto de las nuevas librerías? “Hace poco me llevaron a una confitería-librería y dije ‘¡qué lindo!’. Tenía un salón de té y un jardín, encantador. Pero cuando pasee por la parte de libros, nada me llamó la atención. Supongo que todo cambia”.

¿Por qué hay menos lectores? “En mi país encuentro que la escuela tiene gran responsabilidad. A veces los adultos mejoramos un poco los recuerdos, pero antes la escuela te formaba, te hacía leer, te daba el hábito. Esa impresión tengo. De chica me hacían leer mucho, pero en casa también me regalaban libros. Además, todos los sábados me ponían a limpiar una bibliotequita donde había libros en francés e italiano que no comprendía, pero todo era deliberado para que yo viera que los libros podían ser algo curioso. Pero para que la existencia de las librerías no sea devaluada es necesario que el mundo lea. Ya sé, es una utopía total, pero sería ideal”.

¿Le parece que son más fieles los lectores de poesía? “No lo creo, usted es un optimista. Si me dijeran que todos leen a Rubén Darío, sería estupendo… pero no quiero ni imaginar cómo será el resto del siglo”.

thumb

Falta mitología

Para la también autora de ensayos como Léxico de afinidades, la poesía resiste al olvido y se mantiene a pesar de que ya que no es necesaria para el mundo actual. “Yo reconozco que de niña y de joven fui más lectora de prosa, pero luego descubrí la poesía. Es lógico leer primero novela, pues tiene otros atractivos y, salvo algún escritor exquisito, la novela es el lenguaje de todos, un lenguaje de uso corriente. Así que no debemos ir a un diccionario para buscar un término, pero los posibles lectores de poesía enfrentan trabajo en la medida en que la poesía es más elíptica y vive y espera a que el lector ponga algo de sí”, apuntó.

¿Por qué hemos abandonado la lectura? “Bueno, hay poetas que manejan mucho la mitología. Antes la mitología formaba parte de la cultura, hoy no, pero tengo la sensación de que muchas personas nunca han leído algún mito o alguna reflexión sobre mitología y esas cosas se pierden y, como todo tal, nos deja un huequito”.

¿Debemos volver a la mitología? “Sí, porque la mitología es el concentrado de la fantasía y de lo más tradicional que tenemos, es la base común de la cultura. La mitología mexicana, por ejemplo, es privilegiada porque no todos tenemos a un Quetzalcóatl. Así que la diferencia entre las grandes culturas parte de la diferencia entre sus mitologías. Es obvio. Es una raíz que no todo el mundo recuerda”.

¿La poesía podría ser ese puente que nos une en medio de la desesperanza? “Yo creo que sí. Por lo menos es una gran alegría cuando alguien repara en un poema.”

¿Su poema Reunión es un homenaje al bosque de palabras? “Tal como usted lo registra, hay un amor por ese bosque. Pero también está la disidencia y la resistencia, una protesta contra el exceso de las conversaciones ineptas y todo lo que uno puede encontrar en una reunión social”.

¿Búsqueda del silencio? “Son dos cosas: la búsqueda del silencio para la creación y el rechazo al barullo. Es lo que le digo: cuando uno lee un poema, se tiende a buscar un sentido y es normal, tal como lo hace uno cuando escribe. En el fondo se coincide en algún punto, pero también hay una posibilidad de sentidos múltiples”.

¿Lo mismo le pasa frente al diccionario? “Es muy raro y me pasa cuando me topo con una palabra escuálida, que tiene una sola explicación y parece empobrecida. Pero qué increíble cuando uno halla que una palabra responde a dos significados posibles; ésa es una virtud y debemos hacer con ellas lo más que se pueda”.

cva