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Expresiones

Felipe Carrillo Puerto, el zapatista maya

Armando Bartra publica el relato biográfico del “héroe olvidado” que gobernó Yucatán desde el socialismo

Virginia Bautista | 25-03-2021
Foto: Cortesía Fondo de Cultura Económica
Foto: Cortesía Fondo de Cultura Económica

CIUDAD DE MÉXICO.

Yucatán es maya”. Es la primera frase del artículo The New Yucatán, del luchador social y político Felipe Carrillo Puerto (1874-1924), que la revista estadunidense The Survey publicó en inglés cuatro meses después de su muerte, “donde daba cuenta de lo que su gobierno estaba haciendo y de lo que se proponía hacer. ‘El nuevo Yucatán’ es su testamento”, afirma Armando Bartra.

Tras 50 años de estudiar la vida, la lucha y los logros de quien gobernó Yucatán de 1922 a 1924 e intentó realizar una revolución socialista a partir de la educación, el filósofo y sociólogo catalán acaba de sacar a la luz Suku’un Felipe (FCE), un relato biográfico sobre este “héroe olvidado” que los mayas llamaban “hermano” o “amigo”.

Alto, de piel blanca y ojos verdes, Carrillo Puerto no sólo hablaba maya desde niño, sino que consideraba que esta cultura y su lengua daban identidad a la península. Fue un hombre que mató en defensa propia, que estuvo en la cárcel, que aprendió de Emiliano Zapata, que militó en el Ejército Libertador del Sur, que comprendió el movimiento feminista y era un apasionado del beisbol.

Lo que define a Felipe es que lleva la expresión más radical del zapatismo al sureste con el socialismo maya. Ésa es su gran virtud”, comenta Bartra en entrevista con Excélsior.

El investigador nacido en Barcelona en 1941 explica que “hay decisiones fundamentales en la vida de un político que muestran lo que será su trayectoria, y en el caso de Carrillo Puerto fue la de irse a Morelos en pleno auge del zapatismo, cuando la Revolución estaba en curso”.

Indica que “él ya era un hombre que hacía política opositora, ya era un crítico del Porfiriato como se presentaba en la península de Yucatán: el esclavismo, las haciendas de henequén, la casta divina; era consciente de la injusticia que representaba este régimen.

Y, al no ver un futuro libertario en la región, al no encontrar las esperanzas políticas que quería, se fue a Morelos porque ahí había una insurrección campesina, estaba en auge el zapatismo en Morelos, Puebla, Tlaxcala, Guerrero, levantándose ante la opresión porfirista reflejada en las haciendas cañero-azucareras”, detalla.

El estudioso de la cuestión campesina en México y América Latina dice que Carrillo Puerto conoció a Emiliano Zapata, que encabezaba ese movimiento desde 1911, y luchó a su lado de 1913 a 1915, cuando decidió regresar a Yucatán, tras aprender que debían restituirse los derechos a los pueblos.

Sabe que debe acabar con el régimen de haciendas henequeneras. Quería al zapatismo trasladado a la península, un zapatismo en maya”, destaca el catedrático, quien aclara que Felipe no la tenía fácil en su tierra natal.

La presencia de la lengua y la cultura maya era más poderosa e intensa en Yucatán, que la náhuatl en Morelos. Zapata no hablaba náhuatl, y Carrillo Puerto sí hablaba maya, lo educó una indígena maya, había encabezado luchas locales reivindicativas desde joven, estaba identificado con esa cultura. De otra forma, su lucha no hubiera sido posible”.

Por esta razón, Carrillo Puerto se convirtió en el precursor del indigenismo mexicano, que oficialmente nació con Lázaro Cárdenas. “Propuso cambiar la imagen del país poniendo en valor a las culturas antiguas; trató que la educación fuera en maya, creó la Universidad del Sureste; recuperó el Popol Vuh y editó libros en maya; propuso que el maya fuera la lengua oficial en Yucatán, que los maestros aprendieran a hablarla, y que la arquitectura tuviera elementos del diseño maya. Le dio al pueblo no sólo tierra y libertad, sino identidad”.

Dice que el líder social apostó por el rescate de las ciudades mayas como Chichén Itzá, por construir carreteras y trenes que comunicaran la península y por el turismo. “Se nos hace muy contemporánea su preocupación por la cultura”.

Finalmente, Bartra destaca que “fue un revolucionario que tenía una conciencia clara de ciertas causas legítimas, como la feminista, que se debían impulsar, tenía identificado el tema de la opresión de la mujer”.

El sueño terminó cuando fue fusilado por los golpistas el 3 de enero de 1924.

 

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cva

 

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