Enigmas de una vida en miniatura; Mariana Sández habla de su más reciente novela

La escritora argentina Mariana Sández, explora en su más reciente novela, el indescifrable mundo de la vejez en nuestro tiempo

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La autora, avecindada en Madrid, escribió en 2022 Una casa llena de gente. Foto: Cortesía Alejandro Guyot/ Impedimenta

Crear un personaje indescifrable y husmear en su manera de pensar y de relacionarse con el mundo. Ésa fue una de las ideas que revolotearon en la mente de Mariana Sández (Buenos Aires, 1973) al escribir La vida en miniatura, su más reciente novela, que cuenta la historia de Dorothea Dodds, una mujer de 59 años, casi jubilada, que siempre ha vivido al servicio de los demás, sin enfados, reclamos ni reconocimiento, aunque está a punto de dar un salto.

Me interesaba plantear el caso de una mujer que llega alrededor de los sesenta años, poco antes de jubilarse y darse cuenta de que nunca tuvo un trabajo oficial, que jamás fue a una entrevista de trabajo ni experimentó el vértigo ni el temor que sentimos al laborar para gente desconocida, así que ella siente el deseo de hacer todo y, por suerte, su prima que tiene en Inglaterra le ayuda a concretarlo”, comenta Sández a Excélsior.

¿Cómo influye el arte en la vida del personaje?, se le pregunta a la autora. “Ella tiene todo ese mundo interior del arte que, para mí, es lo que le da paz. Por ejemplo, hay artistas que necesitan triunfar ante los ojos de los demás, pero ella se contenta con menos, como cuando alguien ama el arte por lo que produce.

He conocido escritores así, quienes no difunden su obra, porque el placer está en escribir, y no pierden tiempo en periodistas ni en redes sociales, es gente que se dedica poco a venderse y que está más con el arte en sí, tal como sucede con ella”, asegura.

¿Dorothea tiene alguna relación con el Bartleby de Herman Melville?, se le pregunta a Sández. “Sí, totalmente. Ella está inspirada en ese tipo de personajes, aunque la historia no tiene que ver, pero un poco sí en la sensación de incógnita de Dorothea. Siento que Bartleby y personajes similares como Wakefield, en el cuento homónimo de Nathaniel Hawthorne, están presentes en mi idea del personaje.

También hay otro libro de Ricardo Piglia, El último lector, que incluye un cuento sobre la relación ente Felice Bauer y Franz Kafka, en el que dice que Kafka no veía a Felice sólo como su mujer, sino también como una mujer-máquina, porque ella era la que leía y pasaba a máquina los manuscritos del autor de La metamorfosis, era como una secretaria o una mujer máquina de copiar”, asegura.

¿Coincidiría en que Dorothea es más flexible que Bartleby? “La idea de estos personajes me influyó bastante para terminar de definir la idea que ya tenía de Dorothea, un personaje reconcentrado que, en definitiva, resulta un enigma para los demás. Sin embargo, ella es más contemporánea, porque Bartleby fue escrito hacia 1850”.

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¿Es Dorothea también un esfuerzo por mostrar ese mundo normalmente olvidado llamado vejez? “Un tema que me atrae mucho es la vejez. Creo que la Dorothea que tuve en mente (al escribir) corresponde a la época de nuestras abuelas (nacidos a inicios del siglo pasado), porque ahora tener 60 es algo mucho más juvenil, pero antes había algo de gran soledad en esos personajes, y si los jóvenes no nos ocupamos (de ellos), o no los acompañamos, están confinados a esa soledad permanente”.

¿No hay heroísmo en personajes como Dorothea? “Pertenece a la línea de personajes que podemos llamar grises, como Bartleby, Wakefield y algunos que habitan en las páginas de Enrique Vila-Matas o de Gógol, como en el relato El capote.

La vida en miniatura cuenta la historia de Dorothea Dodds, una mujer que ha superado los 60 años y vive sin que nadie la note ni valore su existencia, ya que ha pasado su vida trabajando como secretaria en la empresa familiar, y su tiempo libre lo destinó a cuidar a sus padres. Pero, al llegar a la jubilación, Dorothea intenta dar un salto y se dedica a cuidar casas y mascotas en Londres.

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