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Expresiones

El arte invade la ciudad minera de Zacatecas

En su presente edición, la Bienal FEMSA se traslada de su punto de origen; llega a una nueva urbe con un ambicioso programa curatorial bajo el brazo

Luis Carlos Sánchez | 27-10-2018
La Bienal se planteó “aportar y estimular” a una comunidad específica con la mediación del arte contemporáneo. Zacatecas era ideal. Fotos: Cortesía Bienal FEMSA y Luis Carlos Sánchez
La Bienal se planteó “aportar y estimular” a una comunidad específica con la mediación del arte contemporáneo. Zacatecas era ideal. Fotos: Cortesía Bienal FEMSA y Luis Carlos Sánchez

ZACATECAS.

La Bienal FEMSA entendió que debía salir de Monterrey. En su edición XIII, el programa artístico ha invadido y contagiado a la ciudad de Zacatecas de arte contemporáneo. Espacios públicos como plazas, mercados e incluso el famoso cerro de la Bufa; también templos, teatros y museos se han convertido en estaciones de un largo circuito artístico enriquecido con la tradición plástica de la ciudad y con el nuevo impulso que la creación contemporánea está viviendo.

Bajo el título Nunca fuimos contemporáneos, la Bienal ha desplegado en la urbe minera un programa de largo alcance que incluye la participación de al menos un centenar de artistas internacionales, nacionales y locales. No se trata sólo de exposiciones, intervenciones o instalaciones, sino de un entramado curatorial, que integra algunas publicaciones y un programa pedagógico, con el que se quiere contagiar a la comunidad artística y al público en torno al arte.

Con Zacatecas la Bienal quiso renovarse; sus organizadores reflexionaron sobre la postura que estaba teniendo en Monterrey, en donde algunos sólo la veían ya como una exposición: el formato anterior, por ejemplo, consistió en un certamen al que los artistas mandaban su obra y toda la selección se realizaba en el estudio, sin correlación con otros artistas ni discusiones o análisis. Ahora, en lugar de ser sólo un evento museográfico o un concurso, la novedad es que se preparó un programa curatorial que abarca 18 meses.

La Bienal se planteó “aportar y estimular” a una comunidad específica con la mediación del arte contemporáneo. Zacatecas era ideal: antes se hizo un sondeo de otras urbes, pero ésta tenía una fuerte concentración de museos, riqueza cultural y geográficamente se pudo armar un circuito que puede completarse caminando. En este formato, “el estímulo y el beneficio es mucho mayor, porque estás actuando con una localidad específica y estimulando un diálogo con la comunidad”, dice la directora de la Bienal, Gabriela Correa.

 

Comisiones

 

Mientras se recorre la colección de máscaras del Museo Rafael Coronel, el sonido de una banda acompaña al visitante; se trata del tema Me voy a aceptar, que La Auténtica de Jerez grabó con el artista Mario García Torres. Una parte de la letra salió de un poema de otro jerezano: Ramón López Velarde; la canción que desde hace un mes se transmite en varias estaciones de radio locales pretende establecer una discusión en torno a la migración.

En otro espacio del mismo museo se erige una fuente de cantera rosa, igual a las que abundan por toda la capital zacatecana. Ésta se llama Fuente de azogue y es autoría de Plinio Ávila, artista local que ha cambiado los chorros de agua por mercurio líquido. La pieza plantea una crítica a la boyante, pero también contaminante y abusiva industria minera de Zacatecas. 

Los dos trabajos son comisiones de la Bienal y forman parte de la primera de cinco plataformas que integran el programa del encuentro artístico en su nueva versión: la que se refiere a las colaboraciones museológicas con montajes, exploraciones de obra y acervos, diálogos entre colecciones institucionales y comisión de obra. Pero García Torres y Ávila no son los únicos artistas. El despliegue incluye 23 proyectos comisionados que se distribuyen en las 13 sedes zacatecanas que conforman el circuito.

 

 

En Zacatecas, dice Correa, “encontramos un ambiente rico, vasto, son muchas generaciones de arte, mucha producción de gráfica, escultura, pintura, arte contemporáneo, instalaciones, pero evidentemente los foros están más enfocados en la plástica”. Esa tradición también quiere ser aprovechada por la Bienal: en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez, por ejemplo, se inauguró la exposición Geometría sin fin, que pone en juego la Colección FEMSA con la obra de tres comisionados: Verónica Gerber, Felipe Mujica y Christian Camacho.

La segunda vertiente de esta Bienal son las intervenciones en espacios públicos. Aquí se ha encargado obra a Antonio Bravo, quien trabajó en el cerro de la Bufa; Diego Pérez García, que instaló nueve esculturas en un lote baldío; Rita Ponce de León, quien intervino la Plazuela del Moral, y el Colectivo Ocupa que intervino 22 lámparas en el Mercado Jesús González Ortega. Se incluye un programa público que consistirá en un encuentro que se realizará el 16 y 17 de noviembre próximo, un programa editorial y un programa pedagógico que incluye seminarios teóricos y talleres con curadores, historiadores y académicos.

La Bienal parece haber encontrado su camino y en el trazo participaron Willy Kautz, como director artístico, y Daniel Garza Usabiaga como curador. “Ya estamos buscando la siguiente sede, aún no podemos decirlo, pero se está haciendo una investigación de lugares”, afirma Correa.

 

cva

 

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