Daniel Rodríguez Barrón… un abrazo entre el mundo policiaco y el académico
En Manual de resurrección para vagabundos y profetas, el autor juega a combinar el pasado y el presente, la nota roja y el arte…

El asesinato de Guillermo El Gordo Mayo, el curador y crítico de arte más importante de México, y la desaparición de un cuadro de Diego Rivera son los detonantes para que surja Manual de resurrección para vagabundos y profetas, la más reciente novela de Daniel Rodríguez Barrón (1970), que mezcla ficción y realidad en un país en el que conviven la nota roja y la creación artística, la selva y la ciudad, el pasado y el presente.
Diego Rivera se burló de Emilio Dreffes, un anarquista que estuvo en México y apoyó el movimiento sindicalista. En uno de los murales que se exhiben en el Museo Vivo del Muralismo, Rivera lo caricaturizó. Me pregunté por qué y de ahí surgió la novela”, asegura el autor.
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Para investigar el asesinato de El Gordo Mayo, que ocurre en un Pueblo Mágico con un clima húmedo y con neblina, llaman a Mercedes Pastrana, una policía que no sabe ni entiende de arte y que, además, está pasando un bache emocional.
Meche es una mujer inteligente que ha vivido lo suyo, y eso le ha otorgado una perspectiva sobre la existencia. Ver a su padre siendo disminuido por el cáncer, la obliga a preguntarse sobre aquello que la rodea; y a compararlo con un espacio que le es completamente ajeno: es una policía metida en un mundo de académicos.

TÍTULO: Manual de resurrección para vagabundos y profetas
AUTOR: Daniel Rodríguez B.
EDITORIAL: Ediciones Del Lirio, México, 2025; 256 pp.
Es inevitable que su mundo estalle y se pregunte cómo puede convivir aquella realidad con la suya; cómo puede existir ese mundo de libros, pinturas y teorías con el plato de sangre que diariamente nos ponen sobre la mesa las noticias del mundo”, comenta Rodríguez Barrón.
LA COMBINACIÓN DEL GÉNERO POLICÍACO Y LA PROFUNDIDAD DE CAMPOS COMO LA FILOSOFÍA
Para contar esta historia, el novelista y dramaturgo apuesta por combinar el género policiaco, con una mirada a los entresijos de la crítica de arte, la política, el arte popular y la filosofía.
La trama policiaca me sirve de estructura. Es el andamiaje sobre el cual mis personajes se atreven a interrogarse sobre otros temas, por ejemplo: ¿El arte debería ser un riesgo o un mero gesto estético? ¿Una utopía social puede funcionar como arte?
Estas preguntas sonarían demasiado graves, puramente teóricas, si no estuvieran enlazadas en una trama policiaca. De modo que uso el género para dosificar y agilizar los diferentes temas, para seguir ahondando en los asuntos que me interesan y que ya he planteado en mis otras novelas”.
Una característica que distingue a Manual de resurrección para vagabundos y profetas es que varios de sus personajes utilizan tatuajes.
Uno de los temas que atraviesa la novela es la iniciación, el ansia de formar parte de un grupo de elegidos. Aquí los tatuajes funcionan de diversas maneras. Primero como un intento de relato; nadie se tatúa ninguna imagen que no represente para ellos una historia, o un momento que haya definido su vida. Al mismo tiempo, como una forma de distinguirse del resto, y por eso Meche recuerda a los personajes menos por su nombre que por su sello y los llama Serpiente Anudada en el Cuello o Corazón de Jesús Sangrante”, destaca el escritor.
Si lo piensas, advierte, “en las tribus americanas, los jefes se llamaban Toro Sentado; y, entre los tlatoanis, Águila que Cae. El arte y la política influyen en nuestra vida, en nuestro propio cuerpo.
El supuesto cuadro perdido de Rivera que buscan en la novela, y por el cual se han cometido crímenes a lo largo del siglo pasado en México, transforma a aquellos que lo contemplan, tanto como, supongo, una persona se siente transfigurada al infligirse un dolor y dejar que la cicatriz marque su cuerpo. Es un rito de paso, una forma de iniciación privada”, concluye.
Manual de resurrección para vagabundos y profetas se presenta hoy, a las 18:00 horas, en el café Fiel a la Tierra (Mérida 215, colonia Roma).
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*mcam
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