Logo de Excélsior                                                        
Expresiones

Tijuana y su esplendor cultural

Desde los años 20 del siglo pasado, explica el promotor cultural Pedro Ochoa, los habitantes de esta emblemática ciudad fronteriza han sido los principales impulsores de las actividades artísticas 

Virginia Bautista | 07-10-2017
Fotos: Paola Hidalgo / Archivo

TIJUANA. 

Los tijuanenses han sido, a lo largo de la historia de esta ciudad fronteriza, promotores y constructores vitales de su cultura. Desde los años 20 de la centuria pasada, afirma Pedro Ochoa Palacio, los ciudadanos crearon organizaciones y exigieron instituciones que invitaran a la sociedad a encontrar su identidad y a transformarse a través de las manifestaciones artísticas.

En entrevista con Excélsior, el titular del Centro Cultural Tijuana (Cecut), que el próximo 20 de octubre festejará 35 años, explica que “había un movimiento cultural muy vivo e importante antes de la creación de este organismo” y que el hecho de que éste se haya convertido en “un símbolo de la ciudad, un icono, un emblema” evidencia la gran apuesta social por el arte.

La cultura es ahora interés no sólo de los artistas, investigadores y promotores, sino de todos los ciudadanos. El Cecut ha cambiado a la sociedad y viceversa”, detalla quien ha dirigido a esta dependencia en dos periodos distintos: de 1989 a 1994 y de febrero de 2013 a la fecha.

Con un millón 700 mil visitantes en 2016, el Cecut, organismo de la Secretaría de Cultura federal, es considerado el centro cultural más importante del noroeste del país. Y el apoyo de los bajacalifornianos en su consolidación ha quedado de manifiesto en que, además de los 102 millones de pesos de presupuesto que recibe al año, cuenta con recursos propios que representan cerca de 30 por ciento de esta cifra.

Este interés por la cultura comenzó en los años 20. “Un grupo de ciudadanos creó el Centro Mutualista de Zaragoza para organizar conciertos, reuniones, bailes y conferencias. Y tenía una biblioteca importante, con libros adquiridos por los propios socios”, detalla Ochoa.

En los 30 había una fuerte actividad literaria y teatral. Se publicó un poemario de Vidal y Planas, Luis G. Basurto presentó una temporada de teatro y el joven Fernando Sánchez Mayans escribió en Tijuana Las alas del pez, que se convirtió en Premio Nacional de Teatro. Y se abrieron las librerías Del Parque y Mérida, en las calles Tercera y Segunda”, recuerda.

El promotor evoca que en la década de los 40 el movimiento cultural estaba muy entregado a la música española. “Incluso, una artista de Hollywood montó en la Plaza de Toros la ópera Carmen, con lidia de toros en vivo”.

Dice que el primer espacio público cultural fue el Teatro del IMSS, donde la gente acudió por primera vez a ver una obra con todos los recursos escénicos. “Lo inauguró el presidente López Mateos hacia 1961-62, con una obra con Ignacio López Tarso, El rey Lear, de Shakespeare”.

Ochoa destaca que los años 60 en Tijuana se caracterizaron por los trabajos del promotor Rubén Vizcaíno, que “encabezó los esfuerzos ciudadanos de toda una generación, no son solitarios, sino con el concurso de muchas mentes”.

Vizcaíno fundó, añade, el Seminario de Cultura Mexicana, que permitió organizar conferencias y coloquios. “Mauricio Magdaleno y Carlos Pellicer llegaron a Tijuana por él, convocó a congresos sobre la identidad y la historia de Baja California, creó el suplemento del periódico El Mexicano y fue titular de la Dirección de Acción Cívica del municipio y de Difusión Cultural de la Universidad Autónoma de Baja California”.

Asegura que la cultura de los años 70 se vio enriquecida por la UABC y el primer sistema cultural del estado que creó Jorge Esma desde la Dirección de Asuntos Culturales de la entidad, basado en las casas de la cultura de Tijuana, Mexicali y Ensenada.

 El  parteaguas

 

El director del Cecut piensa que la creación de este foro en 1982 motivó un cambio en todas las áreas de la promoción cultural de Tijuana. “Tenía esta idea de construir imagen a través de la cultura. Por eso, el proyecto original comenzó con la realización especial de la película El Pueblo del Sol para el Cine Planetario, un museo y un teatro”.

Se pensaba que Tijuana, prosigue, era una sociedad sin identidad o que la cercanía con la frontera la ponía en riesgo. “Pero la identidad estaba ahí, sólo había que buscarla y estudiarla, darle valor. Como decía Vizcaíno, opinión que comparto, Tijuana no fue fundada, como las ciudades del centro del país, con un centro ceremonial o una iglesia o un edicto real, sino a partir de la frontera, resultado de la guerra con Estados Unidos. Una pequeña comunidad que empezó a vivir básicamente del comercio y el turismo. Pero ahí están las raíces de la identidad también”.

Añade que el Cecut ha respondido a todas estas inquietudes. “Se modificaron muchos proyectos, se ampliaron visiones, se incorporaron elementos identitarios, se fue ampliando hasta convertirse en un centro cultural que prácticamente puede abordar cualquier expresión artística”.

El promotor aclara que en el acta constitutiva de este espacio, conocido popularmente como La Bola, se destacan estos elementos: proyectar una imagen nítida del México contemporáneo, mantener relación con las comunidades mexicanas del sur de California —“ya está pensado ahí el tema migratorio, la identidad y la cultura no reconocen fronteras”— y estimular la creación artística de los bajacalifornianos.

Dirigido en 35 años por Rodolfo Pataky, Alfredo Álvarez, Virgilio Muñoz, Teresa Vicencio y Pedro Ochoa, el Cecut “ha transformado su infraestructura, programación y objetivos para responder a las expectativas de los tijuanenses”.

Concluye que “se convirtió en un símbolo de la ciudad, en un emblema, según el investigador Néstor García Canclini. Es un trabajo que rebasa lo material, que entra al plano de las identidades”.

Con instalaciones ampliadas, un acervo editorial propio y recursos para adquirir obras de arte, el Cecut celebrará sus 35 años con una programación especial.

Te recomendamos

Tags

Comparte en Redes Sociales