Randy Arozarena, talentoso y de buen corazón

CIUDAD DE MÉXICO.

Los golpes de la vida no tumbaron a Randy Arozarena, menos lo iban a hacer los humeantes lanzamientos de 100 millas por hora.  El ahora jugador Más Valioso de la Serie de Campeonato de la Liga Americana con Rays de Tampa Bay pasó de ser el “flaquito y pequeño con más cualidades para futbolista”, según sus primeros entrenadores, a convertirse en el bateador más temible en la actual postemporada.

La repentina muerte de su padre,  Jesús Arozarena, en un estadio de beisbol, cuando Randy estaba a punto de enfrentar por primera vez a los históricos Industriales en una serie playoffs, le hizo pelear sólo por un sueño: llegar a Grandes Ligas.    

Randy está hoy dónde está gracias a su papá”, expresa Alejandro Hernández amigo del ligamayorista desde los cinco años. “A su papá le gustaba mucho la pelota y siempre luchó para que Randy tuviera su guante y sus zapatos, porque éramos muy pobres. Le conseguía su dinerito para la escuela porque allá en Cuba te vas 15 días y regresas a tu casa tres. Uno lo ve ahora en Grandes Ligas y no sabe lo que ha tenido que pasar. Tres horas parado viajando  en un camión, pasamos hambre y a veces ni agua teníamos y nos dormíamos con sed”, agrega el cubano, quien ahora vive en Florida.   

Arozarena ha tenido en el beisbol los momentos deportivos más importantes, pero también el que marcó su vida.

Con los Naranjeros de Oxkutzacab y en sus inicios en Cuba.

Su papá y el mío eran muy buenos amigos y nos entrenaban. Cuando mi abuela me dio la noticia de la muerte de su papá no lo podía creer. El señor había comido arroz con mariscos, fue al estadio porque iba a jugar Pinar del Río contra Industriales, a Randy lo acababan de subir al primer equipo. Su papá se empezó a sentir mal en el estadio y no podía respirar porque algo de la comida se atoró en su garganta. Lo intentaron llevar al hospital, pero no alcanzó a llegar. ¡Imagínate cómo fue eso! el pueblo entero estuvo en el velorio”, dice el también originario de Arroyos de Mantua.

Alejandro recuerda que desde entonces Randy buscó lo mejor para su familia.

Un amigo de Cuba me habló para decirme que Randy había escapado en una lancha a México, le dije que eso no podría ser porque  él no me había dicho nada. A los pocos minutos sonó mi teléfono y era Randy para decirme que estaba bien, que había llegado a México con unos socios.”

Randy ya había jugado en México sin imaginar que ese primer país que conoció sería clave en su vida. El pelotero participó en el Mundial Juvenil de Beisbol que se realizó en Lagos de Moreno, Jalisco y Aguascalientes en 2011. En ese torneo Cuba cayó en la final ante Estados Unidos, con el equipo estadunidense estaba Austin Meadows, quien ahora es su compañero de equipo y que en aquella competencia fue designado Jugador Más Valioso.

Randy llegó por segunda ocasión a México en 2015, cuando tenía 20 años. Su destino fue Yucatán, en donde no tardó para encontrar acomodo en un equipo de beisbol.

Llegó así sin uniforme, sólo con una maleta y un bat”, recuerda Juan Manuel Puc, quien estaba a cargo del equipo Naranjeros de Oxkutzcab. “Sólo jugó cuatro partidos. Luego nos grabó un video para desearnos suerte en la final de esa temporada”, recuerda el yucateco, quien agrega que se le pagó 2 mil pesos por encuentro.

   Puc cuenta que Arozarena jugaba las paradas cortas y quería batear con su bat de madera, pero en esa liga usaban sólo de aluminio.

Una vez le dejaron batear con madera y dio hit al central. Luego con un texas league anotó desde primera”, relata.

Uno de los entrenadores de ese equipo fue el exreceptor de la Liga Mexicana, Carlos Pacho, quien de inmediato quedó impresionado.

Tenía un swing muy rápido y sabía adaptarse a los pitcheos. Le gustaba analizar a los lanzadores. Corría muy rápido”, comenta Pacho.

Siempre mostró su buen corazón. Cuando ya jugaba en Ligas Mayores con los Cardenales de San Luis vino para organizar una comida de agradecimiento con todo el equipo”.

Por su cariño a México y porque su hija nació en Mérida, está en tramites de naturalización. Su deseo es representar a México en el Clásico Mundial.

Carlos Pérez, de gafas, uno de sus entrenadores a los que más agradece.

RUMBO AL BIG SHOW

 Guillermo Armenta, director de ligas menores de Toros de Tijuana, organización que terminó por  pulir el diamante cubano, destaca la mentalidad de Randy.

En una ocasión se me acercó triste porque ya se habían realizado varios showcases y ningún equipo de Grandes Ligas se había interesado. Entonces le dije para motivarlo: ‘te van a firmar cuando camines de manos de home a primera’. Cuál va siendo mi sorpresa que lo hizo. Es maestro de educación física y  tomó clases de gimnasia.¡Es un atleta espectacular!

Armenta destaca el trabajo en equipo de Toros para que llegara a Grandes Ligas, pero aclara que la medalla es sólo de Randy.

Nosotros sólo le facilitamos las cosas para lo que es ahora. Está tirando chispazos de estrellato, pero viene lo mejor. Cuando lo vi por primera vez en 2015 vi a un súper estrella, pero también es un súper estrella afuera porque es muchacho bien ubicado.”

El directivo de Toros relata una anécdota sobre la facilidad de batearle a cualquier pitcher sin preocuparse por su trayectoria.

Antes del quinto juego contra Yanquis, le dije: ‘te vas a enfrentar otra vez a Gerrit Cole’ y le expliqué qué lanzamientos iba a encontrar. Su respuesta fue ‘¿quién es Gerrit Cole? Ah sí, el de cabello larguito’, dijo. Eso te habla de que no se preocupa por el nombre del lanzador que le va a tocar enfrentar.”

LAS BOTAS DEL PODER

En el clubhouse de los Mayos de Navojoa, de la Liga Mexicana del Pacífico, se encuentran los aficionados más leales de Randy Arozarena. Ahí se festeja ruidosamente cada hit o cuadrangular de su excompañero ahora con la franela de los Rays.

Cuando podemos sacamos los teléfonos y las tablets para ver cómo le está yendo. Decimos: ‘mira ya pegó jonrón el Randy’, todos estamos gritando y brincando. Es increíble que un día lo teníamos aquí de compañero y al otro está dando jonrones en Grandes Ligas”, cuenta Paul León, infield de Mayos.

León es clave en la aparición de las famosas Botas del Poder, que ha presumido Arozarena como su amuleto en Grandes Ligas y de las que su historia inició con Mayos.

Fue un día que llegué con las botas al estadio de Navojoa y Randy  me dijo ‘esas botas meadas ¿qué?, están bien feas. Yo le dije que se las pusiera, que le iban a dar poder. Él ya tenía el uniforme y se las puso y así anduvo en el campo. Ese día pegó jonrón, pero al otro día no las llevé y no le fue bien. Entonces me dijo: ‘no me importa mañana cómo vengas vestido, pero te traes las botas’. Así las estuve llevando diario. Luego ya nos dijo que allá en Estados Unidos se les había quitado a un compañero y que también le habían dado poder.

Es un gran ser humano, siempre  con su buen humor, ojalá le vaya bien en la Serie Mundial”.

Con la organización de los Toros de Tijuana terminó por pulir las herramientas que lo llevaron a Grandes Ligas.

RECONOCE LA PREPARACIÓN EN MÉXICO

Randy Arozarena tuvo una intensa práctica a principios de este año poco antes de reportar a los entrenamientos primaverales con Rays de Tampa Bay, por lo que en diferentes entrevistas aprovecha para agradecer a su instructor mexicano Carlos Pérez   

Estuvimos trabajando siete semanas. Conseguimos que nos prestarán el Kukulcán para poder entrenar, le agradezco que me mencione, pero el talento es de él”, expresó Pérez. “Tiene la facilidad de hacer a los ajustes con cada lanzamiento y eso habla de lo buen bateador que es”.

Las botas del poder que ha hecho famosas en Estados Unidos, una historia que inició en Navojoa. Con su premio de Jugador Más Valioso de la Serie de Campeonato de la Liga Americana.

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