CIUDAD DE MÉXICO.
La fórmula es simple, pero, como toda receta francesa, para poder ejecutarla hay que tener el toque, estilo y sazón, pues si se carece de alguno de estos elementos es fácil acabar haciendo algo que no esté a la altura del legado de una de las culturas automotrices de mayor tradición en la industria automotriz.
Peugeot, muy consciente del riesgo, pero también muy segura de sus capacidades, encargó a Peugeot Sport, su división de autos de carreras, un auténtico GTI, aunque éste no llegará a nuestro país con estas siglas pues, por derechos de autor, pertenecen a Volkswagen. Sin embargo, basta con manejarlo para reconocer que merece el apellido más deseado en la industria de los hatchbacks, pues el talento de la división Peugeot Sport se encargó de poner a punto toda una delicia de auto.
La prolongada cuarentena retrasó la publicación de una de nuestras últimas pruebas de manejo, previas al encierro, la cual realizamos en el autódromo de Amozoc. Ahí, pudimos poner bajo la lupa las capacidades y el talento de un auto equilibrado y de tacto refinado, que se sabe plantar en la pista, el único lugar en el que verdaderamente es posible desnudar a un deportivo de este nivel; cómo extrañamos esos días en los que bastaba con la voluntad para ir a retar un auto que nació para correr sin la necesidad de desplegar todo un protocolo de seguridad y desinfección, hoy en día indispensable para poner un pie en la calle.
Lo primero que llamará la atención de este 308 es su look, uno muy sobrio, alejado de todo el escándalo que suele acompañar a otros vehículos del segmento (como el Type R), esto para Peugeot sale sobrando, ellos prefieren hablar en la pista que gritar en la calle. Un par de acentos rojos, rines de aluminio de 19 pulgadas en color carbono, calipers de freno delanteros rojos con cuatro pistones y discos de 380 mm, entradas de aire exclusivas para esta versión, doble salida de escape y tan tan, salvo los emblemas GT no hay más, para ellos no era necesario.
Al abrir la puerta la cosa cambia, si bien no hay cromo ni llamativas luces que cambien la actitud sóbria del auto, sí es más intenso y huele a otra cosa, se siente como coche caro, bien acabado, bien armado y con buenos materiales. El diseño de los asientos, volante especialmente diseñado para mejorar la sujeción, palanca de velocidades (manual de seis cambios) y pedales son lo que se espera de un hothatch y se hacen acompañar por superficies digitales que se pueden configurar para brindarte la información que tú creas necesaria, gracias al i-cockpit y a la pantalla táctil de 9.7 pulgadas ubicada en el tablero.
MANOS A LA OBRA
Pero la verdadera magia comienza cuando pisamos el freno y tocamos el botón de encendido. En este momento entra en acción la joya de la corona, el corazón de esta fórmula, el motor.
Para poner 270 caballos de fuerza bajo el pie derecho del conductor, Peugeot decidió colocar bajo el cofre un pequeño bloque que, gracias al soplido de su turbocargador, es capaz de extraer de cuatro cilindros un empuje inusual para este tamaño de motor, suficiente para hacerle frente a cualquier desafío.
Aunque la verdadera magia de este auto aparece en cuanto la caja manual de seis velocidades sale a buscar el cambio adecuado para explotar 250 libras-pie de torque que, como en todo buen europeo, llegan temprano y puntuales desde las 1,900 rpm, con esta cifra el empuje es contundente y suficiente para hacerte sentir en un deportivo de cepa. Hasta ahí parece que las calificaciones son buenas, sin embargo cuando de verdad mejoran es cuando se pone a prueba el ritmo y destreza de este auto. La firma preparó una serie de ejercicios para sacar el cobre de su obra de arte.
En el slalom la transferencia de pesos fue mínima, es realmente difícil sacar de balance a este 308; cuando llegó la hora de frenar, el sistema con disco ventilados y ranurados demostraron sus capacidades superiores, nunca perdieron efectividad ni mostraron fatiga y nos detuvieron al auto al mismo nivel de su aceleración, durante la larga jornada, aunque la joya de la corona salió a relucir cuando echaron agua sobre una curva y nos retaron a sacar de balance al hijo predilecto de Peugeot Sport.
Suena a locura, pero con las condiciones ideales para poner a prueba qué tanto las asistencias electrónicas de este 308 lo mantenían bajo control, pisamos el acelerador, y con la velocidad que pudimos alcanzar en poco más de 20 metros, sobre el asfalto mojado, giramos el volante hacia la izquierda para entrar a la curva, esperando el subviraje, el cual nunca llegó. ¡Guau, guau¡ el diferencial autoblocante de deslizamiento de tipo Torsen nos mantuvo como si fuéramos sobre rieles para trazar una trayectoria perfecta, haciéndonos sentir que traíamos puestas las manos de Marcus Grönholm.
El 308 GT es un auto con todo lo necesario para sorprenderte, cargado de tecnología y buenos acabados al que nada le sobra, pues no recurre a la fórmula barata de colgarse lucecitas para llamar la atención. Se sabe plantar con aplomo sobre el asfalto y pone en alto una fórmula que, si te gusta el manejo deportivo, podrás disfrutar, sin atentar en contra del confort.
La mala noticia es que de cuando lo presentaron a la fecha, el auto ha subido de precio y la firma, a la que por cierto le esta yendo muy bien gracias a la solidez de su portafolio de productos, no tenía planeado traer muchas unidades por lo que, de un momento a otro, es un producto que se puede terminar.
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