Les dejaron siete goles y un hotel; Brasil 2014

La Selección de Alemania propinó en este mundial la peor humillación a Brasil, pero también ayudó a la comunidad de Santo André, en Bahía, con la construcción de un paradisiaco resort

Foto: Twitter @DFB_Team
Foto: Twitter @DFB_Team

 

Fue la despedida más triste de Brasil de un mundial. En su propio carnaval les llovieron goles.

Fue en el estadio Mineirao, en Belo Horizonte, donde el Maracanazo tuvo su versión 2.0, que de igual forma siguió siendo una tragedia.

Alemania les endilgó una deshonrosa cruz de siete goles en la semifinal, algo que trajo nuevas e inadvertidas ideas en el futbol brasileño. De pronto, el gigante no era tan alto, ni tan fuerte, tampoco invencible, humillado ante su propia gente.

El llanto se desbordó en millones de mejillas y destrozó la fe de los fanáticos de la
verdeamarelha. Fue como si Alemania abriera las puertas de un panteón y todos los traumas fantasmales aparecieran repentinamente. El luto era completo.

Sin embargo, había un sitio en Brasil en el que quizá no adolecieron los siete goles alemanes.

En Santo André, a unos 600 kilómetros de Bahía, al este de Brasil, había banderas alemanas colgadas en cada esquina. Fue el sitio de concentración de los teutones durante el Mundial con un movimiento atípico, ellos mismos construyeron su hotel.

Cuando Alemania analizó las sedes en Brasil, determinó que lo mejor era la privacidad. Así que desecharon las opciones hoteleras y desde un año antes comenzaron a construir Camp Bahía.

La idea era estar junto al mar, tener acceso a la prístina playa de Santo André y cofraternizar con la comunidad local. Es este un sitio especial, elevado por la naturaleza con el río Joao de Tiba que desemboca en el Océano Atlántico. Existe una protección a los arrecifes de coral y alrededor un tupido bosque. El clima es tropical y húmedo, perfecto para los turistas, además de que sus 900 habitantes son amables al punto de la modestia.

Los alemanes encontraron ahí un terreno de 15 mil metros cuadrados en donde construyeron un resort de 14 viviendas, con gimnasio, spa, cancha de futbol iluminada y piscina. Estaban tan convencidos de ir a Brasil a ganar, que invirtieron 40 millones de dólares, salidos directamente de empresas alemanas como Mercedes Benz, para formar un complejo de 74 suites. El resort fue erigido con piedras brasileñas de tonos beiges y grises, revestidos con crema de Paraná, una roca con alto grado de dureza. La constructora fue Falabretti y asociados bajo el proyecto del arquitecto Sandro Pretti.

Oliver Bierhoff, exdelantero y quien era el director deportivo de la selección alemana, vislumbró que lo mejor era construir un paradisiaco lugar en el que existiera intimidad para los jugadores, pero al mismo tiempo sintiera el calor de la gente brasileña. Llamó al empresario de la moda en Múnich, Christian Hirmer, para proponerle la idea de invertir.

Los jugadores aceptaron que estar en ese lugar los unió más. Se podía observar al técnico Joachim Löw caminar con su asistente Hansi Flick por la playa. El día que llegaron a Santo André, una chalana cargó con los alemanes y su autobús por el rio Joao de Tiba. Algunos jugadores ocupaban su tiempo de descanso en pescar.

La selección alemana heredó el complejo y con ello también cambió las raíces de su idiosincrasia. Conquistó la Copa del Mundo con un futbol fresco y diferente y aunque en todo Brasil lloraron su goleada, en Santo André, hubo aplausos de felicidad por la recompensa de alojar al campeón.

 

cva

 

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