¿Refresco a diario? ¡Cuidado! Así daña tu hígado sin que lo notes

Un solo refresco diario podría comprometer tu hígado: la ciencia advierte un aumento del 60 % en el riesgo de MASLD incluso con bebidas endulzadas artificialmente.

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Beber refresco diario podría causar hígado graso. Foto: Canva.

El consumo habitual de refrescos, jugos industrializados y bebidas “light” no solo se relaciona con el aumento de peso o la diabetes, sino también con un riesgo cada vez más evidente: el desarrollo de enfermedad hepática.

En países como México, donde el consumo de bebidas azucaradas se encuentra entre los más altos del planeta, el impacto en la salud pública es alarmante, revelan instituciones de salud.

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Beber refresco diario podría causar hígado graso. Foto: Canva.

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¿Qué es el hígado graso (MASLD)?

La MASLD (Metabolic dysfunction-Associated Steatotic Liver Disease) es una enfermedad caracterizada por la acumulación excesiva de grasa en el hígado, sin que exista consumo elevado de alcohol.

Es actualmente la forma más común de enfermedad hepática en el mundo, afectando a más del 25 % de la población adulta global, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Aunque puede parecer inofensiva al inicio, esta acumulación grasa puede provocar con el tiempo inflamación crónica, fibrosis (cicatrización del tejido hepático) e incluso evolucionar a cirrosis, con consecuencias similares a las del consumo excesivo de alcohol.

En los casos más graves, la MASLD puede progresar a un cáncer de hígado o requerir un trasplante hepático.

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Beber refresco diario podría causar hígado graso. Foto: Canva.

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Qué dice la ciencia: un vaso al día eleva el riesgo

Una investigación presentada el 6 de octubre de 2025 durante la Semana Europea de Gastroenterología Unida (UEG Week) en Berlín, Alemania, reveló datos preocupantes.

Según el estudio, consumir apenas 250 mililitros (aproximadamente 9 onzas) de una bebida azucarada al día puede aumentar en 50 % el riesgo de desarrollar MASLD.

Aún más alarmante es que las versiones “sin azúcar” o dietéticas tampoco están exentas de riesgos: la misma cantidad podría elevar las probabilidades hasta en 60 %.

Considerando que una lata estándar de refresco contiene 355 mililitros (12 onzas), basta con una porción diaria para generar un impacto significativo en la salud hepática a largo plazo.

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Beber refresco diario podría causar hígado graso. Foto: Canva.

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¿Por qué dañan el hígado? Azúcar libre, microbiota y metabolismo

El investigador Lihe Liu, autor principal del estudio, explica que existen varios mecanismos que podrían explicar esta relación.

En el caso de las bebidas azucaradas, su consumo provoca picos rápidos de glucosa e insulina en la sangre, lo que con el tiempo favorece el aumento de peso y la producción de grasa en el hígado.

Esta acumulación no solo incrementa el riesgo de MASLD, sino que también contribuye a otros problemas metabólicos como resistencia a la insulina, diabetes tipo 2 y síndrome metabólico.

Por su parte, las bebidas endulzadas artificialmente tampoco son inocuas. Aunque no contienen azúcar, pueden alterar el microbioma intestinal —el conjunto de bacterias que influye en la digestión, el sistema inmunológico y el metabolismo—, afectar la sensación de saciedad y estimular el deseo por sabores dulces, lo que fomenta hábitos alimenticios poco saludables. Estos factores, combinados, también pueden favorecer la acumulación de grasa en el hígado.

Según un análisis de Mayo Clinic, existe cada vez más evidencia que vincula el consumo frecuente de edulcorantes artificiales con alteraciones metabólicas, resistencia a la insulina y aumento del apetito, lo que indirectamente puede contribuir al desarrollo de enfermedades hepáticas.

México en el mapa: alto consumo y graves consecuencias

México se encuentra entre los países con mayor consumo de bebidas azucaradas en el mundo. Según datos de la Secretaría de Salud, cada mexicano bebe en promedio 166 litros de refresco al año.

Además, 7 de cada 10 niños y adolescentes consumen estas bebidas a diario, incluso en el desayuno, lo que explica que 4 de cada 10 padezcan sobrepeso u obesidad desde edades tempranas.

Las consecuencias son evidentes. El consumo excesivo de bebidas azucaradas está relacionado con 1 de cada 3 nuevos casos de diabetes y 1 de cada 7 de enfermedades cardiovasculares en el país.

De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2024 se registraron 192,563 muertes por enfermedades cardiovasculares y 112,641 por diabetes mellitus.

Además, el abuso prolongado de estas bebidas puede reducir hasta 10 años de vida saludable, al incrementar el riesgo de cirrosis, daño renal crónico, infartos, hígado graso y otras complicaciones metabólicas.

La evidencia científica es clara: tanto las bebidas azucaradas como las endulzadas artificialmente tienen un impacto profundo en la salud hepática y metabólica. Su consumo frecuente no solo aumenta el riesgo de hígado graso, sino que también contribuye al desarrollo de diabetes, enfermedades cardiovasculares y cirrosis.

Frente a este panorama, la mejor estrategia no es buscar alternativas “sin azúcar”, sino reducir drásticamente su consumo y promover hábitos más saludables desde la infancia. Apostar por la prevención puede marcar la diferencia entre vivir con complicaciones crónicas o disfrutar de una vida plena y saludable.