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Narconovela

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

Hincado y con los brazos en la cabeza. El rostro, más que triste, derrotado. El hombre que hizo tratos con el Cártel de Cali y el de Medellín, el que sentó en la misma mesa a los Arellano Félix, Joaquín Guzmán Loera, Rafael Caro Quintero, Amado Carrillo Fuentes, Héctor Luis Palma Salazar y a Ernesto Fonseca. Ahí, en una terraza, con la mirada inquieta, buscando un último resquicio para un escape que se antoja casi imposible. Así se ve a Miguel Ángel Félix Gallardo sometido por Guillermo González Calderoni. De súbito llega la oportunidad: la promesa de revelaciones para ganar notoriedad y un maletín lleno de dólares. Es cuestión de segundos. La vida del comandante cambiaría. Lujos, muchos, todos. Y un ascenso garantizado. Cuánta información proveería a sus jefes en el gobierno y, al mismo tiempo, se pregunta cuánto dinero habrá en ese maletín que le ofrecen. Fue un segundo, la decisión se tomó y su vida cambió para siempre. Todo en un segundo. Sus bolsillos llenos y un criminal suelto. En un instante se corrompió.

Son momentos de ficción basados en una realidad. Es el trance de alguno de los capítulos de Narcos: México, la serie de Netflix estrenada y disponible que narra los días, aquellos en que comenzó una guerra que, como la misma producción lo dice, aún no termina. Y vaya que a la ficción le gusta jugar a la realidad. O vaya que a la realidad le gusta rebasar a la ficción. El estreno de la serie de streaming, protagonizada por Diego Luna, coincide con el inicio del juicio de uno de los personajes de la misma: El Chapo, Joaquín Guzmán Loera. Y el proceso avanza con momentos que parecen guión cinematográfico... o de serie de televisión. Nombres e incendio. Eso es lo que, hasta hoy, ha generado lo que se vive en una corte en Nueva York. Ya se habló del expresidente Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto. Aquí lo escribimos, la mancha quedó, el objetivo se alcanzó. Estrategia penal exitosa: generó ruido. Pero se han escuchado otros señalamientos y personajes: funcionarios de la PGR, del Ejército mexicano, de la Interpol. Hasta los nombres de los cantantes Gerardo Ortiz y el fallecido Valentín Elizalde. Incluso se habló del plan de El Chapo para asesinar a José Luis Santiago Vasconcelos, exsubprocurador de la PGR, quien murió en aquel accidente cerca de la Fuente de Petróleos, a bordo de la misma avioneta en la que viajaba Juan Camilo Mouriño, entonces secretario de Gobernación, en 2008. Defensa o acusación, uno de los testigos principales de la fiscalía, Jesús El Rey Zambada, no ha parado de escandalizar y el eco de esto ha ido más allá de la Corte. Nombres y detalles de crímenes que incluso en la ficción rebasarían los límites. Todas las formas son posibles, todas los caminos andantes mientras lleven a la permanencia del poder.

En el quinto día, Genaro García Luna, quien estuvo al frente de la extinta AFI y, posteriormente, fue secretario de Seguridad Pública durante el sexenio de Felipe Calderón, fue mencionado como destinatario de, al menos, ocho millones de dólares que le habría entregado en mano el mismo Rey Zambada a cambio de protección. No hay, al momento, un desmentido del señalado. Quien sí negó haber formado parte de esta red de corrupción fue Gabriel Regino, quien, según la declaración del narcotraficante que hoy coopera con el gobierno estadunidense, recibió varios miles de dólares cuando era subsecretario de Seguridad Pública en el gobierno de AMLO en la Ciudad de México: “Los testigos colaboradores llegan a acuerdos con la Fiscalía para exponer una versión que soporte la acusación. A cambio se obtienen diversos tipos de beneficios. Reducción de pena o identidad reservada con libertad. La credibilidad del testigo va a depender de los datos que pueda proporcionar. Si son ciertos o no, eso no importa. Se trata de persuadir a un jurado...”, escribió ayer el abogado penalista en su cuenta de Twitter.

Y es que, aunque sí, incendiarias y escandalosas, las acusaciones tienen un objetivo: ser estrategia para hundir a quien es juzgado.“¿Usted sabe lo que es una telenovela?”, preguntó la defensa de El Chapo al Rey Zambada en una de las audiencias. Y es que, sin pruebas, todo queda en eso.

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