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Los efectos perversos

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

Que levante la mano quien no quiera que se acabe con el huachicol. La ordeña de los ductos y la venta en el mercado negro le ha costado miles de millones de pesos a nuestro país. Y sí, López Obrador tiene razón. No es un asunto nuevo, poco hicieron gobiernos pasados. La evidencia nos dice que en los últimos años éste se convirtió en un negocio redituable y en expansión. Por ello repito: ¿quién se opone a su combate? Nadie con un mínimo de sensatez reconoce que es necesario debilitar esas redes de mercado negro, pero viene la siguiente interrogante: ¿así?

La estrategia del gobierno está plagada de errores que eran previsibles; omisiones que permiten consecuencias que pudieron evitarse, si y sólo si hubiera existido una planeación quirúrgicamente trazada. Lo que hoy tenemos, además de desabasto de gasolina y larguísimas filas en estaciones de servicio, son caminos para efectos perversos, contrarios a la idea de combate contra uno de los delitos más costosos a la economía del país:

NUEVO HUACHICOL. Cerrar ductos para evitar la ordeña. Terminar el abasto del huachicol, pero provocando, además de caos asociado al desabasto por la pésima planeación del suministro, una demanda no atendida que busca a cualquier costo satisfacerse. No es la ciudadanía, es una ley elemental de la microeconomía: la escasez y/o la prohibición generan mercados negros. Queriendo combatir al huachicoleo han terminado por abrirle ventana de negocio a los “nuevos miniempresarios del huachicol”, que si bien no son parte de un cártel, sí emplean las mismas técnicas de acaparamiento e informalidad. Ya se ha podido documentar en Jalisco, en Michoacán, en Guanajuato y en la CDMX.

EL DESABASTO PEGA A TODAS LAS CLASES. Y a la población más vulnerable. Ante la falta de combustible, la movilidad de miles de ciudadanos se ve afectada. ¿Cómo lo resuelve quien debe recorrer 20 kilómetros para llegar a su trabajo? ¿A su escuela? No se trata sólo del uso del auto de manera privada, sino del transporte público, que se colapsa ante el aumento de usuarios de un día a otro. Pero también los pequeños empresarios: por ejemplo a la tiendita de la esquina, le es mucho más difícil surtirse que a los grandes almacenes. O aquellos dedicados al cultivo que no pueden enviar sus productos con la prontitud habitual, ¿cuántas cosechas se echarán a perder a la espera de la ruta a su destino final? Despachadores de estaciones de servicio han tenido que optar por limpiar parabrisas para completar su día. Ya veremos qué pasa cuando estos golpes se reflejen, inevitablemente, en los precios de la canasta básica.

Y A TODOS LOS SECTORES. La falta de gasolina tiene consecuencias negativas más allá del sector comercial. Niños y jóvenes que no llegan a la escuela porque no hay medio de transporte. Personal que falta a su trabajo por no tener alternativas para llegar a su centro laboral. O ciudadanos que pasan horas en el tránsito ante el desabasto. En Nezahualcóyotl policías tienen que patrullar en bicicleta porque sus vehículos no tenían gasolina.

¿Y LAS DETENCIONES? En Michoacán cumplieron ya 22 días de desabasto. Hay promesas de reabastecimiento a partir de este fin de semana, pero la gran ausencia de esta estrategia son las detenciones. ¿O el asunto se acaba sólo cerrando los ductos? Eso es tan errado como pensar que con el cierre de cantinas se acaba con alcoholismo. Hay responsables del huachicol, ¿cuándo tendremos nombres y detenciones? Al combate puesto en marcha por el gobierno  le hace falta  rigor.

¿Y EL FUTURO? También está ausente la alternativa una vez que se reabran los ductos, ¿o nos condenarán a una distribución del siglo pasado. A estas alturas, está ampliamente documentado que el uso de pipas, además de lento e insuficiente, es catorce veces más caro. ¿En verdad seguiremos gastando en ello? ¿De qué servirá el ahorro de dos mil 500 millones de pesos anunciado hace un par de días por AMLO si todo podría irse en la nueva vía de distribución? 

Si tan sólo los puntos anteriores encontraran respuesta. De nueva cuenta: ni en la Secretaría de Energía ni en Pemex ni en Profeco. Nadie ha querido tomar llamadas para siquiera hacer un intento de control de daños. Ya no digamos, responder lo anteriormente expuesto.

ADDENDUM. Y por si fuera poco, #MeCuentan, que este año no hubo importación de reservas de combustible para el mes de diciembre, el mes con la más alta demanda. ¿Falta de experiencia o técnicos que salieron más malos que a los “malos técnicos” neoliberales, como les gusta llamarlos?

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