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Días contados

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

Varios días de llevar la cuenta. Ya se quiere ir. Las redes, sus redes, nos lo dicen. Poco, siendo generosos, hemos visto del gobierno federal tras el 1 de julio. A pesar de las sugerencias, como la hecha ayer por Enrique Peña Nieto sobre los elementos que deberían usarse para evaluar su gestión, la historia es quien nos dice, siempre, cómo recordamos a nuestros presidentes. Porque ellos no permanecen en la memoria por las autopistas, hospitales o escuelas inauguradas. A los presidentes se les recuerda por el Estado que construyeron y que se deconstruyó en el imaginario colectivo a consecuencia de sus actos. A Vicente Fox nadie puede restarle mérito al éxtasis democrático que provocó y que permitió que, por primera vez, el PRI saliera de Los Pinos. Es la primera figura de la alternancia del México contemporáneo. Más allá de los resultados, su figura representa el primer “sí se pudo”. A Felipe Calderón, tras una elección y un posresultados sumamente complicado, la guerra contra el narcotráfico se hizo parte de su sombra. A donde quiera que va, ahí está junto a él.

¿Cómo cree Enrique Peña Nieto que será recordado? Al ver el manejo que ha hecho de sus redes sociales en los últimos días, al parecer, se despide de un país que no es el nuestro. Tan sólo hay que leer los últimos movimientos que se incluirán a esa larga, larguísima y vergonzosa lista de fallas, pero que son —¿quién dirá lo contrario?— el signo de su gestión: el caso Odebrecht no se abrirá sino hasta dentro de cinco años, la PGR (que pasó más de un año con encargado de despacho) pasará por alto la orden del INAI; argumenta que abrirlo ahora dañaría “el buen nombre” de los involucrados. México seguirá, hasta el 2023, como el único país sin castigo en el escándalo de corrupción que envolvió a varios países en el mundo. Impunidad, en resumen. Ayer, una investigación periodística reveló que dos periodistas, colegas de Javier Valdez, fueron atacados, días después del asesinato del periodista de Río Doce, con Pegasus, el software espía que otra investigación, publicada hace poco más de un año, vinculó al gobierno mexicano. Impunidad y, claro, abuso de poder. No entendieron nunca.

No pocos son los casos en que nos dijeron que ésta era la marca. Hoy, se despiden añorando una realidad que nunca formó parte de la que se vive en las calles. Enrique Peña Nieto se va con la peor evaluación en los últimos sexenios. Apenas 24%, según Consulta Mitofsky. Se van y dejan a un México enfrentado. Y porque tal vez esto sea mucho, horas antes de entregar la banda presidencial, EPN otorgará a Jared Kushner la Orden del Águila Azteca, el máximo reconocimiento que el gobierno mexicano hace a un ciudadano extranjero. Argumentan que por sus contribuciones en la renegociación de lo que hoy es el T-MEC; y aunque, efectivamente, pueda haber contribuido enormemente a que así fuera, es la historia y no el desatino político la que habrá de reconocerlo. Porque es el peor momento posible: con una crisis migratoria en Tijuana, como no se había visto ninguna antes. Será un cierre inolvidable, ni quien lo dude: por el tinte demencial de esa condecoración en el peor momento posible.

El PRI sale de Los Pinos porque sus representantes se encargaron de pavimentar su propio camino empedrado de salida. Mientras en el escenario explotaban su espíritu reformista, ése prometido en campaña, tras bambalinas aceitaban ese camino de privilegios que en la campaña jugó en su contra, pues se convirtió en elemento del discurso de quien está a dos días de ser el Presidente. Hoy no hay ni un dejo de brillo de esos meses de luna de miel que disfrutaron por algunos meses. Para el final del sexenio ya no hubo portadas con gestos heroicos, tampoco editoriales en el extranjero que reconocieran lo alcanzado. Incluso ellos mismos se encargaron de desdibujarse. Pudieron hacer de esta campaña un proceso sumamente competitivo, tenían al candidato para lograrlo, pero optaron por inflar ese costal de omisiones que hoy tienen prisa por cargar en la mudanza. Los últimos han sido meses “de un expresidente en funciones”, dice más de un colega. Así de mucha es la prisa del gobierno, de ese gobierno que nos auguraba un futuro prometedor hace seis años. Mañana vendrá la foto en Instagram que nos recuerda que a Enrique Peña Nieto le queda un día en el poder. A partir del sábado, vendrá el momento de que ocupe su lugar en la historia, pero habrá que recordarle que éste se le atribuirá a partir de la deconstrucción colectiva que se alimentará por los hechos, más que a partir sólo del capricho o los deseos.

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