El gato está por llegar, aunque los ratones hagan fiesta
Feliz cumpleaños, Robin. El jueves 24 de octubre fue un día de noticias explosivas. “Atentado con coche bomba al exterior del edificio de seguridad pública de Acámbaro”, reportaban las autoridades tras el estallido que devastó el edificio. “Se encuentran tres ...
Feliz cumpleaños, Robin.
El jueves 24 de octubre fue un día de noticias explosivas. “Atentado con coche bomba al exterior del edificio de seguridad pública de Acámbaro”, reportaban las autoridades tras el estallido que devastó el edificio. “Se encuentran tres policías lesionados, de los cuales es una femenina que fue trasladada grave a un hospital y dos masculinos con lesiones superficiales que no requirieron traslado a ningún nosocomio”. Unas horas antes, a las 05:40 de la madrugada, otro vehículo similar había sido detonado en el municipio vecino de Jerécuaro.
“Los hechos registrados esta mañana en los municipios de Acámbaro y Jerécuaro son actos que de ninguna manera van a frenar el trabajo coordinado entre los tres órdenes de gobierno para traer la paz a Guanajuato”, afirmaría la gobernadora un poco más tarde. “No se puede catalogar como terrorismo”, se apresuró a declarar la Presidenta de la República al día siguiente. “En estas agresiones que hubo en Guanajuato, esto es por una disputa de territorio, esto es por droga; el terrorismo tiene tintes ideológicos, religiosos, etcétera”, explicaría en la misma conferencia mañanera el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana. La ley es la ley, sin embargo…
“En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los Tratados Internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte”, señala en su inicio el artículo 1º de nuestra Carta Magna, estableciendo la prelación de los ordenamientos a los que se somete el orden jurídico nacional. En ese sentido, el 15 de diciembre de 1997 la Asamblea General de las Naciones Unidas emitió la resolución A/RES/52/164, en la que se definen los términos del Convenio Internacional para la Represión de los Atentados Terroristas Cometidos con Bombas, mismo que fue ratificado por nuestro país el 20 de enero de 2003 y, en consecuencia, forma parte de nuestra legislación vigente.
“Comete delito en el sentido del presente Convenio quien ilícita e intencionadamente entrega, coloca, arroja o detona un artefacto o sustancia explosivo u otro artefacto mortífero en o contra un lugar de uso público, una instalación pública o de gobierno, una red de transporte público o una instalación de infraestructura”, señala el artículo 2º de dicha resolución, estableciendo dos supuestos que en nada tienen que ver con las declaraciones realizadas por nuestras autoridades: “a) Con el propósito de causar la muerte o graves lesiones corporales”, primero que nada, y “b) Con el propósito de causar una destrucción significativa de ese lugar, instalación o red que produzca o pueda producir un gran perjuicio económico”, indica. Al mismo tiempo, el ordenamiento sanciona la mera tentativa, así como la cooperación de terceros para la realización del atentado: de los tintes ideológicos aducidos por el secretario de Seguridad, ni media palabra.
Los países signatarios tuvieron la oportunidad de expresar sus reservas: en su momento, nuestro país se concentró en la definición de la jurisdicción nacional en el caso que el acto de terrorismo hubiera sido cometido en contra de mexicanos; el presunto responsable se encontrase en territorio nacional, y no hubiera sido juzgado en el país donde la ofensa fuera cometida, además de las previsiones en caso de que fuesen cometidos en nuestras embajadas o consulados, o hubieran sucedido en el exterior con el fin de producir efectos en nuestro territorio. EU, por su parte, ejerció su derecho a no someterse a lo dispuesto en la fracción 1 del artículo 20 del mismo ordenamiento, que señala una negociación previa a cualquier tipo de intervención por parte de la nación que se declare agredida: en estos momentos la norma se encuentra vigente, y bastaría la afectación de cualquier interés estadunidense para invocar su aplicabilidad sin importar sus consecuencias políticas. El gato está por llegar, aunque los ratones hagan fiestas: el riesgo es real, y muy presente, y el 20 de enero está tan sólo a la vuelta de la esquina.
