Aunque nos vuelvan a poner las vallas
Pronto llegará el momento en que la administración enfrente las consecuencias de su propia desmesura.
- Pronto llegará el momento en que la administración enfrente las consecuencias de su propia desmesura.
A mis hijas
“¡Que pongan las vallas!", ordenó el reyezuelo, molesto, cuando vio aproximarse a los súbditos a los que no quería escuchar, cargando pancartas y vestidos de color rosa. “Que las quiten ahora", indicaría, entusiasmado, cuando su heredera tomó las mismas calles para prometer continuidad “con cambio" al proyecto que iniciaron juntos. “Que siga la corrupción", ofrecería la candidata, sin darse cuenta.
“Que instalen las vallas”, volverá a escucharse en el Palacio Virreinal, sin duda, conforme se acerque el 8 de marzo. La gestión del presidente ha estado plagada de errores –como cualquier otra administración– pero, en el caso específico de las mujeres, las repercusiones de las fallas del gobierno no sólo se han reflejado en la pérdida innecesaria de vidas humanas, sino en detrimento de la calidad de vida para la población en general y la normalización de situaciones inaceptables. El recorte a la prevención y tratamiento del cáncer de mama, la traición a las madres buscadoras; la desaparición de las estancias infantiles, el incremento desmedido de feminicidios e incidentes de violencia doméstica. La venta de niñas indígenas, solapada por el mandatario…
López Obrador les falló a las mujeres, y sabe que ésta será la última oportunidad que tendrán para reclamárselo: las feministas tomarán las calles en unos días y el autócrata sólo se atreverá a observarlas –entre el miedo y el rencor– desde atrás de una cortina. El proceso electoral está en marcha, pero –en vísperas del 8M– el tema no deberían ser las campañas ni el género de las candidatas, sino la situación actual de las mujeres en nuestro país, como consecuencia de políticas públicas a las que pretende darse continuidad bajo la retórica del ‘segundo piso’. El Presidente se equivocó, y sus errores han costado vidas; el mandatario se ha seguido equivocando, y sus adeptos han normalizado sus errores con devoción –incluso– religiosa. Las mujeres, en esta administración, han sido abandonadas.
La tensión se acumula conforme el sexenio se agota: el 8 de marzo no será un día de campo para nadie, pero mucho menos para el autócrata que se resiste a entender que el poder se le extingue y escurre entre sus dedos. El autócrata que se refugia en las encuestas, y hace planes para un futuro del que no habrá de disfrutar las mieles, sino por el que tendrá que enfrentar responsabilidades históricas. A las protestas del día 8 le seguirán las del 22 de marzo, Día Mundial del Agua; al aniversario de la declaración del covid como emergencia sanitaria, el 30 de marzo, se sumará al Día Mundial de la Salud, el 7 de abril. El 18 de abril, se conmemora el Día internacional de los Monumentos y Sitios; el 22 de abril, el Día Internacional de la Madre Tierra. El 1 de mayo es el Día del Trabajo; el 3 de mayo, el Día Mundial de la Libertad de Prensa. El 10 de mayo, el Día de la Madre; el 15 de mayo, Día Internacional de las Familias. El 28 de mayo, Día Mundial del Hambre; el día 28, también, el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres. Causas urgentes, causas justas: causas comunes, cuya defensa requerirá la participación de la participación entera.
El sexenio se agota, y la popularidad termina: los agravios no han sido gratuitos, y muy pronto llegará el momento en que la administración enfrente las consecuencias de su propia desmesura en perjuicio de la sociedad. Vivimos momentos históricos, que requieren de una ciudadanía unida en la defensa de sus colectivos más desfavorecidos: las mujeres, sobra decirlo, tienen todas las razones para estar enojadas, y, todo el derecho de manifestarse en contra de las injusticias que están viviendo. Al resto, en esta ocasión, sólo nos queda la obligación de apoyarlas. Aunque nos vuelvan a poner las vallas. Aunque nos llamen conspiradores.
