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La infancia, amenazada

Martín Espinosa

Martín Espinosa

En estos tiempos de turbulencia que vive México, los líderes políticos se han “enfrascado” en un debate que resulta inútil en cuanto a la forma en que la sociedad superará el clima de violencia, que cada vez escala con mayor grado de virulencia, el nivel de los delitos que se registran a diario por diversos rumbos del territorio nacional. Mientras unos hablan del rediseño de estrategias de combate a los criminales con trabajo de inteligencia y de contención a través de los cuerpos policiacos, otros hablan de atacar las causas que nos colocaron en la situación en la que hoy nos encontramos; es decir, las causas sociales de la violencia, como la pobreza y la desigualdad, que se fueron ampliando en los últimos años.

Más allá de los “fuchis” a los delincuentes, lo que pocos han visto en estos tiempos es el futuro inmediato que le depara a nuestros niños y adolescentes en los años por venir, si tomamos en cuenta los actuales indicadores entre los que se desenvuelve la niñez mexicana.

Veamos: en México viven 39.2 millones de niñas, niños y adolescentes de cero a 17 años, lo que representa 32.8 por ciento de la población total, de acuerdo con la Encuesta Intercensal 2015 elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Dicha población ha aumentado ligeramente en las últimas décadas, aunque su participación porcentual disminuyó, puesto que en 1990 el número ascendió a 37.1 millones, y su proporción respecto del total de la población era del 45.7 por ciento.

Datos de la encuesta señalan que el número de niños menores de cinco años es de 10.5 millones, 22.2 millones se encuentran en edad escolar (de 5 a 14 años), en tanto que 6.4 millones son adolescentes entre 15 y 17 años.

La población infantil entre 5 y 17 años asciende a 29.3 millones; de ellos, 3.2 millones son explotados laboralmente y se estima que 460 mil han pasado a engrosar las filas de las organizaciones criminales.

Desde 2006, cuando en México se inició la llamada “guerra contra el narcotráfico”, diversos informes han alertado que niñas, niños y adolescentes representan uno de los grupos más afectados por diversas formas de violencia y de vulneración a sus derechos, así como por el actuar del crimen organizado.

Hace 4 años, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) estimaba que 30 mil niños y niñas cooperaban con grupos criminales en diversas funciones. Para 2018, la cifra se calculaba en 460 mil menores reclutados por el narco en México, con base en cifras de Alfonso Durazo, actual secretario de Seguridad Pública del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. De esta forma, se habría registrado un incremento del 153 por ciento.

En el caso mexicano, la CIDH destacó que de acuerdo con la información proporcionada por el Estado, se desprende que los niños son integrados a organizaciones criminales a partir de los 10 u 11 años de edad, o incluso antes, “para trabajar para traficantes, ya sea de productos ilícitos (drogas o armas) o de personas (burreros), como para realizar asaltos, agresiones y secuestros”.

Recientemente, un adolescente de 14 años fue detenido en la alcaldía de Cuauhtémoc –en el centro de la Ciudad de México– tras amagar con una pistola a una persona que acababa de retirar dinero de una sucursal bancaria. No se nos olvide tampoco, el niño sicario de Morelos detenido en 2010, quien a sus 12 años confesó haber decapitado al menos a 4 personas.

Desde 2011, la Red por los Derechos de la Infancia (Redim), una organización que trabaja en los impactos que tiene la violencia en la niñez mexicana, alertaba que el Estado mexicano cada día ofrece menos oportunidades de desarrollo a niños, niñas y jóvenes, quienes además ahora son testigos y víctimas de una guerra declarada contra el crimen organizado.

“Aunque no se tiene la plena certeza sobre el número de niños involucrados en actividades delictivas del crimen organizado, pues las autoridades no se han preocupado en elaborar estadísticas con cifras oficiales, se hablan de aproximadamente 30 mil niños y niñas que cooperan con los grupos criminales de varias formas y están involucrados en la comisión de 22 delitos diferentes”, resalta la Red.

Si de resolver el problema de la violencia se trata, no debemos olvidar que el Estado está en deuda con quienes en unos años serán los jóvenes y adultos de este país.

 

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