Logo de Excélsior                                                        

La pesadilla argentina

Manuel Gómez Granados

Manuel Gómez Granados

 

La semana que concluye hoy abonó a construir el escenario en el que tendrá lugar la primera (y muy probablemente única) vuelta de la elección presidencial argentina, a celebrarse el 27 de octubre de este año.

Ésa es, además, la segunda elección presidencial en ese país que ocurrirá durante el pontificado del primer Papa argentino, realidad compleja a la que hay que agregar el factor de profunda crisis económica desde, al menos, el último año.

Como ocurrió hace cuatro años, el trajín de Roma a Buenos Aires es incesante, e incluye no sólo a personas, sino toneladas de rumores acerca del papel, real o imaginario, que el papa Francisco desempeña en la campaña. La diferencia, que no es poca, respecto de la elección anterior, es que ahora es Mauricio Macri quien ha sumido a Argentina en una crisis de la que no se ve una salida clara y para la que el voto de castigo que él y su coalición ha recibido, no parece ofrecer una solución más o menos viable.

Eso es algo que el propio Macri parece reconocer, de manera tardía, cuando uno considera las medidas que ha anunciado en esta semana que recién concluyó, y que incluye gravar alimentos, bebidas y medicamentos con IVA de tasa cero, además de congelar las tasas de interés para préstamos hipotecarios.

El problema de estas medidas es que para que hubieran tenido algún efecto en el desarrollo de la elección, tendrían que haberse promovido hace un año, cuando lo peor de la crisis asomó el rostro, en lugar de hacerlo ahora, a dos meses de la elección, como muestra de desesperación ante lo que parece ser la inevitable victoria de Alberto Fernández y Cristina Fernández, viuda de Néstor Kirchner.

Lamentablemente, una extraña coalición de medios financieros internacionales, como The Financial Times y de los medios católicos más reaccionarios, como el británico The Catholic Herald, han encontrado en la coyuntura argentina la ocasión ideal para culpar a Francisco de la inminente derrota de Macri. Lo que hermana al Times y al Herald, entre otros medios, es la ignorancia de la historia argentina, así como el interés de acabar con el pontificado actual pues, como lo señaló Steve Bannon, el expublicista de Donald Trump, “Francisco es el enemigo”.

Eso es lo que explica que a principios de la semana que termina, el Times haya publicado una fantasiosa narración de la manera en que, según ellos, Francisco intervino en la elección al reunirse con Fernández. La especie fue rápidamente desmentida por la agencia de información de los obispos católicos de Argentina, así como por otros medios católicos en español.

Religión Digital, un portal radicado en España, publicó una reseña de los dos encuentros de Francisco con el candidato Fernández (http://bit.ly/FcoMeReconcilio), que evidencia que más bien fue Fernández quien entendió qué tan importante es acercarse al Papa y lo hizo.

La Nación, el decano del periodismo argentino, publicó otro material (http://bit.ly/PuentesFranciscoArgentina), que da cuenta de cómo fue el peronismo el que entendió lo importante de esa relación y la construyó, a diferencia de Macri y su equipo que, como en otros ámbitos, le apostó todo al descrédito de la expresidenta Cristina Fernández.

Ello sin olvidar que la gestión de Macri ha sido, por donde se le vea, un desastre para la economía de su país. Paradójicamente, la razón por la que Macri ganó en 2015 fue que supuestamente él sí conocía los mercados internacionales. A pesar de ello, entre diciembre de 2015, cuando Macri asumió, y diciembre de 2018 se han registrado alzas de más de 1600 por ciento en la electricidad, de más de 700 y 500 por ciento en el gas doméstico y el agua, respectivamente, y de más de 200 por ciento en el transporte público y combustibles distintos al gas doméstico. La tasa de inflación oficial ha sido 158 por ciento, con alzas en la cotización del peso frente al dólar del orden de 290 por ciento y un crecimiento de la pobreza de 33 por ciento, en el mismo periodo.

En este sentido, lo que la derecha global parece no entender es que, con o sin el apoyo del papa Francisco, no hay gobierno que pueda ganar una elección con esos números.

 

Comparte en Redes Sociales

Más de Manuel Gómez Granados