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El laberinto argentino

Manuel Gómez Granados

Manuel Gómez Granados

El 11 de agosto se celebrarán en Argentina las elecciones presidenciales primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias, las llamadas PASO.

Un poco después, el 27 de octubre, tendrán lugar las elecciones presidenciales como tales. Si ninguno de los candidatos las gana con al menos 45 por ciento del total de los votos o si ninguno las gana con más del 40 por ciento y al menos diez por ciento de diferencia respecto del segundo lugar, tendría lugar la segunda vuelta presidencial el 24 de noviembre.

Se sabe que Cambiemos, la coalición en el gobierno, llevará (a menos que algo inesperado ocurra) al actual presidente Mauricio Macri como candidato, mientras que respecto del peronismo hay aún dudas acerca de si será la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner o alguien cercano a ella.

Lo que es un hecho es que serán elecciones muy difíciles para Macri y su gobierno. La razón de ello hay que buscarla en los excesos del propio Macri y su equipo más cercano, que dilapidaron las expectativas que había creado su triunfo en 2015.

Esos excesos hicieron que Argentina viviera una más de sus crisis cambiarias, con fuertes ajustes tanto en el tipo de cambio del peso argentino contra el dólar, como en materia de inflación.

Una prueba de qué tan difícil será para Macri lograr su reelección está en el resultado de las elecciones que el domingo próximo pasado tuvieron lugar en ocho provincias. La más importante de todas fue la que se celebró en Córdoba. Ahí, los candidatos del peronismo unido, encabezados por el ahora gobernador electo Juan Schiaretti derrotaron a Cambiemos y —sobre todo— a la Unión Cívica Radical uno de los socios de Cambiemos, que solía tener en Córdoba, desde principios del siglo pasado, un bastión y reserva de votos tanto para las elecciones locales, como para las nacionales.

El descalabro en las locales de mayo no se limitó a Córdoba. Incluyó a otras siete provincias argentinas, entre las que destaca Santa Fe que es, luego de la provincia de Buenos Aires, la ciudad homónima y Córdoba, la más importante de Argentina. Las razones del descalabro son debatibles, pero casi todos los analistas coinciden en señalar que las turbulencias financieras que llevaron la cotización del peso frente al dólar a la banda de las 46 unidades por cada billete de Estados Unidos fueron un factor determinante.

Sin embargo, sería absurdo perder de vista que, en Córdoba, el macrismo se presentó a la elección profundamente dividido. Originalmente, el candidato de Cambiemos y la Unión Cívica Radical iba a ser Mario Negri. Al final lo fue, pero sólo de Cambiemos, pues la UCR postuló por su cuenta a Ramón Mestre. Con el voto cercano a Macri dividido, los peronistas tuvieron un día de campo.

Ahora la pregunta es qué ocurrirá en la elección nacional. ¿Cambiemos y la UCR habrán aprendido la lección o no? Sobre todo, ¿Macri habrá entendido la lección cordobesa?

Lamentablemente, todo parece indicar que no. Macri ya habría podido comprender que no existen condiciones que garanticen su reelección. Más bien al contrario. A pesar de ello, lejos de favorecer el que su vicepresidenta, Marta Gabriela Michetti, la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, la diputada Lilita Carrió, o algún otro dirigente de Cambiemos sea el candidato presidencial, Macri se aferra a lo que ahora parece ser un muy improbable triunfo ante Fernández.

La apuesta de Macri está fundada en la posibilidad, más bien remota, de que la justicia argentina encuentre culpable a Fernández de delitos que muy probablemente ocurrieron, pero que serán muy difíciles de resolver en las próximas semanas.

Es una apuesta que, además, pide a los argentinos olvidar los errores de Macri con las finanzas públicas, que opacan las cosas positivas que, existieron a lo largo de estos cuatro años, como las mejoras en el transporte público, pero que no logran compensar las alzas en las tasas de interés y la inflación, así como el desplome en la cotización del peso frente al dólar, además de las desavenencias internas en el macrismo que, como ya se señaló para el caso de Córdoba, fueron determinantes en su derrota allí.

 

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