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La otra realidad

Luis de la Barreda Solórzano

Luis de la Barreda Solórzano

El Presidente, sus funcionarios, su partido, sus legisladores y un importante segmento de sus idólatras describen una realidad que poco o nada se parece a la realidad constatable objetivamente incluso con datos oficiales y evidencias incontestables. Se pretende así justificar acciones, omisiones y dogmas de la autodenominada Cuarta Transformación. 

En esa narrativa, que no se inhibe ante la cursilería más ramplona, el Presidente encarna al pueblo, la patria y la nación. Así lo califican sus senadores sin que él se ruborice, pues no les ha hecho un llamado al pudor. Que un gobernante sea tal encarnación supone que todo lo que decida es decisión del pueblo, la patria y la nación. De ahí que se tilde de traidores a la patria a quienes no se pliegan a sus designios. 

 La gran obra del nuevo aeropuerto internacional se destruyó porque así lo quiso el Presidente pues, según acusó, en los contratos había corrupción, sin que se hubiera abierto un solo procedimiento administrativo para castigar a los corruptos. No importó tirar a la basura cientos de miles de millones de pesos de nuestros impuestos ni privarnos de un aeropuerto de clase mundial. 

 La respuesta gubernamental a la pandemia de covid-19 causó más de 600,000 muertos, pero en el discurso presidencial el manejo que se dio al problema es un ejemplo para el mundo. Se destruyó un sistema de salud para erigir otro “como el de Dinamarca”, prometió el Presidente, pero se dejó a millones de mexicanos indefensos ante las enfermedades que ocasionan gastos catastróficos y se provocó un desabasto de medicamentos que incluso ha dejado a los niños con cáncer sin los que requiere su tratamiento. 

 El Presidente proclama que gracias a sus programas sociales el gobierno favorece a los pobres y va bien en el combate a la criminalidad, pero el número de mexicanos en pobreza y en pobreza extrema ha aumentado en varios millones, en tanto que los homicidios, los feminicidios y las desapariciones están en niveles récord, y el crimen organizado domina numerosas zonas del país. 

 Se jura que el Tren Maya no afecta el medio ambiente, pero el Presidente canceló a última hora la cita que había dado a los ambientalistas que con datos, videos y explicaciones han mostrado que esa obra caprichosa —que no cuenta con manifestación de impacto ambiental— está devastando un maravilloso ecosistema de selva, manglares, cenotes y fauna. 

El Presidente ha presentado una iniciativa que elimina al Instituto Nacional Electoral (INE) y a los organismos electorales locales “para que ya no haya fraudes electorales”, pero él mismo y muchos de sus correligionarios llegaron al poder o a las legislaturas en elecciones a cargo del INE y tales organismos. El propósito de capturar a la autoridad electoral es evidente. 

 La SEP anuncia para la educación básica un plan que termine —en palabras de Marx Arriaga— con el modelo liberal, meritocrático, conductivista, punitivo, patriarcal, racista, competencial (sic que se asombra del léxico marxista), eurocéntrico, colonial, inhumano, enciclopédico, especializado, legitimador de las diferencias y clasista (¡ufff!), y que elimine los libros de texto basados en ese modelo. 

 Arriaga sabe que su discurso es mentiroso. A falta de demostración y argumentos, adjetivos fementidos. Soy autor de libros de formación cívica y ética para estudiantes de secundaria aprobados por la Dirección General de Materiales Educativos de la SEP. Si Arriaga los hojea, en efecto, descubrirá un liberalismo que es, como lo entendía Bertrand Russell, rechazo de todo dogma, y no hallará reprobación alguna de los méritos individuales, pero no encontrará un solo párrafo merecedor del resto de las numerosas caracterizaciones que lanza contra todo el modelo educativo. En esos textos se busca que el adolescente tome conciencia de quién es, de su relación con los otros, de los valores y principios que promueven el bien común, y se fomenta el aprecio por la dignidad humana, los derechos humanos, las leyes, la igualdad ante la ley, la solidaridad, la empatía, el respeto a los demás y a sí mismo, el rechazo a todas las formas de discriminación y violencia, y el cuidado de nuestro planeta. 

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