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Vivir de prisa, amar despacio

La Crítica

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Por Lucero Calderón

 

Un joven aspirante a director de cine se enamora de un renombrado escritor de edad madura  al que le queda poco tiempo de vida debido a que es portador de VIH. Su encuentro, acompañado de un enamoramiento instantáneo, les toma a ambos por sorpresa y aunque el deseo y el amor entre esos dos desconocidos es evidente, el tiempo y la enfermedad no juegan a su favor. 

Ésa es la premisa de Vivir de prisa, amar despacio, filme de Christophe Honoré, quien en más de una ocasión ha comentado que este filme está basado en sus memorias y en algunas situaciones que vivió a principios de la década de los 90 del siglo pasado, cuando era muy común saber que muchos hombres y mujeres contrajeron VIH.

El filme, desarrollado en 1993, es una reflexión acerca del amor, de los encuentros fortuitos y de cómo a veces el amor no es suficiente para poder salvar a alguien de ciertos lugares, enfermedades o circunstancias.

Protagonizado por Pierre Deladonchamps, Vincent Lacoste y Denis Podalydès, Vivir de prisa, amar despacio es un filme entrañable, que nos adentra en la intimidad de los personajes, en sus sueños, deseos, miedos y lamentos, en donde suele aparecer el hipotético ¿Qué hubiera pasado si...? Aunque a veces el hubiera da esperanza para mover las piezas a nuestro favor, la realidad es que el “hubiera” no es condescendiente o caprichoso.

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