A Xóchitl le recetan su propia medicina

Si diez pelados son capaces de cerrar la circulación de una avenida, ¿por qué la misma cantidad de vecinos no podría impedir que un cliente de Airbnb ingrese al lugar que contrató? Lo siento. Las condiciones extremas requieren respuestas extremas.

Sitios como Airbnb y similares resultan magníficas opciones ante tarifas e impuestos que cobran los hoteles. Además, es mucho más barato comprar insumos para desayunar o cenar (sin arriesgarse a la sazón local) y beber de la marca favorita de licor (el precio de tres o cuatro tragos en un lobby cualquiera cubre el de una botella de 750 mililitros, disponible en el supermercado). Sin embargo, de los problemas que tienen muy presentes los vecinos de espacios en condominios que son alquilados a través de ese tipo de plataformas es el ruido a deshoras, soportar fumadores en lugares prohibidos y sospechar por la entrada y salida de perfectos desconocidos.

La ignorancia de las reglas no exime a nadie de su cumplimiento, pero como los dueños de esos lugares en alquiler se hinchan de dinero, el mal rato lo pasan los moradores, algunos de los cuales ya se organizan para negociar que parte de las ganancias se destinen a mejorar áreas comunes y aplicar mantenimiento preventivo o correctivo, por ejemplo, y, desde luego, que los reglamentos internos se cumplan según lo acordado en asambleas vecinales.

Hay casos extremos. Como existe la posibilidad de rentar por un día, hay departamentos que fungen como hoteles de paso o son destinados para borracheras que duran hasta el amanecer. ¿Hay casos de peleas con inquilinos? Seguramente. Pero las denuncias, si se presentan, quedan en el limbo.

En ese sentido, los comités de vigilancia se podrían organizar para sancionar con “altas multas” por las molestias. Se dirá que éstas no son aplicables al estar fuera de toda ley. En ese caso, convendría plantear “clausuras” del Airbnb en cuestión. Si diez pelados son capaces de cerrar la circulación de una avenida, ¿por qué la misma cantidad de vecinos no podría impedir que un cliente de Airbnb ingrese al lugar que contrató? Lo siento. Las condiciones extremas requieren respuestas extremas.

Donde antes había convivencia, o al menos ésa fue la intención, ahora sólo existe afluencia. Durante los últimos años, “especuladores se han hecho de departamentos a bajo costo en la llamada Ciudad Central” de la Ciudad de México. En alcaldías como Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo, Azcapotzalco, Coyoacán e Iztacalco, estos rufianes invierten poco y obtienen jugosas ganancias. Destinados originalmente para vivienda social, los departamentos se alquilan a través de plataformas digitales o se revenden más caros. Asimismo, “desarrolladores inmobiliarios aprovechaban para construir más pisos” o alzan departamentos de lujo en esos puntos señalados en lugar de vivienda social, como ordena la respectiva norma (Excélsior, 12/09/2023).

La problemática, esencialmente, consiste en que el gobierno central de la CDMX facilita permisos, pero las manifestaciones de construcción corresponden a cada alcaldía. De ahí el tremendo escándalo por el Cártel Inmobiliario del que sacaron provecho, aunque no exclusivamente, funcionarios panistas de la Benito Juárez y la Miguel Hidalgo.

La capital del país ha crecido desaforadamente hacia arriba. Grandes edificios taparon el horizonte de zonas industriales. Lugares con turno nocturno, de diez de la noche a cinco de la mañana, por ejemplo, impiden ahora mismo el descanso de quienes adquieren de muy buena fe, y con gran ilusión, esas propiedades. Los arquitectos no ven eso. No es su problema, aunque sí lo es. La ética se la pasan por el arco del triunfo.

Como exdelegada, Xóchilt está enterada de esta situación. Resulta ridículo quien en su día se quejó de la Casa Blanca o la Casa Gris ahora argumente que la de Xóchitl es de ladrillo. Es como el niño que mató a sus padres, pero le pedía clemencia al juez porque él era un huérfano (Monsiváis).

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