La confianza y nuestro mundo, más allá del reloj

La solución reside en cada uno de nosotros. Podemos transformar estos “tiempos malos” mediante la adopción de una vida guiada por la confianza y la búsqueda de la grandeza. Esta actitud no sólo mejorará nuestra existencia individual, sino que también puede ser el catalizador para transformar nuestra sociedad

Coluria “Dicen que los tiempos son malos, difíciles. Vivamos bien y los tiempos se volverán buenos. ¡Nosotros somos los tiempos! ¡Los tiempos son lo que somos nosotros!”, señalaba, siempre esperanzado, Agustín de Hipona. A esta reflexión, añado “sabia virtud de conocer el tiempo”, pues entenderlo es, en esencia, entenderse a uno mismo.

El tiempo, esa entidad inasible y omnipresente, es también un desafío intelectual. La obra La experiencia social del tiempo nos invita a examinar cómo diversas disciplinas perciben el tiempo, resaltando la centralidad del reloj en la modernidad. El reloj ha permitido separarse del movimiento cósmico y operar artificialmente sobre todo cambio. La existencia humana es espacio temporal, y no se la puede entender más que desde una adecuada relación entre estas coordenadas.

  • Reflexionando sobre las ideas de Robert Spaemann respecto a las manifestaciones del tiempo, Tomás Alvira señala que el defecto radical es la desconfianza, de ahí se originan todos los otros defectos éticos y la tendencia a dañar a la sociedad. Se es perezoso porque se desconfía de la utilidad del servicio, entendiendo que en el trabajo se sirve, de un modo u otro; se es orgulloso porque se desconfía de los otros, a los que atribuimos la intención de no darnos importancia o de subordinarnos a ellos; se es avaro porque se desconfía de la vida económica futura. El hombre conservador desconfía del futuro; el progresista, del pasado. El hipercrítico, de cualquier verdad; el apocado, de su propio juicio o de sus propias fuerzas; el atrevido, desconfía de otros que puedan llegar más allá que él.

Complicado escenario, especialmente si lo sopesamos a partir del Barómetro de Confianza de Edelman, que durante años ha dado cuenta de una crisis de confianza en todo el mundo. Particularmente ilustrativos son los últimos resultados, que destacan una paradoja en el corazón de la sociedad, donde la rápida innovación, aunque promete una nueva era de prosperidad, en realidad corre el riesgo de exacerbar los problemas de confianza, lo que podría llevar a una mayor inestabilidad social y polarización política.

Esta erosión se traduce en un “tiempo ético” caracterizado por la inquietud y la falta de paz interior, convirtiéndose en uno de los grandes males contemporáneos. La desconfianza nos confina en un estado de constante alerta, alejándonos de la serenidad. Sin embargo, es precisamente la confianza la que nos puede retornar a un estado de paz, sugiriendo que todo, en su esencia, es parte de un bien mayor. Sólo esta confianza produce paz. El resto es tiempo, o sea, inquietud.

En general, se puede decir que de la misma manera que la confianza es una “salida hacia el otro”, toda pérdida de confianza implica cerrarse, una retracción. Y el ser humano retraído pierde grandeza. Ya decía Séneca que la virtud fundamental es la grandeza de espíritu. La grandeza es omniabarcante. Este deseo de paz y grandeza existe en todo ser humano, le es connatural. En ese sentido, vivimos en una sociedad contrariada porque en ella impera —en el plano político, institucional, jurídico, económico, con sus excepciones— la pequeñez, la retracción: el poder individualista que dispone hábilmente de personas y cosas para sus fines egoístas.

La solución reside en cada uno de nosotros. Podemos transformar estos “tiempos malos” mediante la adopción de una vida guiada por la confianza y la búsqueda de la grandeza. Esta actitud no sólo mejorará nuestra existencia individual, sino que también puede ser el catalizador para transformar nuestra sociedad.

  • Al vivir con integridad y confianza, no sólo desafiamos la negatividad predominante, sino que también nos convertimos en arquitectos de un tiempo caracterizado por la belleza y el equilibrio. Este es el poder que yace en comprender y vivir conscientemente el tiempo, una fuerza transformadora.

Temas: