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Recuperar la vida pública

Federico Döring

Federico Döring

 

La presión social, en conjunto con su desesperación política, orillan a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, a seguir quebrando los datos para sostener sus decisiones que, la experiencia internacional demuestra, van a fallar, por decirlo de alguna manera, porque no podemos advertir un rebrote de covid-19 por la sencilla razón de que tanto en el país como en la CDMX, digan lo que digan en sus mañaneras y matutinas,  los más de 50 mil muertos demuestran que no han logrado atemperar el propio primer brote. 

La jefa de Gobierno ya anunció que nos mantenemos en semáforo naranja en los márgenes de un rojo tenue o amarillo forzado. Esta semana daremos un paso más en el camino de la “nueva normalidad”, una prudente invitación a todos para salir a la calle y sálvese quien pueda, con apertura de albercas, cines, museos y bares, sin embargo, los contagios no disminuyen y tampoco lo hacen las defunciones.

Hay una necesidad por reactivar la economía, eso es innegable. Los ingresos de las familias han sido fuertemente afectados. Tan sólo en el segundo semestre del año el PIB cayó al 17.3 por ciento, la caída más baja que se haya registrado, el desempleo va al alza y se necesitan soluciones rápidas y efectivas.

Sin embargo, el gobierno ha fallado en acompañar a los ciudadanos en este trayecto. La cadena de pésimas decisiones hoy lleva a los ciudadanos a elegir entre su vida o la quiebra. Están dispuestos a poner en riesgo su salud y lo van a hacer a su fortuna, porque la estrategia del gobierno es una suerte de ruleta  de acciones al azar, esperando que alguna funcione.

Pero el gobierno falla, nuevamente, en mirar a su alrededor para ver otras experiencias. ¿Qué ha pasado en los países que se aventuraron a reabrir la vida nocturna, por ejemplo? En España, a un mes de que se puso fin a la alarma sanitaria y se relajaron las medidas, lo que permitió la reapertura de los bares y restaurantes, comenzó un inevitable incremento de los contagios, advirtiendo una segunda ola de la pandemia. Al cierre de julio, Cataluña anunciaba que los bares regresaban a dos semanas más de cierre y el Reino Unido ponía nuevamente en cuarentena a quienes regresan de ese país.

Sin el adecuado acompañamiento, la reapertura económica se malinterpreta como flexibilidad de las normas y acciones de prevención, incluso las básicas. A los bares, por ejemplo, se les pedirá que cambien de giro mercantil a restaurantes, como si el virus respetara las etiquetas para determinar a quiénes contagia y a quiénes no; tendrán que cerrar también más temprano, cómo si el virus sólo saliera de noche.

De ninguna manera minimizo la urgencia económica de los ciudadanos, quienes requieren la activación económica para su sustento, sin embargo, el gobierno ha demostrado con creces que su toma decisiones se guía por una brújula descompuesta.

Relajar las medidas sólo disparará estos números y no se trata de un pesimismo crónico, ahí están los ejemplos de España, Estados Unidos, Italia, en donde un descuido ha provocado severos rebrotes en los contagios. Pero el sentido común en este gobierno está en peligro de extinción.

 

 DEJO ESTO POR AQUÍ...

Vaya, vaya, vaya. De pronóstico reservado lo que podría ocurrir con el primer secretario de Seguridad Ciudadana elegido sin necesidad del visto bueno de la Presidencia, Jesús Orta. Implicado directo o daño colateral. ¿Será que lo chispen? En su primera respuesta a la prensa sobre el tema, la jefa de Gobierno ni por su nombre lo llamó.

 

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