Una cucharada de tiempo, cada 6 horas
Nos estamos apartando del viento. Entre todos los de la tierra vamos a ser extraños. Jaime Sabines Dicen que el tiempo todo lo cura. Horas, semanas, años, milenios... ¡Tómate tu tiempo! Que el dolor se puede ...
Nos estamos apartando del viento. Entre todos los de la tierra vamos a ser extraños.
Jaime Sabines
Dicen que el tiempo todo lo cura. Horas, semanas, años, milenios... ¡Tómate tu tiempo! Que el dolor se puede secar, como las plantas que llegan al té para curar el empacho de poder.
¿Hasta dónde hemos llegado? Vivo en un país que tiene antojo de legalizar la mariguana y, al mismo tiempo, busca prohibir las plantas medicinales. ¡Qué grito tan frío! Tan alejado de las entrañas de la tierra. Voz déspota, que pretende usurpar la labor de la propia naturaleza y la minuciosa tarea de nuestros curanderos.
Me duelen sus ojos, que no pueden ver... y mis raíces. ¿Cómo pretenden guardar en un cajón el conocimiento popular? ¿Vamos a entrar en otra Inquisición? ¿Van a quemar campos y brujas? ¿Curanderos, homeópatas? ¿Qué van a hacer? ¿Callar la sangre con acidez?
La vida no es una cuestión de despertar, entrar en una rutina, dormir y despertar de nuevo. Es un asunto de respeto. Al espejo, al vecino, al extraño. A los ríos, las olas, el destino. Al campo y el cultivo. Al conocimiento. A la voz del pasado y al tiempo que se nos permite labrar. ¡Protesto en contra a la manipulación de la sabiduría! Hay pueblos donde la gente no sabe leer, pero saben de las propiedades de las plantas. A tal grado, que pareciera que sus verdaderas raíces se propagaron en su sangre.
Me preocupa el plomo que oprime el desarrollo más noble de la medicina. El exceso del dominio y la prepotencia ante las hojas... Las plantas son una filosofía. Un hábito de salud y bienestar. ¿Qué les puedo decir? ¡La Luna es de todos!
México, insisto, es tierra fértil. ¡Que ya para hacer una “lista de Schindler” de 200 plantas medicinales... se necesita estiércol! A modo literal y también metafórico. El pretexto: la automedicación.
Así es, sábila, epazote, mate, árnica, equinacea, pasiflora, valeriana, belladona, manzanilla... el gobierno mexicano busca que estas plantas sean de uso exclusivo de las farmacéuticas. A través de su órgano regulador, que es la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios, oséase, la Cofepris publicó hace unos días una lista de 200 plantas medicinales (muchas de ellas de la medicina tradicional indígena) que quieren prohibir su uso en tés, infusiones y suplementos alimenticios.
Cito: “Tienen como propósito proteger a la población contra aquellos factores o eventos exógenos que ponen en peligro la salud o la vida humana. Que como una medida de protección a la salud de la población, se requiere garantizar la condición idónea de los alimentos que ella consume, como los aceites y grasas comestibles y el té y sus derivados, así como de los suplementos alimenticios.
“Que toda vez que las plantas y sustancias susceptibles de emplearse en la elaboración de los productos a que se refiere el considerando anterior, algunas pueden tener efectos tóxicos o implicar cualquier otro riesgo para la salud, es necesario identificarlas claramente y prohibir su empleo.”
¡Claro! ¡El gobierno siente que podemos perder la vida por una sobredosis de perejil! Mejor dejarlo en manos de las empresas farmacéuticas, ya que ellas serían las únicas que podrían elaborar productos con estas plantas... acabando con la medicina tradicional indígena y 30 mil empleos. México ocupa el 4to lugar en producción herbolaria. Antes están India, China y Brasil —en ese orden—.
El interés mezquino. La herbolaria no es un delito. Es una tradición. El beso de la palabra cuando logra hacer eco.
A las cuatro y a las 21. El lunes o el martes. Octubre, septiembre... 1821. El tiempo sí existe. En los derechos humanos, la libertad y la historia. En las esquinas, los zapatos, la bandera. Todos tenemos derecho a decidir sobre nuestra salud. Y quien se quiera morir por un “pasón” de anís estrella... que se muera.
