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Muchos factores han influido en el peso del país. Somos el primer lugar de obesidad infantil y el segundo en adultos. ¿Quién lo iba a pensar, siendo una tierra tan fértil y con productos tan nutritivos? Nos dejamos vencer por la falta de tiempo para meternos en la ...

Muchos factores han influido en el peso del país. Somos el primer lugar de obesidad infantil y el segundo en adultos. ¿Quién lo iba a pensar, siendo una tierra tan fértil y con productos tan nutritivos? Nos dejamos vencer por la falta de tiempo para meternos en la cocina, por los tamaños de las porciones, por los precios elevados en frutas y verduras, la falta de información... ¡Estamos perdiendo vidas! El sobrepeso no es una cuestión estética, es una enfermedad que ha ido arrancando el aliento de nuestros niños. Todos vimos el video “¿De qué murió Poncho?”. Las lágrimas son inevitables. Es el dolor de ver caer, de un infarto, a un niño de 12 años en el patio del colegio. ¿Cuántos niños habrán muerto así? ¿Cuántos habrá con diabetes? Chiquitos que ya no tienen la capacidad de coagulación y corren el riesgo de desangrarse por una herida, propia de la infancia.

El sobrepeso y la obesidad son el sexto factor principal de riesgo de defunción en el mundo. Cada año fallecen alrededor 3.4 millones de personas adultas como consecuencia del sobrepeso o la obesidad. Además, 44% de la carga de diabetes, 23% de la carga de cardiopatías isquémicas y entre 7% y 41% de la carga de algunos cánceres son atribuibles al sobrepeso y la obesidad. Como pueden ver, los malos hábitos te pueden llevar a la muerte.

¿Qué estamos haciendo mal? Muchos medios afirman que con tan sólo hacer cambios en la dieta y tener una actividad física, vamos a poder controlar este padecimiento... ¡No es cierto! Y como medios informativos tienen la obligación de dejar de sembrar falsas esperanzas. La dieta y el ejercicio son tan sólo dos hábitos de entre mil ideas erróneas, que nuestro país tiene que cambiar. No hay niños rollizos y fuertes. Tampoco se le apremia más al familiar que cocinó, comiendo dos veces. El precio de las frutas y verduras tampoco ayuda. ¡Con el salario mínimo no alcanza para el mandado! Bajita la mano, con productos de limpieza, higiene personal y alimentos, te gastas mil pesos por semana. Hay que pagar escuelas, luz, agua, útiles... ¡No dan los números! Muchos tienen más de un trabajo para sacar para el gasto. Entonces ven menos a sus hijos. Pierden el control de su alimentación por falta de tiempo. Cuando los ven, los “compran” con helados, pasteles y fritanga. Y si tienen tiempo de guisarles florecitas de calabaza con elotitos, a los niños no les gusta... y con tal de ahorrarse el berrinche, ceden al pan dulce.

El movimiento en México debe de ser más rudo. Por eso le apuesto a los techos redituables. ¡A sembrar en casa! Para que los niños puedan cosechar y establecer un contacto con la naturaleza. A involucrarlos en la cocina y hasta en la limpieza del hogar. A dejar de comprar comida fácil. A tomarnos el tiempo de armar una lonchera decente y comida digna.

La industria alimenticia también puede poner de su parte. El etiquetado de los productos es obsoleto. Insisto con el tema del agua que brinda “0” información. Cero grasa, cero calorías... ¡cero todo! La etiqueta no va con el perfil del producto. Y me puedo seguir con muchos más que no brindan la información correspondiente, pero se me acaban los caracteres y quiero hablar de otras cosas... como el tema de las porciones. ¿A qué hora le sacamos ventaja al combo? Una idea muy sexy para el bolsillo, pero terminal para la salud. ¿Para qué compramos en chocolate king size? ¿Para qué una bebida tipo tinaco que raya en lo ridículo? ¿Qué beneficios reales hay en el consumo exacerbado?

El tema de la obesidad no es un asunto que logre mutar con dos sencillos pasos. Habrá que cambiar la conciencia del país. Con estos argumentos te doy las herramientas para que marques la ruta del sano desarrollo de tus hijos. Que empieza por una refección muy sencilla: ¿qué estas haciendo y qué es lo que debes hacer?

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