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Vendaval político en Brasil: ¿En riesgo la democracia?

Cecilia Soto

Cecilia Soto

Como no alcanzó el 50% habrá segunda vuelta contra el segundo lugar, el exalcalde de São Paulo, Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores, con 29 % de los votos. Con 17 puntos de ventaja, hay posibilidades reales de que el domingo 28 de octubre, en la segunda vuelta electoral, pueda triunfar.

Bolsonaro ganó en todas las regiones de Brasil, con la excepción del nordeste, pobre y árido, lugar de nacimiento del expresidente Lula y en donde una abrumadora mayoría de habitantes, muchos de las clases C,D y E, reciben alguno de los programas sociales instaurados durante los gobiernos del PT. Las diferencias regionales en Brasil son un espejo de las de México: allá el norte tiene un ingreso per cápita significativamente más bajo que el sur. Lo sorprendente es que en todos los estados ricos con alto nivel de educación, Bolsonaro arrasó. Un candidato que considera que el error de Pinochet es no haber matado a más, que el gran error de los militares golpistas de 1964 fue haber torturado pues, simplemente, debieron haber eliminado a los opositores, que preferiría ver muerto a un hijo suyo que se declarara gay, que por una debilidad tuvo una hija después de cuatro varones, que la violencia se debe combatir con más violencia y no con respeto a los derechos humanos, que debe liberarse la compra de armas para todos los ciudadanos, que debe desaparecer el estado laico, que también debe desaparecer el Congreso. Podría agregar más, pero con lo anterior ya tiene una idea el lector de la personalidad de macho alfa que encarna Bolsonaro.

¿Qué sucedió entre las pasadas elecciones en 2014 y las de este domingo? En las elecciones de 2014, precedidas por las manifestaciones masivas de la clase media en contra de los pésimos servicios públicos urbanos y los gastos sospechosamente excesivos para la Copa Mundial, el PSDB, el partido de perfil socialdemócrata del expresidente Fernando Henrique Cardoso, obtuvo casi 35 millones de votos en la primera vuelta. En la segunda vuelta, perdió por menos de 3 %, con 48.3%. Pero desde 2015, el PSDB abandonó el discurso anticorrupción que había sido clave de su éxito y apoyó las reformas del gobierno de Michel Temer, quien pronto fue manchado por las investigaciones anticorrupción de Lava Jato. En este 2018, incapaz de representar, nuevamente, la alternativa frente al PT y las acusaciones de corrupción, el PSDB redujo su votación al 5 %; muchos de los 30 millones de votos que perdió huyeron hacia Bolsonaro.

¿Podrá ganar Fernando Haddad la segunda vuelta? El votante brasileño, como en el caso de México, quiere un cambio estridente, ¿podrá representarlo? Haddad fue ministro de Educación en el segundo gobierno del presidente Lula y luego alcalde de São Paulo, donde no consiguió reelegirse. A su favor tiene que aunque su partido, el PT, ha sido el centro de los escándalos de Lava Jato, él jamás ha sido mencionado. Es un hombre atractivo, intelectual, con una imagen más joven y agradable que la de Bolsonaro. Tiene a favor el voto de la izquierda y de los estados del nordeste y de aquellos que temen el extremismo fascistoide de Bolsonaro. Tiene en contra la polarización en torno a su mentor, el expresidente Lula da Silva y las malas cifras de la economía brasileña de las que la opinión pública responsabiliza, mayoritariamente, al gobierno de la expresidenta Rousseff.

Bolsonaro creció 10 puntos durante el último mes por varias razones. La élite empresarial decidió invertir en él y de ser un nacionalista económico lo convirtió al liberalismo y le consiguió un economista de la escuela de Chicago, Paulo Guedes, respetado en círculos conservadores y en los mercados internacionales. En segundo lugar, el atentado que lo mandó el borde de la muerte, más que ganarle votos por su condición de víctima, lo sacó físicamente de la campaña. Le impidió participar en los debates y ser arrollado por candidatos más preparados. Tuvo exposición sin tener desgaste. En la segunda vuelta lo puede tener.

Aún si gana, no tendría el poder total. El PSL es un partido muy pequeño y las coaliciones no serán fáciles en ambas Cámaras. Eligió a 51 diputados, apenas del 10% de la Cámara. Aún si pierde, el mensaje también es poco optimista: Si la democracia no mejora la vida de los ciudadanos, estos optarán por las opciones autoritarias que lo prometan. Nos vemos en Twitter: @ceciliasotog y fb.com/ceciliasotomx.

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