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2019: el año en el que derrotamos a Trump

Cecilia Soto

Cecilia Soto

Todos tenemos deseos de vocaciones alternativas. Cuando decimos que sí a una pasión, decimos que no a otra. Es frecuente que cuando llega la hora de retirarse del trabajo formal, los jubilados vuelvan a la vocación pospuesta: pintan, viajan, estudian una nueva carrera. Sucede con nuestro Presidente, que su triunfo electoral coincide, aproximadamente, con la edad de la jubilación. Y no puede reprimir sus deseos de encabezar oficios religiosos: “la verdad es cristiana… la mentira, el demonio”, sentencia desde el púlpito mañanero o manda a sus feligreses a “los templos y las iglesias, muy satisfechos porque cumplen con los Mandamientos”. Hay que ser caritativos y entender que apenas aprende el oficio (tanto el de Presidente como el de pastor de almas) y pasar por alto que de un plumazo dejó a las comunidades no cristianas, como la judía, la musulmana o budista y la de los no creyentes, sin verdad. Peccata minuta.

Pero decía que no es lo que sucede en México la causa de mi desazón y escepticismo. Para decirlo sin adornos: no creo que 2019 sea un año positivo para el mundo. Los acuerdos y las alianzas que se tejieron a raíz de la derrota del eje nazifascista en 1945 se desdibujan día con día. Las coordenadas que explicaban la realidad mundial después de la caída del socialismo real han cambiado dramáticamente. Hay una nueva superpotencia, China, y está el gobernante de una potencia media que, dueño de armas nucleares y petróleo, no abandona sueños milenaristas: Putin. Es un mundo complejo que no acaba de recuperarse de la crisis financiera de 2008.

La Unión Europea, quizá la invención intelectual y social  más audaz para alejar la amenaza de una guerra en su territorio, se debilita y descose por errores en su implementación y por la comprensible urgencia y descontento de muchos de sus ciudadanos ante el fracaso de ofrecer mejor calidad de vida a las nuevas generaciones. Brexit es el ejemplo más obvio, pero hay más euroescepticismo del que quisiéramos admitir y fortalecimiento de movimientos ultraderechistas con tesis negacionistas de la experiencia nazi de 1933 a 1945.

Con todo el factor más negativo, y con mayor potencial disruptivo contra la paz y las posibilidades de impulsar una recuperación incluyente de la economía mundial, está la Presidencia de Donald Trump en EU y la posibilidad de su reelección. Se trata, en términos del juego del boliche, del potencial de una chuza explosiva: su política alienta a los extremismos en Israel y el Oriente Medio, desestabiliza a la UE y la obliga a rediseñar una nueva política de defensa sin EU, azuza a China, comercial y políticamente, promueve el debilitamiento o franca desaparición de los instrumentos de consenso y derecho internacional que han sido herramientas fundamentales para limitar o impedir conflictos bélicos o combatir tendencias fatales para el planeta como el Acuerdo de París de 2015, promueve el regreso de las guerras comerciales.

Y a toda esta lista que podría seguir creciendo, debemos agregar la parte que nos toca: ante la cercanía de las elecciones de 2020, México es y seguirá siendo su piñata favorita. Lo vemos con el ejemplo del actual conflicto entre el Congreso que acaba de tomar posesión, en especial la Cámara de Representantes con mayoría demócrata y la demanda de presupuesto exigida por Trump para financiar el famoso muro y ofrecer a su electorado ese trofeo.

A los argumentos de que por la frontera norte de nuestro país llegaban violadores y “bad hombres”, ahora escala la retórica para afirmar que las agencias de inteligencia norteamericana han detectado hasta 4 mil personas con “potencial terrorista”. La secretaria del Interior, Kirstjen Nielsen, ha hablado de tres mil “extranjeros con intereses especiales que preocupan a su Secretaría” que, supuestamente, han llegado por la frontera con México. Nuestra cancillería puede calcular  tomar las cosas con calma con respecto a Venezuela, pero no puede ignorar la creciente presión y golpeteo  hacia México por parte de Washington. Creo, sin embargo, que la batalla contra Trump es algo que rebasa al gobierno. No veo tarea más importante para la oposición en México y para quienes se quieran sumar que contribuir a la derrota de Trump en su intento de reelección en 2020. Colaborar a que los latinos salgan a votar es tarea  en la que pueden ayudar parientes y amigos desde México. La construcción de redes que tiendan lazos de entendimiento con comunidades que hoy rechazan a migrantes mexicanos también es tarea de comunicadores que conozcan ambas realidades. Por parte del gobierno, basta con que no le regale éxitos como el acuerdo reciente de “tercer país seguro” para los solicitantes de refugio en EU. Por el bien de México y del mundo, debemos impedir la reelección de Trump.  Sólo así será 2019 un feliz año. Y nos vemos en Twitter: @ceciliasotg y fb.com/ceciliasotomx.

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