La tercera causa de muerte
Investigadores señalan que la OMS no incluyó en el plan los factores socioeconómicos.
SALUD. Recién, un estudio científico realizado por un grupo de investigadores que trabajan en diversos hospitales y centros de investigación de Suiza, Finlandia, Inglaterra, Estados Unidos, Francia y otras naciones ha publicado en The Lancet un documento que tiene como punto de partida una iniciativa de la OMS, cuyos países integrantes signaron en 2011 la iniciativa 25 por 25, un plan para disminuir la mortalidad por enfermedades no transmisibles (crónico-degenerativas) en un 25% para el año 2025 —de ahí lo del 25 por 25—.
Ya sabemos cómo suelen terminar este tipo de iniciativas, incluso cuando se planean con minuciosidad, pero en este caso particular, los investigadores señalan en su estudio que la OMS no incluyó en el plan de la citada iniciativa los factores socioeconómicos que influyen en este tipo de enfermedades.
Por eso, los autores del trabajo publicado en The Lancet decidieron comparar la contribución de los factores socioeconómicos, la mortalidad y los años perdidos de vida con la de los factores que incluyó la OMS en su iniciativa.
Para ello, realizaron un estudio de varias poblaciones que incluyó un millón 700 mil personas de los dos sexos y analizaron también las evidencias publicadas previamente en la literatura médica internacional.
Surgió lo que ya se sabe de mucho tiempo atrás: Que ser pobre no solamente enferma y mata, sino que lo hace con singular eficacia, con mayor contundencia y rapidez que todos estos factores que hoy son el fondo —o al menos en apariencia— de las políticas sanitarias en la mayor parte de los países occidentales.
Os añado que el resultado coincide con muchos otros estudios previos: la pobreza es un agente que afecta a la salud en forma tan sólida y consistente como el tabaco, el alcohol, el sedentarismo, la hipertensión arterial, la obesidad y la diabetes.
Es más, la capacidad de acortar la vida es mayor que varios de estos factores.
El bajo nivel socioeconómico reduce la esperanza de vida en más de dos años (2.1 en adultos entre 40 y 85 años); el alto consumo de alcohol la reduce medio año, la obesidad la acorta 0.7 años, la diabetes mengua la esperanza de vida en 3.9 años.
TRES APOSTILLAS. El diagnóstico fue contundente, aunque en las últimas décadas la salud en general habría mejorado, los avances de los pobres no habían sido paralelos a los de los más ricos, quienes habían mejorado mucho más, incrementándose así la brecha de desigualdad entre ambas clases sociales.
Los hombres y las mujeres de la clase ocupacional V (trabajadores no cualificados) tenían el doble de probabilidad de morir antes de llegar a la edad de jubilación de sus congéneres de la clase I (profesionales).------Estas diferencias de mortalidad de edad se dan a lo largo de la vida: en la niñez, en la adolescencia y en la edad adulta.------El gradiente entre clases sociales se observaba para la mayoría de las causas de muerte y era especialmente amplio en el caso de accidentes, enfermedades respiratorias e infecciosas.
Más preocupante todavía es que las diferencias parecían haberse ampliado con respecto a lo que ocurría en los años 50 del siglo XX, sobre todo para hombres en edad de trabajar: la hipertensión en 1.6 años, el sedentarismo 2.4 años, y el peor reduciendo la media de vida 4.8 años: el consumo de tabaco. SALUD Y SALUDOS.
