Logo de Excélsior                                                        

Imaz, la losa de Claudia

Adrián Rueda

Adrián Rueda

Capital político

 

Para Claudia Sheinbaum, candidata de Morena a la Jefatura de Gobierno de la CDMX, es “de flojera” que le pregunten por su exmarido, Carlos Imaz Gispert, quien en 2004 fue filmado embolsándose miles de dólares de origen muy oscuro. Cuando era delegado en Tlalpan, Imaz recibió elevadas cantidades del empresario argentino Carlos Ahumada, producto de supuestos sobornos para la compra de plazas y la obtención de millonarios contratos de obra pública.

En ese tiempo, Sheinbaum era su esposa y se desempeñaba como secretaria de Medio Ambiente del DF, en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Luego del bochornoso video estelarizado por Imaz, ella confesaría, en una entrevista con la revista Proceso, que sabía de la relación de su marido con Ahumada, pero que se la ocultó a López Obrador, y que si la querían correr, lo aceptaría.

Lejos de correrla, el tabasqueño no sólo la mantuvo en el cargo, sino que además le dio amplias facultades para coordinar la construcción de los dobles pisos y pasar por encima del secretario de Obras, César Buenrostro a pesar de no estar facultada ni calificada.

Y no sólo eso, en un mitin en el Zócalo, Andrés Manuel intentó que sus seguidores apoyaran, a mano alzada, como siempre, el perdón para Imaz y que se pudiera integrar a su equipo de campaña presidencial en 2006. Eran las épocas del desafuero, en donde la figura de El Peje crecía a pasos agigantados; la multitud le gritó que no y ahí el esposo de Claudia, que había sido expulsado del PRD en una sesión extraordinaria en Michoacán, quedó marcado para siempre.

Cuando Sheinbaum llegó en 2015 a Tlalpan y se empezó a mencionar como probable candidata a jefa de Gobierno en 2018, corrieron las versiones de que estaba por separarse de Imaz.

Sus enemigos señalaron que lo hacía para quitarse ese fardo en caso de obtener la candidatura, aunque otros señalaban que la separación era real. El asunto es que –haiga sido como haiga sido, dijera el clásico-, el escándalo de su marido le sigue pesando. En los tiempos en que Imaz fue grabado llevándose los dólares en bolsas del súper, estaba casado y vivía con Claudia, así que no es tan fácil que cuando sea cuestionada por ello, como lo hizo Alejandra Barrales en el debate, responda que le da “flojera” el tema.

Nada más falta que también le dé flojera explicar por qué tiene en su equipo al diputado Carlos Hernández Mirón y la exdelegada Maricela Contreras —ambos de Tlalpan—, a quienes acusó de corrupción y hoy los tiene de aliados.

A Hernández Mirón –quien por cierto se quitó el Hernández para que no lo confundan con su exsocio Héctor Hugo Hernández, del PRD— intentó demolerle una cabaña construida ilegalmente en la zona ecológica del Ajusco.

A Maricela la culpó de haber permitido la operación del Colegio Rébsamen, donde murieron niños y profesores en el sismo de septiembre. Dijo que la culpa era de la anterior administración, que encabezaba Contreras.

Claudia se queja del uso político de la tragedia del Rébsamen y tiene razón. Pero de ahí a que le dé flojera explicar cómo es que protegió a su exmarido cuando fue filmado y exhibido en un acto de evidente corrupción, hay mucha diferencia. Sobre todo, porque ella promueve en su campaña eliminar la corrupción.

CENTAVITOS… Por cierto, los morenos en la ALDF exigen la comparecencia del procurador local y del secretario de Seguridad Pública para que rindan cuentas sobre los altos índices delictivos en la CDMX. Para qué quieren que comparezcan los funcionarios, si cuando van en lugar de cuestionarlos se dedican a barbearlos para que no les saquen sus expedientes.

 

 

Comparte en Redes Sociales