Excélsior 107 años: Tío Sam va a la guerra: el reflejo del pasado

Excélsior publicó su primer ejemplar en el contexto de la Primera Guerra Mundial, por lo que consignó de forma precisa el ingreso de EU al conflicto

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Excélsior 107 años

Un mundo convulso, de potencias en conflicto, fue el que recibió a Excélsior, que nació el 18 de marzo de 1917 en el contexto de la Primera Guerra Mundial.

Ya en su primera edición, el diario mostraba un misticismo único; en la editorial gráfica titulada Tío Sam: ¡My God!, al icónico personaje de las barras y las estrellas se le escapaba una paloma de una jaula, como la paz se iría de su territorio unas pocas jornadas después.

Ni veinte días habían pasado de la fundación del Periódico de la Vida Nacional, cuando Estados Unidos anunció que declararía la guerra a Alemania y sería parte de la Entente occidental en una lucha que se libraba a miles de kilómetros de su territorio. Excélsior, dio cuenta del paso a paso hasta aquel memorable 6 de abril.

El espectro de la guerra se cierne sobre el Capitolio de Washington, fue el titular que el diario publicó aquel martes 3 de abril, en un sistema mundo entonces ignota ante ese primer paso de EU para ser la gran potencia internacional del siglo XX y la época contemporánea.

“Cuando la paz del mundo y las libertades de los pueblos se encuentran gravemente comprometidas, como en el caso presente, no es de desearse que se mantenga una neutralidad que a todas luces resulta perjudicial y poco decorosa”, consignó Excélsior tras el discurso del entonces presidente Woodrow Wilson ante los legisladores de su país para pedirles su apoyo hacia la cruzada bélica, en un cambio radical de la política pacifista que fue su bandera para llegar a la Casa Blanca.

Así, tras días de análisis, papel y tinta, el 7 de abril Excélsior registró lo que, un día antes, cambió la historia del mundo moderno; el mandatario de EU dijo a su nación: “Yo, Woodrow Wilson, presidente de los Estados Unidos, proclamo a todos aquellos a quienes pueda interesar que existe el Estado de Guerra entre los Estados Unidos y el gobierno imperial alemán, y especialmente ordeno que todos los funcionarios civiles y militares pongan la mayor vigilancia y celo en las funciones que se desprenden de dicho Estado de Guerra”.

Las páginas dieron constancia de una sociedad dividida ante el conflicto; por un lado, los cables exclusivos de Excélsior narraron cómo los hoteles de Washington se encontraban “literalmente atestados de pacifistas y militaristas que han llegado de todas las principales ciudades del país” para oponerse a la guerra. “Los pacifistas organizaron una manifestación sumamente ordenada que recorrió la avenida Pennsylvania, amplia arteria que une al Capitolio con la Casa Blanca”.

En contraste, se dio cuenta de “cincuenta jóvenes a punto de terminar sus estudios en el Colegio de Medicina de NY que, contagiadas por el espíritu belicoso que en estos momentos anima a sus compatriotas, resolvieron ofrecer sus servicios a las autoridades en caso de que estalle la guerra”.

El 4 de abril, Excélsior hizo un planteamiento clave en su primera plana: ¿Cuál será la actitud de México?, pues, explicó, “es la pregunta que extraoficialmente se sabe hacen en Washington en el caso de la guerra contra Alemania”, al tiempo que el Congreso de EU aplazaba tomar la gran decisión de si embarcar a su gente en el inexorable rumbo del conflicto armado, días antes del histórico mensaje de Wilson antes citado.

En sus páginas interiores de aquel ejemplar, se encuentra una perla histórica: Alemania trata de atraerse a la Argentina, marcando así el rumbo que el país sudamericano tomaría en trascendentes caminos durante el siglo XX.

El Congreso pasó la noche debatiendo con calor si es o no de declararse la guerra a Alemania, fue el titular del 5 de abril, el preámbulo de la escalada del conflicto. ¿En qué forma pueden los Estados Unidos cooperar con la Entente?, fue otro de los editoriales del diario que explicó una situación quizás hoy sorprendente: “Desde el punto de vista de las grandes naciones de Europa, los Estados Unidos no merecen siquiera el nombre de potencia militar, la cooperación que puede aportar el gobierno de Washington debe revestir más bien un carácter económico”.

Excélsior siguió la cobertura de forma tan seductora que el texto El tío Sam va la guerra debió publicarse en dos fechas distintas debido a la petición de los lectores que querían consultarlo y, si acaso, conservar el ejemplar como un recuerdo periodístico de esos que da gusto encontrar de vez en cuando, bien doblados, en un rincón del librero junto a las grandes obras de autores consagrados.

“Después de meses y meses durante los que Mr. Woodrow Wilson ha agotado su literatura pedagógica en producir más notas que cuenta la Tetralogía de Wagner, contra las agresiones submarinas, el profesor presidente ha creído que ha llegado el momento de obrar en defensa de las vidas en interesas americanos”, versó aquel texto en su primera edición del martes 27 de marzo de 1917.

Con fina elocuencia, aquel editorial criticó sin sonrojos el cambio de postura de Wilson, hombre que decidió el destino de su nación sin importar las incongruencias. “Un gran caudal de la sangre derramada en el Viejo Mundo, de esa sangre que hace estremecer a Mr. Wilson, ha sido vertida por armas americanas, obreros americanos han trabajado por la guerra (…) Tío Sam va a la guerra… sin que sepamos por qué va Tío Sam a la guerra. A caso considera que el mejor modo de evitar una guerra futura es tomar aparente parte de la guerra actual. El personaje de una comedia de Bernard Shaw dice que guerrear es el arte de los cobardes cuando se sienten fuertes. Si Alemania está a punto de ser vencida… ¡a moro muerto, gran lanzada!”.

Revisitar los ejemplares de Excélsior muestra lo trascedente del diarismo, que deja huella del pasado para explicar el presente; si uno ignora el viejo color sepia del papel antiguo, hay cosas que parecen tan vigentes: “¡Dejar la cátedra por la trinchera y el libro por el rifle! (…) ¡él el pacifista, el hombre de fe, el maestro de ética, el enamorado de la moral internacional! Pero es verdad, Tío Sam va a la guerra”.