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Expresiones

Vicente Quirarte sana heridas con la poesía

Los versos incluidos en El tiempo y sus mastines, su más reciente libro, “son blasones de naufragio, son lo que uno obtiene con el dolor”, dice el poeta, ensayista, narrador y académico en entrevista con Excélsior

Virginia Bautista | 14-11-2018
Foto: Sunny Quintero/Archivo. Fotoarte: Horacio Sierra
Foto: Sunny Quintero/Archivo. Fotoarte: Horacio Sierra

CIUDAD DE MÉXICO.

Vicente Quirarte transforma en poesía lo que las heridas le han dejado a través del tiempo. “Los poemas son blasones de naufragio, son lo que uno obtiene con el dolor”, afirma en entrevista.

Por esta razón, el poeta, ensayista y académico ha titulado a su nuevo poemario El tiempo y sus mastines (El Colegio Nacional), en el que seleccionó 64  de sus poemas, escritos de 1980 a la fecha. “Es una muestra de textos que evidencia que se ha podido resolver la distancia entre lo sentido y lo escrito”.

El también narrador y dramaturgo confiesa que dedica este libro, que se presentará hoy en la Casa del Poeta, a su esposa Patricia, quien murió hace un año. “Por ese motivo haremos una celebración de la vida, que es lo que significa la poesía”.

Para el autor de 24 poemarios, el género lírico “es el centro de todo, la justificación de todo lo demás. Es la oportunidad de ser libres. Es el único espacio de libertad que nadie nos puede quitar. En ese sentido, creo que la poesía me ha hecho libre”.

Dice que El tiempo y sus mastines trata de ser una recopilación “de esos momentos en los que la poesía me ha llamado y no he tenido más remedio que poner por escrito lo que ella me ha dictado”.

El doctor en Literatura Mexicana por la UNAM agrega que en la vida de todo ser humano están presentes el preludio, la navegación y el naufragio. “Estas tres etapas, que todo mundo tiene la obligación heroica de vivir, es lo que deja a la larga las heridas que uno transforma en blasones”.

Al respecto recuerda que el escritor Juan Rulfo solía decirle que lo mejor del mundo es la serenidad. “Uno puede decir eso cuando está de regreso de todos los naufragios; de otra manera, sonaría a cobardía. Hay que aceptar todos los naufragios, todas las navegaciones posibles; y entregarse pasionalmente a ellas para, finalmente, ofrecer a los otros lo que esa experiencia personal nos ha dado”.

El autor de los poemarios Teatro sobre el viento armado (1979) y La miel de los felices (2016) añade, tras la revisión de los versos confeccionados durante casi cuatro décadas, que se encontró con cosas que no sintió que hayan sido escritas por él, pero sí advirtió una evolución en su lenguaje y que su método de trabajo es el mismo.

Creo que poco a poco me he ido despojando de un arsenal retórico, que me sirvió en un principio para expresar lo que tenía que decir. Siento que lo que escribo es cada vez más desnudo, más pequeño; tiendo siempre a la brevedad y a lo esencial”, detalla.

El investigador y crítico literario de 64 años aclara que cree en la inevitabilidad de la poesía. “Hay que escribirla cuando llega. Yo sí creo en esos momentos, en esos impulsos, cuando llega hay que fijarla y establecer ese vértigo por escrito”.

Destaca que si la poesía no avanza, tampoco lo hace lo demás. “Mi maestro Rubén Bonifaz Nuño consideraba que la poesía era como echar relajo, porque nadie nos obliga a escribir poesía, como tampoco a echar relajo”.

 

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Amor y ciudad

 

El amor y la Ciudad de México, cuyas calles le gusta recorrer, han sido temas constantes en la producción poética de Quirarte. “Sólo el amor concede a quien lo vive el privilegio de ser otro en otro y saberse invencible. El amor termina, pero no acaba: deja cicatrices de su paso, devastador o benigno, curable con el tiempo, más agudo en el tiempo”.

Recuerda que el primer poema que publicó se llama Elogio de la calle. “En él aparecen la noche, la lluvia, el amor, la ciudad. Y son temas que se han desarrollado con el tiempo en lo que he escrito. Trato de que ese muchacho que escribió esos poemas se mantenga vivo en mí. Siempre trato de que me diga por dónde voy mal. Hay que tener fe en ese joven”.

El autor de 31 libros de ensayo y cuatro de narrativa agrega que ha comprendido la responsabilidad de conservar las huellas, pero al mismo tiempo dejar que el viento haga su trabajo. “En el viento, la fugacidad de la existencia se materializa en obras creadas para perpetuar los sueños: el arco de un edificio, las notas de una sinfonía, la pincelada precisa, establecen la comunión entre la eternidad y el ser sujeto al tiempo”, añade.

Destaca que, por todo esto, le complace dedicar este libro a Patricia, su esposa. “Ella tuvo una enfermedad durante tres años, en la que no dejó de pelear en ningún momento. Yo le comentaba: ‘Te enfermaste, pero yo entré a El Colegio Nacional, escribí una novela y nos casamos; cosas que nunca pensé que pasarían’”.

Quirarte, al que el escritor Jorge Esquinca, autor del posfacio de El tiempo y sus mastines, define como “un héroe urbano”, trabaja actualmente en poemas relacionados “con la etapa de ausencia de Patricia, pero quiere dejar que fluya el dolor, no publicarlos pronto, sino más adelante, darles tiempo.

Por lo pronto, quiero que la presentación de este volumen sea una celebración de la vida, más que una elegía a la misma”, concluye el creador cuya aventura poética es descrita por Esquinca como “la palabra como lazo, como señal de reconocimiento, como una mano tendida del hombre hacia el hombre”.

 

cva

 

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