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Expresiones

Gustavo Monroy: Réquiem por el mundo migrante

El artista plástico exhibe desde el próximo 7 de marzo Muros en el Museo Casa Diego Rivera en Guanajuato

Juan Carlos Talavera | 23-02-2024
Después de su exhibición en el Museo Casa Diego Rivera, en Guanajuato, la muestra Muros, de Gustavo Monroy, viajará al Museo de los Pintores Oaxaqueños en el mes de junio. Foto: Cortesía Gustavo Monroy

Un réquiem por los migrantes de México y el mundo que no lograron cruzar alguna frontera. Sobre esa idea el pintor mexicano Gustavo Monroy (CDMX, 1959) elaboró una veintena de pinturas que exhibirá por primera vez en la exposición Muros, que abrirá el jueves 7 de marzo en el Museo Casa Diego Rivera, en Guanajuato, la cual registra diversas alusiones a creadores como Manuel Rodríguez Lozano, Francisco Goitia, Miguel Ángel y Masaccio.

Estoy intentando hacer un réquiem por aquellas personas que, en esa aventura y en ese desgarrador desprendimiento de su cultura y de su país, no logran llegar a su destino y mueren”, adelanta el artista en entrevista con Excélsior. “Quise hacer de esta exposición un réquiem por aquellos migrantes que no lograron su sueño, una especie de ofertorio o de oración comunitaria”.

En esta ocasión, el artista enriquece su trabajo con elementos de la pintura universal y mexicana. “He trabajado mucho la obra de Manuel Rodríguez Lozano, un pintor al que he admirado desde pequeño, cuando se podía observar su obra en el Museo de Arte Moderno, con la serie Los Retablos de la muerte.

Así que retomo la obra de Rodríguez Lozano, con esos personajes sobre fondos negros y mujeres en el desierto que despiden a sus familiares o madres que observan a sus hijos muertos, como podemos ver en La piedad en el desierto, un cuadro muy representativo de este artista”, abunda.

¿Qué otras referencias podemos encontrar? “También trabajo la obra de Francisco Goitia, en particular su cuadro Tata Jesucristo, para homenajear a los pintores que he admirado, que me han enriquecido y que son parte de nuestra tradición y, por el otro, está el contexto de la migración”, detalla.

En esta serie desfilan no sólo cráneos, muros, fronteras y personajes dolientes, sino también referencias a la realidad inmediata, como los 39 migrantes que fallecieron calcinados en Ciudad Juárez, el niño sirio Aylan Kurdi, quien murió ahogado en una playa de Turquía, en 2015, así como Ayotzinapa y los migrantes centroamericanos.

Además, retorna a su crítica hacia los letreros gigantes que promueven el turismo de las grandes ciudades y de los sitios patrimonio. “Toda esa nomenclatura me ha parecido inútil y redundante, una cortina de humo que oculta diversas realidades. Por ejemplo, sabemos que en la plaza de Morelia hubo un bombazo en donde murió gente, pero vamos y nos tomamos la foto con las letras de Morelia, que carecen de memoria o de un memorial que recuerde a las víctimas”, señala.

¿Qué representa para usted la frontera en este momento? “Hace tiempo que no voy a la frontera, pero mi idea no ha cambiado. La frontera es un limbo en donde las ánimas esperan a ser juzgadas, es una espera que puede ser eterna. Una frontera es un crisol y un limbo, es un lugar donde terminan o se rompen los sueños.

Tú haces un gran viaje con tus hijos, con tu familia o algunos niños viajan solos, pero en la frontera esos sueños se hacen pedazos, porque se enfrentan a una realidad que los convierte en seres invisibles. La frontera es como la fuerza del agua, pero ésta se desperdicia y se invisibiliza; las fronteras son esos limbos en donde los sueños se rompen”, expone.

¿Qué le provocan estos limbos? “Me horrorizan, pero luego me avergüenzan, porque hemos logrado muy poco en cuanto a ser empáticos con el otro. Acuérdate del impacto que causó la muerte del niño Aylan Kurdi, que nos horrorizó, pero al día siguiente volvió la indiferencia. Esto me mueve a una catarsis, que es pintar, porque si no, no podría soportar ese horror”.

¿Qué le dice la frontera de nuestro tiempo? “Lo que nos enseña la historia es que cada vez que cae una frontera, nos arrepentimos de que no haya caído antes, porque perdimos la mezcla y la oportunidad de reconocer al otro, ya que las culturas que suben a sus máximos niveles, y luego decaen, son producto de la mezcla, ninguna es una cultura es única”.

Finalmente, Monroy revela que esta exposición, que forma parte de su proyecto Pintura en llamas, viajará en junio al Museo de los Pintores Oaxaqueños, aunque para entonces la enriquecerá con cuadros adicionales.

 

 

 

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