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Expresiones

El legado de la luz a partir del color

Los historiadores de arte Alfonso Miranda y David Caliz afirman que este movimiento artístico, punto de partida de las vanguardias, continúa vigente en sus técnicas y permaneceen el gusto de los espectadores

Virginia Bautista | 14-04-2024
Paisaje en Giverny “Francia” (1887), de Claude Monet, óleo sobre lienzo; del acervo del Museo Soumaya.
Paisaje en Giverny “Francia” (1887), de Claude Monet, óleo sobre lienzo; del acervo del Museo Soumaya. Foto: Cortesía Museo Soumaya

El impresionismo, el movimiento artístico considerado el punto de partida de las vanguardias, que propuso la búsqueda constante de la luz a partir del color y la textura, está vigente sobre todo en sus técnicas, más que en los temas que exploró, y permanece en el gusto de los espectadores.

Coinciden en lo anterior los especialistas Alfonso Miranda, director del Museo Soumaya, y David Caliz, curador del Museo Nacional de Arte (Munal), recintos que resguardan en su acervo importantes obras de artistas representativos de este movimiento.

Muchas de las técnicas del impresionismo se siguen replicando. Hoy, algunos artistas quieren regresar a los colores que ellos lograron, por su poder cubriente y su brillantez, pero son tóxicos. Sus obras sobre paisajes, mares o escenas de la vida cotidiana siguen gustando, quizá porque no nos confrontan con nuestra realidad de violencias”, afirma Miranda en entrevista.

Se puede rastrear los ecos del impresionismo en los artistas contemporáneos. No hay lazos tan directos en cuanto a técnica, pero si en la reflexión. Los creadores siempre están revisitando y reimaginando los grandes movimientos pictóricos”, comenta Caliz en entrevista por separado.

El impresionismo surgió hace 150 años, un día como mañana, 15 de abril, pero de 1874, en el número 35 del Boulevar de las Capuchinas en París, Francia, donde tuvo lugar la primera exposición de los entonces jóvenes Claude Monet, Pierre-Auguste Renoir, Edgar Degas, Paul Cézanne, Camille Pissarro, Alfred Sisley y Berthe Morisot, entre otros, quienes decidieron romper con las reglas y organizar su propia exhibición al margen de los canales oficiales.

El óleo Impression, Soleil Levant (1872), de Monet, que se encuentra en el Musée Marmottan Monet, dio nombre al movimiento que surgió en un mundo en plena transformación.

El clima de la época era el de una posguerra, tras dos conflictos: la guerra franco-prusiana de 1870 y una violenta guerra civil. En este contexto de crisis, los artistas se replantean su arte y buscan nuevas direcciones. Un pequeño ‘clan de rebeldes’ pinta escenas de la vida moderna, o paisajes en tonos claros y con pinceladas perfectamente ejecutadas, bosquejados al aire libre”, se lee en el portal del Museo de Orsay.

El recinto galo conmemora esta fecha clave con la muestra Paris 1874. L’instant impressionniste, que reúne 130 obras de 31 artistas, sólo siete de los cuales gozan hoy de fama universal, y estará abierta hasta el 14 de julio. Y se presentará en la Galería Nacional de Arte de Washington del 8 de septiembre de 2024 al 20 de enero de 2025.

Para Alfonso Miranda, sin la Escuela de Barbizon no se podría entender al impresionismo. “Hay una lección de arte anterior, en la cual podemos encontrar todas las claves interpretativas. No era una escuela formal, sino la intención de artistas que se habían formado en la academia en París y decidieron inéditamente salir a pintar al aire libre.

Pintaban muy al alba, hacían ejercicios matinales, en los que se ve la neblina y esas atmósferas nebulosas tan particulares. Y es esa la impresión que tendrá el ojo, lo que será la gran lección para la siguiente generación de artistas. Ellos fueron los primeros en entender cómo se captura la luz a través del ojo humano”.

El historiador destaca que el impresionismo “es un arte que no confronta, a pesar de haber sido atravesado por las guerras. Los artistas mostraron el mundo nocturno, con la electricidad se encontraban de otra manera con la ciudad; iban a zonas remotas, gracias al tren; las artistas mujeres recrearon la vida cotidiana y el paisaje fue el gran referente”, dice.

El maestro en Arte y Decodificación de la Imagen detalla que el Museo Soumaya tiene en su acervo 185 obras de artistas impresionistas, “que nos permite estudiar los diferentes momentos”. Dice que poseen 70 piezas de Renoir y 38 de Degas, autores “muy bien representados en la colección”.

Por su parte, Caliz señala que “gracias al impresionismo se realizan las reflexiones sobre la morfología de la pintura, no sólo a nivel temático, sino de la técnica y cómo el color puro impactará para la búsqueda de los blancos”.

Agrega que “los impresionistas planteaban la posibilidad de salir del taller, de ya no estar en el atelier, y capturar alrededor de los espacios parisinos y, sobre todo, de las provincias, vistas bucólicas, donde la exploración siempre será la búsqueda de la luz a partir del color”.

El licenciado en Historia por la Escuela Nacional de Antropología e Historia señala que este movimiento llegó a todos los países, incluido México. “Hubo artistas mexicanos que tuvieron oportunidad de visitar París a finales del siglo XIX, por las grandes exposiciones universales; destaca la participación en ellas de Gerardo Murillo, el Dr Atl, y Joaquín Clausell y su acercamiento a Monet.

Pero la visión más radical en cuanto a la técnica impresionista la trajo el maestro neoleonés Alfredo Ramos Martínez, quien fue director de la Academia de San Carlos en 1913. Un proyecto educativo fundamental fueron las escuelas al aire libre, que tomaron como referencia al impresionismo. En ellas hubo un diálogo constante sobre la luz”, añade.

Quien realizó un diplomado en Historia del Arte en el Instituto Cultural Helénico, indica que el Munal custodia obras de Clausell y El paisaje del pedregal, de Ramos Martínez; de éste albergan además piezas de su etapa parisina, como El retrato de dama, “una vista de los muelles del Río Sena”, y La niña de las hortensias, entre otros.

Miranda detalla que el Museo Soumaya organizará talleres y conferencias para “desmitificar a los impresionistas y entenderlos en una justa dimensión; no para dejarlos de admirar, sino para resignificar la revolución plástica que lograron”.

 

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