¿Por qué la Generación Z prefiere la astrología a las religiones? Una nueva visión del entorno
La Generación Z se aleja de las religiones tradicionales y abraza la astrología y el tarot como herramientas de autoconocimiento y conexión emocional.

Durante décadas, México fue considerado un país profundamente católico. En los años 70, el 95 % de la población se identificaba con esta religión; en los 60, la cifra alcanzaba el 98 %. Sin embargo, el panorama ha cambiado drásticamente. Según el Censo de Población y Vivienda 2020 del INEGI, el porcentaje de mexicanos que se declaran católicos cayó al 77.7 %, una disminución de casi siete puntos porcentuales respecto a 2010. Y más allá de la afiliación formal, cada vez más personas se identifican como creyentes sin religión, espirituales sin dogma o simplemente no religiosas.
Este giro no solo refleja una transformación demográfica, sino también una evolución en la forma en que las nuevas generaciones buscan sentido. La Generación Z, en particular, ha encontrado en la astrología y el tarot una vía alternativa para explorar su identidad, comprender sus emociones y conectar con el mundo. En lugar de seguir rituales heredados, esta generación se pregunta: ¿qué dice mi carta natal?, ¿cómo influye el tránsito de Venus en mi estado emocional?, ¿qué simbolismo hay en la carta que acabo de sacar?
En entrevista para Excélsior, Paco Aguilera, conocido como Manojo de Magia en redes sociales, es uno de los rostros más visibles de esta tendencia. Astrólogo y tarotista, comparte contenido en TikTok e Instagram para una audiencia que busca respuestas más allá de los templos. Su historia personal refleja el tránsito generacional: “Dentro de la familia había situaciones en las que a la tía le leían el tarot. Era algo que solo hablaban los adultos, porque atentaba contra la religión, y todo esto de la adivinación está mal visto por la Iglesia católica y otras similares”, recuerda.

Su primer acercamiento fue clandestino, como ocurre con muchos jóvenes que crecen en entornos religiosos. “Cuando apareció el internet, un primo y yo buscamos, entre las primeras cosas, cartas de tarot, porque se nos quedó muy grabado que podían ayudarnos a conocer el futuro. Las imprimimos, las mandamos enmicar y buscamos información para interpretarlas… hasta que nos descubrieron y mi mamá nos pidió que las tiráramos”.
Años después, Paco retomó el tarot desde un lugar más libre y autodidacta. “Ahora redescubrí el tarot gracias a un diseñador que sigo en redes sociales. Ya fuera del ambiente familiar, me compré un libro y comencé a estudiarlo a profundidad”.
Este tipo de reconexión espiritual, libre de estructuras rígidas, es parte de lo que hace que la astrología resuene con la Generación Z. A diferencia de las religiones tradicionales, que ofrecen respuestas universales y prácticas estandarizadas, la astrología parte del individuo. “Una carta astrológica, que es el punto de partida para una interpretación, depende de la hora, el día y el lugar en que naciste. Tu carta natal jamás será igual a la de otra persona, ni siquiera la de gemelos o trillizos, porque siempre habrá minutos o segundos de diferencia en su nacimiento”.
Los jóvenes buscan entenderse a sí mismos
La personalización es clave. En un mundo hiperconectado pero emocionalmente fragmentado, los jóvenes buscan herramientas que les permitan entenderse a sí mismos. “La conexión que tiene con las nuevas generaciones es que buscan entenderse, descubrirse a través de los astros. Las religiones tradicionales ofrecían prácticas más generalizadas: qué oración rezar, a qué hora ir a misa, cómo participar en reuniones. En cambio, la astrología es profundamente personalizada. Nos ayuda a encontrar sentido, o a cuestionar lo que no nos resuena”.
Este enfoque introspectivo se vuelve aún más relevante en un contexto de creciente preocupación por la salud mental. Paco lo advierte con claridad: “Es una responsabilidad muy grande. Me gusta adjudicársela a las cartas y no tanto a mí, aunque sé que el tarot requiere interpretación: es un lenguaje de símbolos que necesita de un intérprete. Cualquier persona que lo lea tiene un papel importante, pero en mi caso hago énfasis en que yo solo interpreto los símbolos que he aprendido a traducir para la gente. Jamás le dicto a alguien qué hacer o qué no hacer”.
La cautela es necesaria, sobre todo cuando las personas se acercan en momentos de vulnerabilidad. “Algunas personas se acercan al tarot buscando guía en momentos de oscuridad o dificultad, y ahí es donde están más vulnerables. Por eso me gusta decir que la astrología y el tarot no sustituyen una sesión psicológica, una consulta médica ni el consejo de un especialista legal”.
Las redes sociales han influido en los jóvenes
Más allá de la práctica, el entorno digital ha sido un catalizador. Las redes sociales han democratizado el acceso a estas herramientas, despojándolas de su aura esotérica y acercándolas a la cotidianidad. “Creo que han ganado mucha difusión y se han vuelto populares porque no se sienten tan serios ni opresivos como las religiones tradicionales. Les permiten a las nuevas generaciones ser más flexibles y adaptarlos a sus necesidades. Lo vemos en el marketing digital, donde nos dicen qué pastel eres según tu signo, qué canción te representa, cosas por el estilo”.
Lo que comienza como entretenimiento puede convertirse en una vía de autoconocimiento. “La vida se siente cada vez más acelerada, y lo que sucede con estas herramientas es que nos hacen parar y decir: ‘Ok, ¿cómo aplica en mi vida el Sol en Sagitario?’ Entonces hacemos un recuento de lo que hemos vivido. Esa introspección es tan necesaria, y cuando estamos enfrascados en la rutina, el tráfico, el trabajo, simplemente no la hacemos”.

La astrología y el tarot no prometen salvación ni ofrecen absolutos. Pero sí invitan a la reflexión, a la pausa, al cuestionamiento. “Lo que inicia como curiosidad por saber cómo afectan los planetas termina siendo una conexión con nuestro día a día. Y eso ocurre porque el tarot y la astrología nos llevan a cuestionarnos y conocernos, algo que las religiones ya no promueven de la misma forma”.
En una era donde la autenticidad pesa más que la obediencia, y la flexibilidad más que el dogma, la Generación Z ha encontrado en los astros una brújula emocional. No para seguir un camino trazado, sino para construir el propio.
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