¡Ya explotó! eran muchos avisos

Siempre se ha matizado el termino para no poner el de Barra Brava en México. Porra, Grupo de animación, afición fiel y lo que encuadre en un asunto que tiene un olor fétido desde hace muchos años, pero al que se le ha volteado la cara. Prácticamente cada año sucede un episodio radical en algún estadio de la Liga MX. Pasada la burbuja de efervescencia se archiva y todo a la normalidad en un país que tiende a convivir con la apología de la violencia como forma de subsistencia.

El futbol se convierte entonces en el caldero del desahogo. Por recomendación del área de mercadotecnia de la Liga se les pide a los clubes mantener un grupo de animación, con ello las tomas de televisión se verán con gradas llenas y eso atraerá patrocinadores.

Luego suceden los hechos violentos como en el 2004, cuando aficionados del América ingresaron a la cancha para golpear a jugadores del Sao Caetano por haberles ganado en Copa Libertadores.

O aquella controvertida imagen cuando aficionados de Chivas en el 2014 golpearon brutalmente a un policía y lo aventaron desde la parte alta del estadio en las gradas. Detuvieron a 10 en esa ocasión.

Una de las más graves fue en el 2019 cuando lejos del estadio, pero con rumbo al juego, aficionados del Monterrey patearon y aventaron una roca en la cabeza a un fanático de Tigres que quedó con lesión cerebral traumática. Todo en nombre de la pasión y ante la complacencia de la Liga.

Momentos de drama en el 2017 cuando un aficionado de Tigres era golpeado por varios del Veracruz mientras Tuca Ferretti y André-Pierre Gignac pedían a la policía intervenir. O la del año pasado, cuando aficionados de Pumas tiraron una reja y persiguieron por la parte alta del Estadio Azteca a espectadores del América. O aquella del 2019 cuando fans de Gallos y del San Luis se liaron a golpes y la gente corrió despavorida a la cancha. La dinamita estaba puesta desde hace mucho, sólo faltaba el cerillo.

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