Sebastián Luri

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El futbol y sus alrededores

Liguilla y Selección

29 de Noviembre de 2023

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  • La eficiencia de un modelo de juego marca el camino, pero los futbolistas son los que tienen la última palabra.

Con el arranque de la Liguilla parece haber quedado lejos la crisis existencial que sufrió hace unos pocos días la estructura de selecciones antes de la revancha con Honduras. La vorágine informativa marca la agenda del día a día y suele confundir lo urgente, lo coyuntural y lo estratégico; como dice el tango Cambalache: “En un mismo lodo, todos manoseados”.

Empecemos por la definición de la Liga MX. Si bien destacar favoritos en nuestra competencia es una actividad de alto riesgo que no suelo estar propenso a practicar, no es una muestra de audacia decir que América, Rayados y Tigres, a priori, son los máximos candidatos a consagrarse en diciembre. Es una obviedad señalar que en los grandes equipos suelen confluir buenos funcionamientos colectivos con grandes individualidades, pero también es correcto apuntar que generalmente el talento termina siendo lo más determinante. La eficiencia de un modelo de juego marca el camino, pero los futbolistas son los que tienen la última palabra.

América fue el más regular y el que mejor jugó durante el torneo, pero los tres conjuntos cuentan con futbolistas con el potencial para definir el curso de una eliminatoria, la que sea.

Llegó el momento para los Tecatito, Gignac o Henry Martin, pero, ¡ojo!…, no vaya a ser que a los Viñas, Huerta, Villalpando, Martínez o Alvarado les dé por meter la cola y dejar en ridículo esta columna.

¿Cuánto puede influir la falta de ritmo de los equipos calificados directamente en comparación con los que jugaron el play-in? Es una incógnita que develaremos a partir de esta noche.

Cuando se dio la intempestiva salida de Diego Cocca manifesté que era necesario que el siguiente entrenador del Tri fuese mexicano. Si bien para mí lo más importante no es la nacionalidad, sino la capacidad, entendía que con un timonel local quitábamos un fuerte factor desestabilizador. Me equivoqué. La pulsión autodestructiva de nuestro ámbito con la selección no conoce de procedencias. En un porcentaje que penosamente marca tendencia, los medios son incapaces de discernir entre exigencia y escarnio público. Poco a poco, como sucedió en procesos anteriores, se va cultivando una atmósfera irrespirable que atenta contra la legitimidad del entrenador y va minando la confianza del equipo.

Lo más grave es que la superficialidad y chabacanería de la discusión mediática no sólo confunde, sino que nos aleja cada vez más de dar con el diagnóstico que permitiría entender cómo el futbol mexicano podría alcanzar todo su potencial.

 

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