Inserción Leagues Cup

• Sería ingenuo no entender la necesidad de hacer crecer el negocio.

Hemos visto peculiaridades en el formato de la Liga MX, pero este año, con la inserción de la Leagues Cup en julio, nos pasamos de originales: pretemporada corta, tres jornadas del apertura antes de un stand-by de un mes, dos juegos asegurados en EU y un nuevo receso —o no—, dependiendo del avance de los equipos en su respectiva zona de grupos. Lo anterior, en un contexto donde el Tri tiene (sigue participando en una de ellas) dos competiciones en este mismo verano: Nations League y Copa de Oro. 

Este Frankenstein de competencia, que seguramente tendrá grandes virtudes económicas, está teniendo consecuencias en la planificación deportiva; tanto para las directivas como para los cuerpos técnicos de la Liga MX.

La dificultad para las direcciones deportivas quedó de manifiesto con América. Sorprendidos por la decisión del Tano Ortiz de no continuar, arrancaron la pretemporada sin un nuevo DT. Finalmente llegó a pocos días de iniciar la liga.

Cuando se habla del trillado tópico del número de extranjeros, son muchos los que, con razón, argumentan que los jugadores foráneos deben elevar el nivel de competencia para que, en un entorno más exigente, nuestros jóvenes se beneficien y mejoren.

Por la integración con la MLS, el Apertura arrancó prematuramente el 30 de junio. Considerando que todavía se está jugando Libertadores en Sudamérica, el mercado europeo recién cierra el 31 de agosto y la nueva aparición de Arabia como gran opción económica y probablemente competitiva… ¿qué chances existen de que jugadores de buen presente en Europa o gran potencial de la zona Conmebol se decanten por venir a México en junio o julio? El chiste se cuenta solo con las pocas operaciones importantes que hubo este año. No sorprende; lo normal es que los grandes futbolistas no se decidan por jugar en la Liga MX hasta el epílogo de la ventana de las transferencias. Estamos a contramano del mercado internacional.

Estas circunstancias no sólo están limitando a los clubes para invertir en futbolistas de calidad, sino también condicionando el trabajo de los cuerpos técnicos, que están lidiando con la incertidumbre de posibles salidas y/o incorporaciones.

Sin dudas, tiene gran dificultad diseñar los calendarios y sería ingenuo no entender la necesidad de hacer crecer el negocio y su plusvalía, pero, ¡ojo!, da la sensación de que en todas las decisiones el perjudicado siempre es EL JUEGO y que, si lo seguimos manoseando, lo iremos fagocitando hasta que todo lo demás carezca de sentido.