Juan Carlos Veraza

Juan Carlos Veraza
El deporte por nota

Ícono

28 de Enero de 2020

COMPARTIR
SÍGUENOS

 

En el deporte aparecen algunos personajes especiales que, con sus actuaciones, proezas, triunfos y récords dejan de ser simples mortales y se transforman en leyendas. Ese fue Kobe Bryant, que durante dos décadas nos maravilló con su capacidad para hacer ver su disciplina como algo sencillo.

Con los Lakers se estableció rápido como uno de los jugadores más completos y dominantes del deporte ráfaga. En la popular franquicia angelina, muy pronto dio la razón a Jerry West, el hombre responsable en adquirirlo en un cambio con Charlotte durante el draft de 1996. Cuando el gerente general de Los Ángeles hizo ese movimiento, agregó a su roster a un joven que, con el paso de los años, pasaría de ser el anhelado sucesor de Magic Johnson a un deportista de época y rostro de la NBA.

El inicio de su carrera no fue sencillo, especialmente su primera experiencia en los playoffs. A las altas expectativas se sumó que su equipo pasaba por un momento de transición y a que la desesperación hacía presa de una afición que se había acostumbrado, una década antes, a tener en su franquicia al protagonista principal de la liga.

Pero las cosas tomaron un rumbo diferente al poco tiempo. Tras las primeras experiencias en playoffs, en donde se quedaron lejos del título, Kobe comenzó a madurar, a mostrar señales de que él tenía todo para convertirse en la gran estrella de la NBA. Así, llegaron los comparativos con Michael Jordan, y más de uno lo señaló como el elegido para sucederlo en el trono del basquetbol.

Su crecimiento coincidió con la llegada de Shaquille O’Neal, que había brillado en Orlando y que fue contratado el mismo año que Bryant; juntos regresaron al equipo al lugar que habían ocupado en el pasado. Con ellos como figuras y con Phil Jackson contratado como entrenador en 1999, ganaron el título al año siguiente y primero de tres consecutivos. Así se estableció como superestrella del deporte, algo que ratificó años más adelante, cuando, sin O’Neal en Los Ángeles, ganó los campeonatos de 2009 y 2010.

Su estatus de estrella global fue establecido cuando guió, junto a una pléyade de estrellas, a Estados Unidos a retomar el dominio del basquetbol mundial, con las victorias en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 y Londres 2012.

Eso lo llevó a estar en la lista de los más grandes que el basquetbol ha visto, al ingresar al exclusivo club de aquellos jugadores que marcaron una época. Sin entrar en el eterno debate sobre quién es el mejor de la historia, Kobe Bryant definitivamente se ganó, con una carrera magistral, el derecho de estar en la discusión y de ser reconocido como un ícono.

 

 

COMPARTIR EN REDES SOCIALES

SÍGUENOS

COMENTARIOS