Había una vez un Manchester Catalán

Con movilizaciones en sus sedes, armamento debajo de sus tribunas y pistolas dentro de los balones, Júpiter es un club que sigue mantenido sus raíces y está del lado de sus vecinos defendiendo los intereses de sus hinchas

Fotos: Especiales y Twitter @CE_Jupiter
Fotos: Especiales y Twitter @CE_Jupiter

BARCELONA.

Aquesta nota hauria d´estar escrita en catalá”, significa “esta nota debería estar escrita en catalán”, porque sería el claro reflejo del club Júpiter. Una institución que con 109 años sigue invicta y mantiene lo más preciado: su identidad.

Entre vasos y cañas de cervezas, en un bar del barrio de Pueblo Nou, en Barcelona, nació Júpiter. En una mesa entre sonrisas y manos desgastadas se creó una nueva excusa de reunión entre compañeros obreros con una pelota de futbol como director de orquesta.

Compartían intereses y trabajo. Al barrio se le decía el Manchester catalán porque se creó a partir de la revolución industrial y era un polo fabril, en el que la mayoría de los obreros se sentía representados por una idea política en común: el anarquismo.

En 1923, las armas del general Primo de Rivera tomaron las calles e impusieron la dictadura en España, donde comenzaron los primeros partidos difíciles para el club Júpiter. El régimen les hizo cambiar el escudo, ya que “era ofensivo”. Pero dos años más tarde, Júpiter ganaría su partido frente a la dictadura de Primo.

 

 

Tras consagrarse campeón de España en el Grupo B –lo que hoy sería la Segunda División-, se jugó un partido con el campeón de la Copa España, que fue el Barcelona Futbol Club.

En este partido, fueron invitados miembros de la Marina Real Británica y se tocó la Marcha Real, que en aquellos años era el himno nacional, y se generó un abucheo y silbido desde la tribuna, siendo el primer acto masivo en repudio del régimen. Si bien, fueron suspendidos durante seis meses, el club consiguió no silenciar su malestar a pesar de las consecuencias. Expuso lo que los vecinos sentían, porque ésa es la postura del club, estar al lado de sus hinchas. Una idea que siguen manteniendo más de diez décadas después.

La pelea por exponer lo que los regímenes antidemocráticos querían callar es un partido que Júpiter iba a disputar. En su primer estadio se llevó a cabo en 1936 el centro de operaciones de la resistencia anarquista contra el golpe de Estado de 19 de julio. Su actual presidente, Joan Rión, lo resume: “La realidad es que no hay una prueba que lo confirme, pero sí, se reunieron todos en las inmediaciones de la cancha porque era un barrio con un mismo ideal y las tribunas naturalmente son muy grandes y podían ahí guardar su armamento”.

También “se transportaban con pistolas escondidas dentro de las pelotas: las descosían, les sacaban las cámaras, colocaban el arma, las volvían a coser y se movilizaban en la ciudad armados, para ir de un lugar a otro”.

La disputa entre ideales políticos, entre hablar o silenciar, entre luchar y esconderse, entre jugar al futbol o disparar fue muy marcado en los años 40. “Durante nuestra historia han querido desaparecer nuestra identidad, pero no han podido”, afirma Rión.

En 1948, Júpiter pierde su barrio y su estadio, pero no su identidad ni su distrito. Mudan su cancha a algunas cuadras, al barrio de Sant Martí, donde no había nada. Sólo estaba proyectado hacer obras de sindicatos y empresas ligadas a movimientos franquistas y a inmigrantes que venían con otro idioma y forma de pensar: “Nos querían desaparecer, pero no pudieron”.

 

 

 

Boletín antiguo del club Júpiter con el portero Josep Bachs.

 

A meses de cumplir 110 años, Joan Rión repasó la historia: “Esta institución siempre ha tenido pertenencia y una misma ideología, siempre se ha creído como un club progresista, muy al lado de la gente, ya que en su inicio se fundó por trabajadores de un gremio, que tenían importantes problemáticas sindical, laboral, integración de las familias. Y ahora, con sus diferencias, hay algunas problemáticas que se comparten con la creación de este club, pero nosotros siempre estaremos del lado de las personas y de las instituciones de Catalunya”.

La tendencia del club, con relación al contexto político y social, es muy clara. La institución tiene como idioma de comunicación interno y externo el catalán y están a favor de la independencia, “aunque saben que no es un tema fácil, hay dos posturas muy definidas y va a ser difícil que haya una reubicación o una consolidación, inevitablemente tiene que haber otra salida”, explicó Rión. Y concluyó: “los catalanes no tenemos un problema de vivir dentro de España, pero siempre hemos tenido un instinto o una percepción diferente de hacer las cosas, además de que no se nos ha valorado”.

Hoy Júpiter se encuentra en la zona de descenso de la liga. A pesar de que los resultados futbolísticos no son los favorables, este club cuenta con equipos inclusivos donde tiene jugadores con capacidades diferentes, hace trabajos de integración social, actos benéficos y tiene un equipo de futbol femenino en todas las categorías.

Algunos se quedarán impactados con la historia entre las cervezas, las armas y el anarquismo. Otros con el contexto político en que se generó el club. Y tal vez, unos pocos, lo tomarán como una historia de resistencia de ideales que perduró y perdura en el tiempo más que muchos partidos políticos o agrupaciones civiles.

Como todo, hay muchas perspectivas, pero una realidad: Júpiter es un club de sus vecinos, donde no caminará solo. O mejor, traducido: “Júpiter és un club del seus venïns, on no caminarà sol”.

El equipo catalán solía guardar pistolas en los balones, en los años 40.

 

cva

 

 

 

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