La NFL pudo llegar a México en 1968; iba a ser el primero

Todo estaba listo para que Águilas y Leones jugaran un partido de pretemporada en el Estadio Azteca, pero el cotejo fue cancelado 

Foto: Archivo Excélsior

CIUDAD DE MÉXICO.

La fiesta estaba preparada, los boletos vendidos, las cámaras de televisión instaladas y una afición que esperaba el primer partido de la NFL en suelo nacional. Los protagonistas eran Leones de Detroit y las Águilas de Filadelfia, y el escenario sería el Estadio Azteca. Pero todo se derrumbó cuando Ricardo Medrano, gerente del Futbol del Distrito Federal, anunció: “Se informa que el juego queda suspendido por fuerza mayor”.

La fiesta se gestó con tiempo, en el que se organizaron varias actividades para que realmente fuera un día histórico. El 11 de agosto de 1968, a las 13:00 horas, debía empezar esta jornada que iba a contar con eventos musicales, de baile y con el fabuloso Hombre Cohete. Éste era un oficial de la Fuerza Área estadunidense que, al estilo James Bond, se iba a elevar del centro del campo con un cinturón volador.

Por su parte, la música iba a estar protagonizada por el Apache Belles, del Tylar Junior College de Texas y el Ballet Folklórico de México, entre otros “números de gran impacto”. Además, se iba a elegir a la Reina del partido: ya habían sido preseleccionadas tres damas de entre cientos que participaron de la Universidad Nacional, el Instituto Politécnico y la Nacional de Agricultura en Chapingo.

Nueve cámaras de televisión ya estaban instaladas en el estadio para transmitir el partido a Estados Unidos y Canadá, en donde se calculó que habría más de 20 millones de telespectadores. Jim Oliver, encargado de la promoción del evento, estimó que el boletaje iba a estar vendido en su totalidad, a un costo de cinco pesos la entrada general.

Describieron que el Estadio Azteca iba a colapsar y el partido de pretemporada lo verían más de 20 millones de personas, siendo casi la mitad de la población mexicana en esos años (52 millones según el censo nacional de 1970).

Los distintos periódicos nacionales describieron la euforia de los aficionados y desarrollaron como llegaba cada equipo a este partido: “Don Hultz, defensivo de las Águilas, está en excelentes condiciones, al igual que Norman Snead, uno de los mejores quarterbacks de la Liga Nacional, que estarán jugando en el Azteca”, se mencionaba en la prensa deportiva. A su vez, plantearon la duda: “ ¿Kuharich logrará fortalecer al equipo que enfrentará a los Leones de Detroit?”.

Los dos equipos llegarían al país el 9 de agosto en diferente horario: las Águilas a las 10:30 y los Leones a las 12:00. La afición los esperó, pero nunca pisaron suelo mexicano.

En la Sala de Ceremonias el gerente del Futbol del Distrito Federal, Ricardo Medrano, dio la noticia el 8 de agosto a las 14.30 horas: “Solicito la atención de todos los que aquí se encuentran”. Tras lograr la atención de los presentes, comunicó: “Por causas de fuerza mayor se suspende el juego, reembolsándose el importe del boletaje vendido”.

Lo que pudo haber sido un salto de importancia de este deporte dentro del país, se canceló por razones que aún no se han podido corroborar, pero se barajan entre la revuelta estudiantil y las conflictos entre el mismo Departamento del DF por el precio de los boletos.

Los Juegos Olímpicos también corrieron peligro, tras la represión que sufrieron los estudiantes que terminó con la tragedia de Tlatelolco, diez días antes de la justa helénica.

El precio de los boletos generales (5 pesos), al tipo de cambio de ese tiempo, equivalía a 40 centavos de dólar. Con ese dinero, podías comprar en la década de los 70 ocho botellas de Coca Cola de 235 mililitros cada una. Por esta relación, el boleto más económico valdría hoy -aproximadamente- unos 60 pesos mexicanos.

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