¿La 'supergripa' existe? Esto dice la ciencia sobre la variante K de influenza A(H3N2)
Lo que existe es la influenza de siempre, con nuevas mutaciones, síntomas intensos y una lección que se repite cada invierno

En las últimas semanas, la palabra “supergripa” comenzó a circular con fuerza en titulares, redes sociales y conversaciones cotidianas. El término apareció ligado a reportes internacionales sobre un aumento de casos de influenza en países como Reino Unido, Japón o Canadá, y a la detección de una variante identificada como subclado K del virus de influenza A(H3N2). El resultado fue previsible: dudas, miedo y la sensación de que algo “nuevo y más peligroso” estaba por llegar.
Sin embargo, la evidencia científica no respalda la existencia de una “supergripa”, ni indica que esta variante sea más grave que las cepas de influenza que circulan cada temporada. Así lo explica la doctora Gloria Aguirre, médico infectóloga de TecSalud, quien aclara que el término es más bien una construcción mediática que una categoría médica.
Una variante conocida, no un virus nuevo
La influenza A(H3N2) no es un virus nuevo. Ha circulado durante décadas y, de hecho, ha sido una de las cepas predominantes en varias temporadas recientes, tanto en México como en otros países. Lo que cambia cada año —y esto es clave— es que el virus acumula mutaciones.
“El virus de influenza, como otros virus respiratorios, muta constantemente. Año con año esperamos cambios en sus proteínas, y por eso las vacunas también se actualizan cada temporada”, explica la doctora Aguirre.
El llamado subclado K no es otra cosa que una de esas mutaciones. Puede tener una mayor capacidad de transmisión, pero hasta ahora no hay evidencia de que provoque cuadros más severos, mayor riesgo de hospitalización o una letalidad más alta en comparación con otras variantes de influenza.

Entonces, ¿por qué se habló de “supergripa”?
La narrativa de la “supergripa” surgió principalmente por dos factores:
- La aparición temprana de picos de influenza en algunos países, y
- La intensidad de los síntomas, que para muchas personas resulta más brusca que la de otros virus respiratorios.
La influenza se caracteriza, desde siempre, por un inicio abrupto: fiebre alta, dolor muscular intenso, malestar general marcado y cansancio extremo que aparece de un día para otro. Esos síntomas no son nuevos ni exclusivos de esta variante.
“A diferencia de otros virus respiratorios, como algunos rinovirus o incluso covid, la influenza suele dar síntomas muy marcados desde el inicio. Eso ha sido así históricamente”, señala la especialista.
Es decir, lo que muchas personas interpretan como algo ‘extraordinario’ es, en realidad, la forma clásica de la influenza.

No hay evidencia de mayor agresividad
Uno de los temores que más se difundió fue la posibilidad de que esta variante tuviera una afinidad especial por el pulmón o que provocara neumonías más graves. Hasta ahora, no existe evidencia científica que respalde esa hipótesis.
En los países donde el subclado K ha sido identificado, los sistemas de vigilancia epidemiológica no han documentado un comportamiento distinto al esperado en una temporada invernal normal: hay picos de casos, presión sobre servicios de salud y circulación de distintas cepas, pero no escenarios de epidemias fuera de control ni cuadros clínicos atípicos.
“No estamos hablando de una pandemia ni de una epidemia fuera de lo esperado. Es la influenza comportándose como suele hacerlo cada temporada”, subraya Aguirre.

La vacuna sigue siendo la principal herramienta
Otro punto clave es la vacunación. Aunque la vacuna contra la influenza no fue diseñada específicamente para el subclado K, se espera que mantenga una efectividad similar a la de años previos, especialmente para prevenir complicaciones graves.
La doctora Aguirre recuerda que el objetivo principal de la vacuna no es evitar por completo la infección, sino reducir el riesgo de neumonía, hospitalización y muerte. Incluso en personas vacunadas puede haber infección, pero el curso suele ser más leve.
La recomendación es clara: todas las personas mayores de seis meses deberían vacunarse cada temporada, con prioridad para adultos mayores, mujeres embarazadas y personas con enfermedades crónicas.

Menos pánico, más información
En México, los reportes oficiales muestran que, hasta las últimas semanas epidemiológicas, el número de casos registrados es incluso menor que en temporadas anteriores, aunque esto también está influido por el subregistro y las limitaciones de las pruebas diagnósticas.
Para la especialista, el problema no es la existencia de nuevas variantes —algo completamente esperado—, sino la forma en que se comunica la información.
“Las mutaciones en influenza ocurren todos los años. Lo importante es no generar pánico innecesario y comunicar con base en evidencia”, concluye.
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