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Paz

Viridiana Ríos

Viridiana Ríos

 

Esta semana, la Asociación de Estudiantes Mexicanos en Harvard organizó una conferencia en la que se discutió el principal reto del sexenio de AMLO: reducir la violencia.

El tema es crítico. Al paso que vamos, el año cerrará con una tasa de homicidios de 27 por cada 100 mil habitantes, por tercer año consecutivo la tasa más alta de la que tenemos registro. El 23% de la población votó en 2018 considerando que la seguridad era el tema más relevante para definir su voto, y al menos el 74% de los mexicanos piensa que la violencia es el principal problema del país.

A la mesa se invitó a un académico, un consultor y una funcionaria de gobierno. Representando a la academia se tuvo a Alejandro Poiré, decano de la escuela de ciencias sociales del Tec de Monterrey. Como consultor se tuvo a Eduardo Guerrero, experto en seguridad y director de Lantia Consultores. Como funcionaria pública asistió Eunice Rendón, la actual secretaria ejecutiva adjunta del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.  

El evento fue excepcional. Permitió no sólo obtener conocimiento sobre la violencia, sino principalmente, sobre la paz. Es decir, sobre las enseñanzas que hemos conjuntado en la última década sobre qué sí ha funcionado para reducir la violencia en algunas partes de México.

Comparto lo que para mí fueron los principales mensajes con la esperanza de que las enseñanzas de la mesa sean también utilizadas por Alfonso Durazo y Andrés Manuel
López Obrador.

Primero, la paz se ha alcanzado sólo donde se ha reconocido que la violencia no es un fenómeno federal sino local. Como mencionó Alejandro Poiré, la violencia tiene diferentes causas y opera de distinta forma a lo largo del territorio. Es por ello que resulta ineficiente pretender que una política se pueda definir a nivel nacional. Por el contrario, se deben crear mecanismos para lograr comprender y atender las fuentes de cada violencia. 

Así, cada lugar en el que se han observado reducciones en la violencia, se han llevado a cabo acciones a la medida. La forma en la que se redujo la violencia en La Laguna, no fue la que se utilizó en Coahuila, y no fue replicable ni en Michoacán, ni en Yucatán, ni en Escobedo. Entender a la violencia como un fenómeno irremediablemente local es quizá el mayor y más importante ingrediente del éxito.

Segundo, la violencia ha logrado ser contenida cuando se ha utilizado de forma estratégica la colaboración internacional. La reducción de la violencia en Tijuana, como mencionó Eduardo Guerrero, se debió en parte a que la policía de Baja California trabajó de la mano con la policía de San Diego. Un buen liderazgo policial fue crítico para lograr este éxito.

Es crítico que AMLO considere a la cooperación internacional como un aliado. Si se logra estratégicamente colaborar con Estados Unidos, la violencia de frontera puede ser controlada con mayor velocidad.

Finalmente, la violencia ha sido controlada por la conjunción de políticas civiles y sociales. Todos Somos Juárez, un programa multifacético y de múltiples intervenciones simultáneas, tuvo un impacto crítico en reducir la violencia en Chihuahua, como mencionó Eunice Rendón. Desafortunadamente, debido a que no fue evaluado no se sabe cuál fue el componente que más impacto tuvo.

Resulta imperante que el gobierno de AMLO desarrolle esquemas de evaluación profesional de las políticas que implemente.
Si bien ello puede parecer costoso en un inicio, en realidad supondrá un ahorro, pues permitirá que los recursos públicos se enfoquen en las áreas más efectivas.

La habilidad más importante de un gobierno nuevo no es comenzar de nuevo, es continuar implementando lo que funcionaba y cambiar lo que no. Esta habilidad requiere de una madurez ideológica y de absoluta objetividad. Construir por encima del conocimiento de funcionarios anteriores ayudará a ganar tiempo, y a dar resultados más rápidos.

La austeridad en materia de seguridad es un error costoso. Se necesitan mayores recursos para contener el problema que enfrenta nuestro país, y se necesita también mucha experiencia para saber en qué gastarlo. La razón por la cual la cantidad de gasto público en seguridad no está relacionada con reducciones en violencia es porque se gasta mal. Más patrullas, más equipo y más cámaras de video no solucionan la violencia. El reto principal es tener un buen plan, y no sólo tener buen equipo. 

 

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