Matrioska

Silvano Espíndola

Silvano Espíndola

Ornitorrinco

  

Uno de los souvenirs de viaje más socorridos entre quienes visitan Rusia son las matrioskas: muñecas que en su hueco interior albergan a otra, en sucesión, y que llegan a contener hasta poco más de 20. Aunque el origen de estas figuras sea incierto y se haya atribuido su autoría a varios talladores, torneros, artesanos y pintores rusos, en las historias sobre su comienzo hay una coincidencia, todas refieren una conexión histórica con los Siete Dioses de la Fortuna japoneses, los Shichifukujin, los cuales suelen representarse como figuras de madera que se colocan en el interior de la de Fukurama, deidad de la suerte.

El pasado domingo, en la playa de Bondi Beach, centro de la comunidad judía en Sídney, Australia, durante la primera noche de la festividad judía, de ocho días, de Janucá, en la cual, por cierto, se celebra la libertad religiosa, entre otras cosas, una persona de 54 años y su hijo de 24 abrieron fuego contra una multitud utilizando rifles y lanzando artefactos explosivos improvisados. En medio del ataque, un comerciante de frutas, padre de dos hijos, le dijo a su primo: “Voy a morir, por favor ve con mi familia y diles que morí salvando las vidas de las personas”. Enseguida, se aproximó a uno de los atacantes a través de autos estacionados, se abalanzó sobre él y le arrebató el rifle con el que estaba asesinando a otras personas. Antes de reducirlo, recibió cinco balazos en el brazo izquierdo. Afortunadamente, no murió, pero aún permanece en el hospital, donde todavía no saben si podrán salvar su brazo. El asombro vino cuando trascendió el nombre del “héroe de Sídney”: Ahmed al Ahmed. Resulta que Ahmed no nada más es un migrante sirio, sino que todo apunta a que profesa la religión islámica.

Por supuesto, no es la primera vez que personas que profesan distintos credos se solidarizan. Aunque existen registros históricos que dan cuenta del apoyo entre musulmanes y judíos desde la Edad Media, son mucho más conocidas las oportunidades de brindar socorro que lamentablemente se multiplicaron a partir de la Segunda Guerra Mundial: musulmanes albaneses protegieron a judíos de los nazis, igual que lo hicieron cristianos en toda Europa, resguardándolos en sus iglesias y conventos, también es célebre el caso del diplomático budista Chiune Sugihara, quien salvó a miles de judíos en Lituania, emitiendo visas, aún en contra de las órdenes del gobierno japonés. En los años 90, comunidades cristianas protegieron a musulmanes durante la guerra de Bosnia y en Ruanda resguardaron a personas de distintos credos. En 2011, cristianos protegieron a musulmanes de ataques en Egipto y musulmanes salvaguardaron a grupos de cristianos que rezaban durante las protestas. Esto mismo se repitió durante el asalto de Isis en 2014 a varias ciudades de Irak.

En tiempos en que se tiende a confundir algunos conflictos políticos con religiosos, como el israelí-palestino, quizás aún podríamos rescatar algo del triste incidente de Sídney, sobre todo del acto altruista al que dio lugar: tal vez las religiones equivalgan metafóricamente a las muñecas interiores de una matrioska y la humanidad, a la muñeca madre.

 

*ESENCIA

En 1893, se celebró en Chicago el Parlamento de las Religiones del Mundo. En él, representantes de diversas religiones llegaron a la conclusión de que, a pesar de las diferentes enseñanzas de cada una, coincidían en algunos valores radicales que podrían conformar una ética mundial. Tras identificar dichos valores, aceptaron firmar el acuerdo, representantes de 45 religiones, entre las que están el bahaísmo, movimiento brahma kumaris, budismo, cristianismo, hinduismo, islamismo, jainismo, judaísmo, neopaganismo, sijismo, taoísmo, teosofismo y zoroastrismo, además de otras religiones nativas y organizaciones interreligiosas.

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