¿Por qué la CDMX es de izquierda?

Para no ser repetitivos, partimos de manera pragmática con dos definiciones, los progresistas somos de izquierda y los conservadores de derecha.Estas premisas no son exactas, ni son limitantes, por el contrario, en la realidad ambas son multifacéticas y la aplicación ...

Para no ser repetitivos, partimos de manera pragmática con dos definiciones, los progresistas somos de izquierda y los conservadores de derecha.

Estas premisas no son exactas, ni son limitantes, por el contrario, en la realidad ambas son multifacéticas y la aplicación de políticas públicas obedecen más a una forma de gobernar que a cualquier filosofía político-ideológica.

Haciendo un poco de historia, en el antiguo Parlamento francés, los conservadores abogaban por los derechos de la monarquía, las herencias jerárquicas consanguíneas y los títulos nobiliarios, ligados con regímenes autoritarios; la izquierda siempre fue la oposición a esos conceptos y formas de apreciación en el quehacer público.

Carlos Marx consideró a la izquierda como la lucha contra el absolutismo, la revolución viva. La Ciudad de México, en las casi 3 décadas de ser gobernada por la izquierda, ha mantenido como premisa a la ética, la transparencia, y al diseño jurídico-institucional asistencialista y de derechos universales para todas y todos los habitantes. Esto quiere decir que la Ciudad de México ha buscado tener como común denominador a la aplicación de la justicia en todas sus aristas; empezando por la justicia social, la justicia universal de derechos, sobre todo, los contemplados en la Constitución federal y su armonización con la aún joven Constitución de la CDMX.

La Ciudad de México ha sido punta de lanza nacional en el respeto al libre desarrollo de la personalidad, lo que la convierte en una Ciudad Santuario en la aplicación de los derechos fundamentales, conocidos también como derechos humanos, siendo así que éstos deben ser progresivos, permanentes, de alto espectro, de orden público y con respeto pleno a la pluralidad ideológica, religiosa, étnica, a la preferencia sexual, edad y a la condición social o económica.

Priorizar estas condiciones por encima de cualquier interés y llevarlo a las prácticas habituales de gobierno en beneficio de la colectividad es la enorme diferencia que la Ciudad de México tiene respecto a otras latitudes del planeta, por ejemplo, cerca de cuatro millones de capitalinos son beneficiarios de los programas sociales, tanto federales como locales, en los que se invierten 50 mil millones de pesos al año; y, por ende, la calidad de vida de sus habitantes mantiene a la CDMX como la décimo sexta ciudad de Latinoamérica conforme al Índice de Habitabilidad de The Economist, y la que, sin duda, mayores retos representa.

Para mantener esas condiciones de habitabilidad, se requiere en principio entender de política, tener experiencia en el servicio público, desde los ámbitos de gobierno, principalmente en las áreas donde se logra el control de la gobernabilidad en todas sus aristas, la social, la económica, la de movilidad, y sobre todo, donde el Estado de Bienestar es un termómetro para mantener ese delicado equilibrio.

Se requiere sensibilidad, oficio político, inclusión y evitar al máximo ocurrencias, improvisaciones, ignorancia técnica, prácticas sectarias y limitaciones territoriales.

La izquierda mexicana no debe ser motivo de satanización, por el contrario, debe ser fuente de inclusión para el desarrollo económico, la creación de riqueza, la generación de empleo, y una recaudación de impuestos justa y equitativa, donde todos los estratos sociales se encuentren incluidos. Donde existe justicia social, habrá bonanza para todas y todos.

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