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Adán Augusto, 17 puntos arriba

Ricardo Peralta Saucedo

Ricardo Peralta Saucedo

México correcto, no corrupto

 

El obradorismo no significa el uso de un apellido de un gobernante en turno, es, en sí, una traducción de lo que significa el Estado de bienestar que se acuñó después de un periodo de guerra, precisamente cuando concluyó la Segunda Guerra Mundial. Se trata de una escuela política congruente con un actuar radical en el que se extirpa de fondo, de raíz, el pensamiento conservador y todo lo que ello signifique en el diseño y aplicación de políticas públicas que tanto daño hicieron durante 36 años en México.

Nunca podrá ser una analogía del salinismo, zedillismo, foxismo, calderonismo o peñismo, la suma de todos esos sexenios es lo que ha sumido a México en un atraso y desgaste social para millones de mexicanos. Esa política neoliberal llevó a nuestro país a un hecho similar al holocausto nazi, sólo comparado por las generaciones que han heredado pobreza, desigualdad y desanimo; una frustración masiva que no pudo crear ninguna esperanza para el desarrollo de los pueblos que siempre cargaron con la parte más pesada: la marginación.

Es evidente que, para muchos, la oportunidad de gobernar un país con el territorio de México, con su cultura, su historia, su presencia internacional, pero principalmente la dignidad que en poco más de 4 años se ha logrado construir con la guía del presidente Andrés Manuel López Obrador, deja la vara muy alta. Nuestro Presidente tiene una historia única en por lo menos 60 años, surgir del movimiento social, construir una doctrina política e influir en millones de personas no ha sido una tarea fácil.

Hay, sin duda, una cantera interesante de aspirantes que construyeron de la mano del Presidente el movimiento, pero en la realidad qué tanto realmente pueden convencer a un electorado que ya está emocionado con la figura de un Presidente que goza de enorme aceptación y principalmente cariño de la población, y que incluso sus expresiones públicas han modificado el mapa geopolítico del mundo. No es una exageración, pero el sugerir la integración latinoamericana como alguna vez lo hizo Simón Bolívar hizo de la Cumbre de las Américas un espacio de reflexión para repensar la relación multilateral no sólo del continente, sino con otras partes del mundo.

Aun con las visiones, más de desesperación que de un análisis profundo, el presidente López Obrador devolvió la dignidad de las instituciones y la credibilidad del arte de gobernar y hacer política al mismo tiempo, así se percibe desde el primer día de su gobierno hasta la fecha. Anteponer el desarrollo social y al mismo tiempo engendrar obras públicas de enorme trascendencia social, económica y política, cambiará el futuro de millones de mexicanos a lo largo y ancho del país. Sólo por mencionar algunas, el Tren Maya, la refinería en Dos Bocas, el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles. Como referencia de importancia cabe hacer mención que la industria ferroviaria que hoy subsiste a nivel mundial, que transporta y comunica al mundo entero, fue destruida casi en su totalidad en el periodo neoliberal.

Más allá de una simpatía personal y de un convencimiento pleno, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, además de contar con una historia paralela de la mano con el presidente AMLO, ha sido uno de los constructores del movimiento social más importante de la historia de México de los últimos años, que salió desde Tabasco para todo el territorio nacional. En casi un año de ejercer esta importantísima gestión como responsable de la política interior de México, le ha hecho conocer a detalle la problemática social de cada rincón del país, acercar y conciliar la relación política con todos los actores de los distintos institutos políticos, ha fortalecido los vínculos con el Poder Legislativo y Judicial, así como con todas las gobernadoras y gobernadores y miles de presidentes municipales, las universidades públicas lo observan como un hombre de acuerdos y con alta sensibilidad con la comunidad académica y científica.

Adán Augusto López Hernández es un hombre auténtico, reconoce en el pueblo la única fuente del poder que le dará la conveniente decisión de suceder en el 2024 al presidente Andrés Manuel López Obrador. No se trata de una apuesta simplona, sino de hacer conciencia sobre capacidades y fortaleza del movimiento más allá de 2024, sobre el futuro de generaciones que creemos en que este profundo cambio en México debe continuar con lealtad, confianza y una visión plural y de inclusión. Adán Augusto ha crecido más que cualquier posible candidato con mucho menos tiempo de presencia en las encuestas, en enero del 2023 estará por encima de sus cercanos competidores por más de 17 puntos.

 

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