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El mar de los sargazos

Rafael Álvarez Cordero

Rafael Álvarez Cordero

Viejo, mi querido viejo

“Aquí hay un mar de calma chicha, un mar sin vientos”, dijo en septiembre de 1492 Cristóbal Colón al describir el “mar de los sargazos”, ecosistema de algas y plancton que forma verdaderas “praderas” marinas en el Atlántico, que ocasionaron graves problemas a la navegación; en los siglos siguientes, el “mar sin vientos” tuvo la lúgubre fama de ser cementerio de buques, porque siendo la navegación a vela quedaban atrapados sin remedio.

Ese sargazo sucio, maloliente y repulsivo es el que azota las costas del sur del país y afecta gravemente el turismo y la economía; el señor Presidente minimizó el problema y dijo que “no es gravísimo”; y debo reconocer que tiene la razón, porque ese problema es local, pero el “sargazo” más grave está en todo el país.

Es el “sargazo” sucio, maloliente y repulsivo de la violencia, de los asaltos, robos, extorsiones, violaciones, secuestros, desapariciones, bloqueos, plantones, huachicoleo, incendio de vehículos, enfrentamientos y violencia contra los policías y la monstruosa impunidad frente a todos esos delitos, es el “sargazo” que ahoga a todo el país, en ciudades y pueblos, en las carreteras y los comercios; basta abrir un diario o ver la televisión para constatar que el país está sumido en una vorágine de violencia y que los mexicanos, quién más, quién menos, hemos sufrido por los delitos que ponen en peligro nuestras vidas y nuestras pertenencias.

El nuevo gobierno ofreció solucionar ese gravísimo problema, pero al hacerlo creó otro “mar de los sargazos”, primero criticó al Ejército y luego decidió formar una Guardia Nacional, revolvió todo; no sabemos cuáles son sus funciones, ¿ya son la border patrol de este lado de la frontera?, ¿van a detener a los malhechores?, ¿qué hacen en el Metro?, ¿por qué revisan las mochilas?, ¿usarán sus armas para matar delincuentes?, ¿qué sucederá con las policías locales, policías estatales, Policía Federal?; el señor Durazo habla y habla y no pasa nada, el sistema de Seguridad Nacional es un “sargazo” de confusión y desorden que nadie entiende.

¿Y qué decir del “sargazo” del Sistema Penal?, no tiene pies ni cabeza, jueces y magistrados juzgan y condenan, absuelven y protegen sin razón y sin razones, y vemos a delincuentes conocidos que robaron miles de millones de pesos, obtienen un amparo y van a desayunar al restaurante de moda, en tanto otros son acusados sin sustento y condenados a priori en las páginas de los diarios; ese “sargazo” del Sistema Penal es una verdadera maldición.

Y como si no fueran suficientes esos intrincados, malolientes y repulsivos “sargazos” que ahogan al país, el manejo de la economía, hecho por un individuo que sabe de eso lo que yo sé de sánscrito, ha puesto al país en eso que se llama recesión.

Dicen los que saben que recesión es “una disminución o pérdida generalizada de la actividad económica; y se mide a través del descenso en tasa interanual del Producto Interior Bruto real”; en palabras llanas, la recesión es la consecuencia de tomar decisiones equivocadas en política económica, aunque se diga que “no hay recesión técnica”, la realidad monda y lironda es que la economía va mal, muy mal y ese el otro de los “sargazos” que afecta a los mexicanos.

Y es que cuando el voluntarismo supera a la razón, cuando los colaboradores del Presidente están “de florero”, las decisiones presidenciales tienen un altísimo costo; el capricho de cancelar el aeropuerto de Texcoco y hacerlo en Santa Lucía, iniciar una refinería que nunca se va a terminar y nos remite al siglo pasado, y sobre todo la insistencia presidencial de ignorar y violar la Constitución, atacar a la Iniciativa Privada, denostar a quienes quieren hacer negocios, recortar el presupuesto de las secretarías, atacar a los organismos autónomos, CRE, Cofece, INEE, CNDH, Inai, INE y ahora Coneval, criticar y calumniar a funcionarios, ha creado un “mar de los sargazos” que tiene al país en recesión económica, política y administrativa, y sobre todo de confianza, dígase lo que se diga.

En esa calma chicha que señalaba Cristóbal Colón, México está atorado en este sucio, maloliente y repulsivo “mar de los sargazos”. Y yo pregunto: ¿hacia dónde va el país?

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